Para poder chequear esta afirmación el primer paso es entender qué entiende el gobierno por “economía naranja”, “economía creativa”, “industrias creativas” y varios otros sinónimos del área en la que el presidente Duque es experto y que viene impulsando desde su campaña presidencial. Para esto les preguntamos al Ministerio de Hacienda y a la Oficina de Presidencia de la República cuáles son esas 21 agencias a las que se refiere el presidente en su afirmación, qué definición de industrias creativas se está usando para hacer el cálculo del dinero que se ha destinado a esta área de la economía y si estos 800.000 millones son nuevas inversiones en la industria creativa o en qué medida constituyen un aumento frente a las inversiones en este sector del gobierno anterior. Pero al momento de la publicación de esta nota no habíamos recibido respuesta.
El libro “La Economía Naranja”, de coautoría del Presidente y Felipe Buitrago, acuñó el término que le da el nombre para referirse a lo que en otros lugares se llama “industrias culturales y creativas” (Unesco), “industrias protegidas por el derecho de autor” (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) o “industrias de contenidos” (Cepal) (pg. 37). A pesar de que los autores consideran que “plasmar un concepto definitivo de la economía naranja o de sus industrias es tan absurdo como innecesario” (pg. 38) entienden que una definición clara es necesaria para crear políticas públicas. Los autores entonces buscan una “zona común” entre varias definiciones, dándole más peso al la del Banco interamericano de Desarrollo, y proponen lo siguiente: “Es el conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual. El universo naranja está compuesto por: i) la Economía Cultural y las Industrias Creativas, en cuya intersección se encuentran las Industrias Culturales Convencionales; y ii) las áreas de soporte para la creatividad.” (pg. 40) Y más específicamente, las industrias creativas a las que el presidente se refirió en su discurso son “Son el conjunto de las Industrias Culturales Convencionales y el grupo de Creaciones Funcionales, Nuevos Medios y Software.” La siguiente tabla muestra las interrelaciones entre unos conceptos y otros (pg. 40).
Un segundo punto de partida para entender qué es la economía naranja es la Ley 1834 del 2017, de autoría del actual Presidente cuando era senador, que en su artículo segundo presenta la siguiente definición: “Las industrias creativas comprenderán los sectores que conjugan creación, producción y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos intangibles de carácter cultural, y/o aquellas que generen protección en el marco de los derechos de autor. Las industrias creativas comprenderán de forma genérica—pero sin limitarse a—, los sectores editoriales, audiovisuales, fonográficos, de artes visuales, de artes escénicas y espectáculos, de turismo y patrimonio cultural material e inmaterial, de educación artística y cultural, de diseño, publicidad, contenidos multimedia, software de contenidos y servicios audiovisuales interactivos, moda, agencias de noticias y servicios de información, y educación creativa”. El problema más grande de esta definición es que dice explícitamente que los sectores que nombra son ejemplos genéricos y no limitados, por lo cual no es claro que más puede entrar ahí.
Por ejemplo, durante la campaña para la presidencia un trino de Duque en el que compartía una foto de él con el cofundador de Rappi, ambos con vestimentas de la marca, y donde decía que esta empresa es un modelo de la economía naranja se volvió tema de controversia (no logramos encontrar el trino original así que es posible que haya sido borrado). Es difícil clasificar a esta empresa dentro de la definición de la Ley Naranja porque el negocio de Rappi es el de los domicilios (como lo describen aquí y aquí) y no el de “contenidos intangibles de carácter cultural, y/o aquellas que generen protección en el marco de los derechos de autor”. De manera que el mismo presidente utiliza la definición de economía naranja o creativa de manera amplia y laxa, por lo tanto decidimos calificar la afirmación como inchequeable, pues no existe una definición clara.
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