Gloria ha estado marcada por el silencio que le impide buscar oficialmente a su hermano y a su papá.
Hace un tiempo a Gloria Sánchez*, su hermana le prohibió hablar de la desaparición de su padre y de su hermano. Los casos están ‘congelados’ en Fiscalía y a pesar de que le gustaría saber qué pasó con ellos, prefiere permanecer callada para evitar problemas.
El papá de Gloria vivía en una finca en la vereda Gaviotas del municipio de La Uribe, Meta. En ese entonces, en 2003, Gloria vivía en Vista Hermosa pero a veces lo visitaba y recuerda que la situación estaba difícil porque mataban a mucha gente. Su padre, José Antonio Sánchez, era un campesino que cuando podía llevaba café de su finca para venderlo en el casco urbano y vivía solamente con su hijo menor, que ese entonces tenía 11 años.
Un domingo, como de costumbre, empacó la carga de café en la espalda su mula y se la llevó al pueblo. Ese mismo día, otro hijo de José Antonio llegó de visita a la finca pero solo encontró a su hermano menor, que le dijo para dónde se había ido su padre. El hijo mayor pensó que su padre bien podría demorarse todo el día en el pueblo y no iba a alcanzar a verlo, así que tomó el mismo camino a ver si lograba verlo. Esa noche, unos vecinos encontraron en la carretera la mula de José Antonio, sola y sin café, y se la llevaron al hijo menor. Ni su padre ni su hermano mayor regresaron.
Ante esto, Gloria y una de sus hermanas fueron a la finca a ver qué había pasado. “Nos fuimos con mi hermana a la finca a averiguar por ellos pero la guerrilla nos dijo que nos fuéramos. Nos amenazaron, nos dijeron que si nos quedábamos, no salíamos de allá. Nadie nos quiso decir nada, ni los vecinos ni nadie, el único que insinuó algo fue un vecino que me dijo: su papá no está desaparecido, a él se lo llevaron pero no puedo hablar más de la cuenta”, asegura Gloria.
El caso estuvo congelado por años. Nadie en la familia quiso denunciar nada hasta que el hermano menor cumplió 18 años y declaró sobre la desaparición de sus familiares. En esa época, él se encontraba trabajando en Calamar, Guaviare, y desde allá declaró y se hizo cargo del proceso. Según cuenta Gloria, su hermano tenía una novia de la comunidad indígena Wayúu, pero tenía problemas con la familia de ella. Hace 4 años, su hermano fue asesinado al parecer por un familiar de su novia.
Nadie nos quiso decir nada, ni los vecinos ni nadie, el único que insinuó algo fue un vecino que me dijo: su papá no está desaparecido, a él se lo llevaron pero no puedo contarle más.
Otro de los hermanos de Gloria también declaró solicitando que les devolvieran la finca de su padre, pero no les dieron nada. Un tiempo después lo metieron a la cárcel de Granada, según Gloria, por andar con malas compañías. El caso está congelado desde entonces.
“A partir de ese momento, mi hermana me prohibió mover un dedo o hablar del caso y de cualquier cosa relacionada con mi papá y mi hermano, no sé si por miedo o por qué, nunca me ha dicho. Un día hice un comentario de mi padre y mi hermana se enteró y tuvimos una pelea grande. A mí sí me gustaría tomar el caso, pero no quiero meterme en problemas con ella”, asegura.
Gloria no tiene ningún documento de su padre pero guarda una cobija con la que duerme todas las noches. “Así no fuéramos muy cercanos y así pase el tiempo y no conserve muchas cosas suyas, yo siempre voy a tener recuerdos de él”, concluye con nostalgia.
*Todos los nombres de personas y lugares en este texto han sido cambiados por petición de la entrevistada.
Investigación realizada bajo el proyecto "CdR/lab Periodismo para narrar la Memoria" de Consejo de Redacción, con el apoyo de la AGEH.