Página principal Recuerda con el corazón
Background Image

“Búsquelo en el cielo”


por María Jimena Neira Niño


Ordulia y Hermencia llevan más de una década buscando a su hijo y hermano en medio de enredos institucionales y silencios de paramilitares.

El 14 de diciembre de 2005, Rigoberto Rubio Rodríguez, de 29 años, viajó desde Villavicencio hasta Vista Hermosa, para visitar a su familia. Cuando llegó a la casa, solo encontró a su hermana Hermencia porque el resto de la familia estaba en Bogotá. Decidió acompañar a unos conocidos a hacer una diligencia en Piñalito, un corregimiento de Vista Hermosa a una hora de allí. Le pidió a Hermencia que le tuviera comida cuando llegara pero él nunca volvió.

Su madre, Ordulia Rodríguez, de 68 años, recuerda que Rigoberto era celador en un conjunto llamado Piamonte. Ese 14 de diciembre él llegó a Vista Hermosa en un carro con dos hombres que vivían en el conjunto y comercializaban zanahoria en la Central de Abastos de Bogotá. Una vecina le contó que ellos tenían que cambiar algo en Piñalito, también llamado Piñal, y que le insistieron varias veces para que los acompañara hasta que su hijo aceptó.

Al ver que no volvía, su hermana Hermencia se empezó a preocupar y lo llamó varias veces al celular hasta que alguien le contestó y le dijo: “búsquelo en el cielo”. Al otro día, Hermencia salió en rumbo a Piñal para buscar a su hermano. “Yo cogí una bicicleta y me fui rápido. En el camino, un carro se me mandó entonces me tocó frenar. Les reclamé pero siguieron su camino. Luego me di cuenta de que el carro tenía en el platón palas, picas y cuerdas. Se me ocurrió que ahí llevaban a mi hermano y que lo iban a enterrar. Me eché a llorar de la impotencia”, recuerda Hermencia con lágrimas, pero sin que se le quiebre la voz, como quien ha contado la historia varias veces.

foto100
  Hermencia fue la última de la familia que vio a su hermano Rigoberto.

Cuando llegó, empezó a preguntar por Rigoberto y un raspador de hoja de coca le dijo que le habían ‘echado mano’. Para esa época, el control de esa zona lo tenía el Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), en cabeza de Eduardo Augusto Hernández Leyton, alias ‘Tino’.

Hermencia cuenta que cuando volvió a Vista Hermosa, supo que ‘Tino’ estaba en una tienda del pueblo y con más rabia y dolor que temor le preguntó al jefe paramilitar por el paradero de su hermano. ‘Tino’ le contrapreguntó que quién le había dicho eso, para matarlo. Después de hablar un tiempo con él, supo que no le iba a decir nada sobre su hermano.

Ordulia afirma que a partir de ese momento su esposo Clemente fue el que se encargó del caso porque ella no era capaz de hablar. Esto siguió así hasta hace un poco más de dos años cuando su esposo murió y Ordulia tuvo que enfrentar su temor y liderar el proceso. Con el tiempo, se enteró de que el caso de Rigoberto había sido archivado por falta de pruebas en la Fiscalía de Granada, tan solo un año después de desaparecido.

Además del proceso con la Fiscalía, Ordulia y Hermencia han ido varias veces a Piñalito a preguntar por Rigoberto y ya tienen dos versiones de los hechos. Una es que le dispararon y lo botaron al río Güejar, que pasa por el corregimiento; y la otra es que lo botaron a una fosa común. Frente a la segunda versión, la Fiscalía ha ido a tomar pruebas del suelo para ver si hay restos humanos, pero no han encontrado nada. “Dentro de todas las versiones que nos han dado hay una en la que nos dijeron que a pesar de que Rigo era inocente, sabía muchas cosas, como que vio algo que no debía y por eso lo mataron”, asegura su hermana.

foto100
  Ordulia y Hermencia llevan más de 10 años luchando para que la Fiscalía reabra el caso de Rigoberto

Ordulia dice que tiene mala memoria, sin embargo recuerda con claridad cada una de las Fiscalías a las que le han dicho que vaya a averiguar por su hijo, sin obtener ninguna respuesta. Primero, le dijeron que el caso estaba en Bogotá, en la Fiscalía 40. Allá la mandaron a tres Fiscalías más hasta que le dijeron que el caso estaba en Granada. En ese despacho, Ordulia recuerda el trato grosero con el que fue recibida, le preguntaron que para qué quería abrir el caso, que había pasado mucho tiempo y que ya no valía la pena.

Todo este proceso le generó a Ordulia problemas de salud a tal punto de tener un cáncer en el útero que casi le quita la vida. Junto a su hija y con ayuda del personero de Vista Hermosa, han radicado varios derechos de petición para reabrir el caso pero no han recibido respuesta. “Nos dijeron que lo que podemos hacer ahora es radicar una tutela pero no sabemos ni cómo hacerla ni a dónde mandarla. No sabemos qué hacer, ni siquiera sabemos si seguir el proceso, como que nos faltan ganas”, dice Ordulia.

Ella y su hija solo conservan unas fotos de Rigoberto que no encuentran entre todos los papeles que tienen del caso. Guardaron su ropa por cinco años pero, con lágrimas, Ordulia cuenta que la regalaron porque “eso es muy duro estar mirando las cosas de un hijo que no aparece”. Asegura que a ‘Rigo’ nunca lo va a olvidar pero trata de no pensar en él porque cuando lo hace, le duele el alma y el corazón.


Investigación realizada bajo el proyecto "CdR/lab Periodismo para narrar la Memoria" de Consejo de Redacción, con el apoyo de la AGEH.