“Arauca tiene dos flagelos muy grandes: la guerrilla y la corrupción”. La exalcaldesa de Arauquita y presidenta de la Unión Patriótica (UP) en el municipio fronterizo, Elsa Rojas, suelta la frase como una obviedad y los hechos le dan la razón.
El viernes anterior a nuestra conversación, una bomba junto a un salón comunal había matado a tres personas, incluido un líder social, en el corregimiento de La Paz. Dos semanas después, hubo un atentado contra el Ejército con tres explosiones cerca al aeropuerto de Saravena, población vecina que marca la esquina entre la frontera con Venezuela y Boyacá.
Entre tanto el gobernador, Ricardo Alvarado, está en la lupa de la Fiscalía por un caso de corrupción en la construcción del comando de Policía de Arauca. Su antecesor, padrino y recién quemado excandidato a la Cámara, Facundo Castillo, tiene 18 investigaciones.
Julio Aldana, otro exmandatario departamental, está en la cárcel condenado por peculado y contrato sin requisitos legales. Uno más, Vicente Lozano, fue encontrado culpable de “eleno-política” y está prófugo, al parecer en Venezuela.
Precisamente el ELN y lo que queda de las Farc (el recuerdo de sus acciones antes de firmar la paz y una disidencia armada) son los factores que más pesan en las decisiones de los electores locales. Bien por el control que todavía ejerce el primero de esos grupos sobre todo en el noroccidente del departamento, o bien por el rechazo que generan ambos en la población en general, en especial en la capital, Arauca.
Según una fuente del Ministerio Público que pidió ser citada así, en el departamento “la intensidad del conflicto solo bajó tres meses, cuando el ELN estuvo en tregua, con escaladas fuertes antes y después”. De resto, este año van medio centenar de muertes violentas, incluyendo las 16 producidas por un bombardeo de la Fuerza Aérea contra disidentes de las Farc.
Los transportadores todavía evitan parar en ciertos caseríos. Los grafitis de ambas guerrillas (“54 años”, dicen algunos) aún se leen en muchas fachadas del piedemonte, la región más cercana a la cordillera. También marcaron con aerosol el aviso de bienvenida a Saravena. “La gente tiene mucho temor de hacerse visible”, me advertía la periodista Carmen Rosa Pabón. En Fortul, otro de los pueblos de esa zona, ni los periodistas quieren ser citados.
Si alguien sale beneficiado de esa tensión es el expresidente Álvaro Uribe y, por extensión, sus candidatos. “En este departamento es un dios, pero es culpa de la misma guerrilla”, sentencia Cayo Mario Sepúlveda, periodista de Tame y exdiputado de la UP, que este año le hizo campaña a la senadora metense Maritza Martínez del partido de La U al Congreso y a Gustavo Petro a la presidencia.
Los recuerdos del mandato de Uribe no son los mejores en el departamento, pero la paz de Juan Manuel Santos, que dejó el cargo el pasado 7 de agosto, tampoco ha llenado las expectativas.
Solo en tres de los siete municipios araucanos ganó el 'Sí' en el plebiscito sobre el Acuerdo de Paz con las Farc.
La impronta que el Gobierno nacional dejó en Arauca entre 2002 y 2010 fue la de un conflicto armado intenso. José Edín Olivares, uno de los alcaldes de Arauquita que coincidieron con ese periodo, recuerda que “no podía salir ni a misa” por seguridad. Las Farc montaban retenes, requisaban a la gente, decomisaban celulares. El ELN no se quedaba atrás y llegaron los paramilitares aliados con las fuerzas del Estado, que tampoco brillaron por su probidad.
Era un todos contra todos porque las guerrillas estaban enfrentadas entre sí por el control de la frontera y, con ella, del narcotráfico. La degradación llegó a tal punto que el Ejército coordinaba con el ELN sus ataques a las Farc, según lo reveló una investigación de la revista Semana en 2009. El periodista Juan Pablo Cañón recuerda que en Tame y sus alrededores, al sur del piedemonte araucano, hubo combates de tres días “con muertos de los que nadie habla si no son familiares”.
Ese municipio, cuna del legendario guerrillero de mediados de siglo Guadalupe Salcedo, fue también el epicentro del paramilitarismo local. El bloque Vencedores de Arauca de las AUC cometió masacres y se expandieron por el límite con Casanare. No tuvieron éxito en su expansión hacia el norte, donde estaba la retaguardia histórica del ELN (Saravena) y las Farc (Puerto Jordán, el corregimiento más cercano al espacio de reincorporación Filipinas, donde se desmovilizó ese gurpo en Arauquita).
Rojas, la exalcaldesa, recuerda también las capturas masivas de supuestos milicianos que se llevaban para las cárceles de Bogotá para mostrar resultados. Su hijo fue uno de esos “falsos positivos” y tuvieron que dejarlo libre por falta de pruebas. La dirigente dice que se los llevaban “porque protestábamos y para el gobierno de Uribe todo el que protestaba era guerrillero”. En cambio, coincide con el concejal y aspirante a diputado Miguel Arciniegas, de la Alianza Verde, en que esos años no llegó inversión social al piedemonte, solo pie de fuerza.
Con todo y eso, el rechazo a la guerrilla es tanto que la gente vota por el uribismo. En esa explicación coinciden políticos, periodistas y otros ciudadanos. Incluso Luis Naranjo, el concejal del Centro Democrático (el partido actual del expresidente) que aspira a convertirse en alcalde de Saravena, reconoce que “la presión que ejercen las guerrillas termina por favorecer al partido”.
Tan malas fueron, recuerda Cayo Mario, que incluso el paramilitarismo es visto como un mal necesario por algunos habitantes. “Yo no sé si será verdad o no que Uribe haya estado con los paramilitares o qué, pero aquí ellos fueron los que les dieron duro a la guerrilla y eso la gente lo agradece, a pesar de todo lo malos que también fueron”, me explica en Arauca una mujer oriunda de Cravo Norte, municipio de la esquina suroriental del departamento.
Una mujer que trabaja como aseadora de un colegio en Tame cuenta que ella y su familia tuvieron que salir, de un día para otro, de un corregimiento de Arauquita en el que vivían en 2009 porque la guerrilla (no sabe cuál) iba a fusilar a su marido. Perdieron su casa (recuerda las medidas, 60 metros de largo por 30 de frente), porque los antiguos dueños nunca les hicieron el traspaso legal y se la reapropiaron en su ausencia. Sus dos hijos perdieron también ese año de colegio.
Eran campesinos y todo lo que tenían era una tienda al borde de la carretera, aunque el marido había trabajado un par de meses para la petrolera. Ahora, una enfermedad lo tiene postrado en la casa. Ella dice que es por la falta que le hacen el campo y sus palos de aguacate, “pero es preferible la vida antes que cualquier cosa”. Sus hermanos también tuvieron que regalar sus tierras en dos millones e irse huyendo de la guerrilla.
Mientras los paras estuvieron unos años, las guerrillas han causado este tipo de historias por más de tres décadas en Arauca. Además, los atentados. Además, los asesinatos selectivos de políticos y líderes sociales (van 13 desde enero de 2016). “Los que más han matado líderes aquí han sido los elenos”, señala Sepúlveda. No es el único que advierte la posición “contradictoria” de la guerrilla, que en la mesa de negociación en Cuba le exige al Estado protegerlos.
Allá está Juan de Dios Lisarazo, alias ‘Alirio Sepúlveda’, en representación del frente Oriental ‘Domingo Laín’. Esta es considerada la estructura más poderosa del ELN en el país por la influencia de su jefe, Gustavo Giraldo Quinchía, conocido como ‘Pablito’, que hace parte del Comando Central del grupo armado. Su postura, no obstante, ha sido una de las más duras frente al proceso de paz.
La gente en Arauca está agotada. ¿Y la paz? “Se necesita que sea también con el ELN o, si no, queda mocha”, asevera Olivares. Hasta Naranjo, que es del Centro Democrático, reconoce la mejoría en el orden público producto del Acuerdo de Paz. El departamento fue anunciado como libre de cultivos ilícitos a principios de este año, gracias a una exitosa experiencia de sustitución voluntaria. Pero sigue sin ser suficiente.
La atención a las 94.541 víctimas registradas allí se ha quedado corta, según el Ministerio Público, políticos, periodistas. Y es que el número de víctimas aquí es mayor que el de los habitantes de la capital departamental, son un tercio de los habitantes del departamento.
“A mí nunca me ha llegado plata de eso”, reclama la protagonista del relato anterior. Aunque enseguida admite que su mamá y una amiga, “que no son víctimas de nada”, se hicieron pasar por desplazadas y sí las indemnizaron.
El diputado liberal Carlos Hernández, oriundo de Saravena, considera que se generó demasiada expectativa con el posconflicto. En contraste, el narcotráfico sigue activo por la frontera, la inversión, reclama, “no llegó” y los disidentes, que se siguen identificando como Farc, son cerca de 150 pese a los golpes del Ejército. Incluso asesinaron a un desmovilizado en pleno espacio de reincorporación en marzo y el excomandante Alfonso López, apodado ‘Efrén Arboleda’, tuvo que irse a Bogotá tras un atentado en su contra.
Para colmo, están extorsionando. “Antes de las elecciones estaban llamando a pedirle plata a todo el mundo, ¿entonces quién iba a votar por una opción distinta al CD?”, asevera Cañón. El conductor de un carro pirata entre Fortul y Saravena hace las cuentas: le pidieron 80.000 pesos mensuales, “casi un millón al año para poder trabajar”.
Para Hernández, la conclusión a la que llegaron los araucanos fue que “la paz es de mentiras” y por eso se decantaron por el discurso de la seguridad democrática. El Centro Democrático ganó en el departamento las elecciones para el Senado con 23.875 votos y fue segundo en Cámara con 22.691. El presidente Iván Duque, por su parte, consiguió 49.415 en la primera vuelta y 59.417 en la segunda.
En términos generales, la campaña fue tranquila. Los candidatos pudieron ir incluso a zonas rurales porque el ELN lo permitió. El único partido que tuvo mayores inconvenientes fue el Centro Democrático. De hecho Miguel Matus, el único araucano que aspiraba al Senado en su lista, denunció amenazas en su contra. Por seguridad, la labor proselitista de la colectividad se centró en Saravena, Tame y Arauca, sus fortines.
“Esta campaña tuvo mucha presión porque, en departamentos como este, a nosotros nos tildan de paramilitares”, se queja Naranjo. Eso es lo que les impide entrar a poblaciones donde otros partidos sí pueden ir con tranquilidad. No obstante el CD ganó todos los comicios en cinco de los siete municipios.
Esos triunfos demuestran que “presencia guerrillera hay, pero podemos elegir libremente”. Al menos así lo manifiesta el concejal saravenense Fernando Serrano, del partido de La U. Hubo una época en que cada guerrilla ponía un candidato a las alcaldías bajo su control y a los demás los amenazaban o los mataban.
Ahora la estrategia es más sutil. “Admiten que la gente decida, siempre que el candidato no esté en contra de la agenda de La Habana”, explica Winston Gutiérrez, que también es cabildante en Saravena pero del Partido Liberal. También confiesa que “los que estamos en el centro y la izquierda sí necesitamos por lo menos la aceptación”.
El politólogo araucano Simón Cedeño dice que se trata de “cooptar el Estado lanzando candidatos en todos los partidos”. Los políticos ponen los votos y el ELN los apoya a cambio de contratos para que la gente cercana pueda trabajar. Ese es el esquema que describen también los periodistas de la región y así trabajaba, según la justicia, el prófugo exgobernador Lozano. La región donde más se nota es en la mitad occidental del departamento, donde los grupos armados tienen mayor control.
Arauquita, Saravena y Fortul concentran buena parte de las noticias nacionales que produce el departamento por su protagonismo en el conflicto armado. Son, además, los municipios con riesgos extremos por fraude y por violencia en el mapa de la Misión de Observación Electoral (MOE), que también menciona a Puerto Rondón, en el sur entre Tame y Cravo Norte, pero con menor nivel de alerta.
Arauquita y Fortul son los únicos donde ganó Petro en ambas vueltas presidenciales y en Senado ganaron partidos distintos al Centro Democrático (La U en el primero y el Liberal en el segundo). También son dos de los tres que le dijeron Sí al acuerdo de paz con las Farc en el plebiscito de 2016 (el tercero fue Tame). En ese mismo par de poblaciones ganó Santos la primera vuelta de 2010, seguido por la candidata del Polo, Clara López. En segunda (contra Óscar Iván Zuluaga, del CD) se sumaron Saravena y Tame, donde la exalcaldesa de Bogotá había sido tercera y sus votos pasaron al entonces aspirante a la reelección.
Las alcaldías, los concejos y sus puestos en la Asamblea también son dominados por fuerzas más de izquierda, como el Polo, la Alianza Verde, la ASI, la UP y el Partido Liberal.
Este último era el partido tradicional del departamento, su cercanía histórica con el ELN es un secreto a voces y “poco le camina a la dirección nacional”, indica Rojas, que fue alcaldesa con su aval antes de llegar a la UP.
En contraste, la presencia del Conservador o el Centro Democrático en esas dos poblaciones es prácticamente nula. “Quienes votan por Uribe aquí son los silenciosos, personas que están resentidas por lo que les ha tocado vivir”, afirma un periodista de Fortul. En Arauquita también dicen que los uribistas hicieron “campaña silenciosa”. Son pueblos a donde no pueden entrar con bombos y platillos al parque principal, como sí lo hicieron en Tame.
Hay dos teorías muy aceptadas en la región que explican el contraste con Saravena, “un pueblo de izquierda con un alcalde de derecha (del CD)”, como dice el periodista de Fortul. Una es la ruralidad superior al 50 por ciento de la población de ambos municipios. Sepúlveda dice que sí influye pero no por sí misma sino porque “eso les da más manejo” a las guerrillas. Es otra manera de decir que a la gente del campo ha vivido más el conflicto, que es el argumento más común.
José Murillo, líder social del Congreso de los Pueblos, se queja de que hay “prejuicios creados para estigmatizar a la población”. Su versión es que son municipios con “más consciencia” gracias a la organización social y no se pueden estigmatizar. “Aquí los partidos alternativos tenemos más actividad con la comunidad y le hacemos ver la realidad”, arguye Olivares, que preside el Movimiento Alternativo Indígena y Social (Mais) de Arauquita, aunque fue alcalde liberal.
Saravena, retaguardia histórica del ELN, es considerado uno de los municipios más complejos en el orden público del departamento.
Por su parte, Cedeño es más crítico y apunta que esas estructuras son más fuertes en Saravena, “pero la gente ha sentido más la rosca y vota contra líderes dogmáticos como Murillo”. Mientras tanto en los pueblos vecinos, Arauquita y Fortul, según él, “las organizaciones sí trabajan por la comunidad”.
De todas formas en toda esa esquina “las condiciones las pone la guerrilla, el Estado no ha sido capaz”, dice Sepúlveda. Lo que pasa es que los saravenenses se cansaron y dieron lo que el concejal Gutiérrez llama un “vuelco político”, que permitió derrotar en las urnas al ELN por tres mandatos locales consecutivos. Aunque con el alcalde actual, Yecid Lozano, hay dudas sobre su lealtad al discurso de mano dura contra contra la guerrilla que maneja su partido.
“Si realmente fuera del Centro Democrático ya lo habrían matado”, sentencia el concejal Serrano y un periodista local usa la misma frase casi exacta. “Anda como Pedro por su casa”, complementa el comunicador. En cambio el concejal Naranjo, único de ese partido en la corporación, lleva dos atentados en su contra. Y la colectividad tampoco tiene tanta fuerza en lo local, ninguno de los cuatro diputados de Saravena es del CD, por ejemplo.
Por eso el cabildante de La U no le atribuye el triunfo de Lozano al discurso uribista. Al contrario: dice que se valió del nombre y la influencia de su hermano Vicente, el eleno-político prófugo, que fue el primer alcalde de Saravena por elección popular. Cedeño considera que combinó las dos estrategias y que eso prueba que el ELN ahora tiene gente en todos los partidos, “no se salva ninguno”.
En defensa del alcalde, Naranjo recuerda que “llegó al partido bajo amenazas”. Aunque también le reclama que no sea “más radical”, le reconoce que ha podido llegar con inversión a zonas donde sus antecesores no lo habían hecho.
Para Murillo la diferencia del mandatario es que “no estigmatiza como los anteriores”. Pero Serrano lo acusa de enfrentarse con otros líderes comunitarios porque, según él, “de moderado tiene poco”.
Cercano al ELN o no, el alcalde Lozano no está dando un viraje nuevo en la política del Piedemonte araucano.
Un concejal de Fortul pronostica una futura “amistad” entre el CD y el ELN y la justifica con este relato: “Hace años, para las guerrillas el objetivo militar aquí era La U. Ya no”. El alcalde anterior de Saravena, Johon Fredy Peña, era de La U y recibió amenazas. El concejal Serrano, hoy en la oposición desde esa misma colectividad, cuenta que entre 2001 y 2003 las Farc le hicieron tres atentados y el ELN lo secuestró. Todo eso quedó en el pasado.
En todo caso al tiempo que el alcalde Lozano recibe esas críticas, lo acusan de favorecer el discurso uribista para “manipular a la gente”. Pero el miedo al ‘castrochavismo’ es más grande que Lozano y Saravena. En toda la frontera e incluso pueblos más alejados de ella, la inmigración venezolana le dio rostro al fantasma y eso también marcó los resultados en el departamento.
Los venezolanos que cruzan a diario por el paso legal hacia Colombia (o por los múltiples puntos ilegales) se acercaban a los eventos de campaña del Centro Democrático para expresar su apoyo. “Eso nos ayudó mucho”, reconoce Naranjo. Están por todas partes. Acampan en el malecón, venden productos de aseo puerta a puerta, construyen cambuches en las orillas de las carreteras, venden bolívares en las esquinas. Y claro, si tienen doble nacionalidad, le votan a la derecha.
Aun así, el efecto más importante de los inmigrantes en las elecciones pasadas fue el psicológico. La dimensión la expresa Olivares con una comparación sencilla. “Si el cuento del ‘castrochavismo’ pegó en ciudades donde no saben ni qué es el río Arauca, imagínese aquí”. Las redes sociales, los medios de comunicación, los actos de campaña en las calles reprodujeron la narrativa de “no ser otra Venezuela”.
Solo en la primera mitad de este año entraron 10.400 ciudadanos del país vecino con pasaporte sellado por Migración Colombia. Menos de la cuarta parte declaró tener la intención de quedarse en el departamento, la mayoría pensaba seguir su periplo hacia Bogotá, Ipiales (para pasar a Ecuador) u otras ciudades. Pero esa cifra deja por fuera a los que cruzan a diario y a los que entran ilegalmente, por ejemplo. El cálculo de los residentes es de 25.000 personas.
La crisis social y todos los males que les achacan, a pesar de todo, se pasaron por alto en esta campaña. Pero podrían pesar más en las locales del año entrante. “Es que parece que el gobernador les hubiera dado permiso de adueñarse de todo”, alega una taxista en la capital. Mientras tanto los políticos locales apuntan al Gobierno nacional como el responsable de las políticas tardías o insuficientes para manejar la situación. Pero “ningún candidato tiene propuestas sobre eso”, se queja el concejal Gutiérrez.
“Hay negocios que han cerrado”, dice Arciniegas. Un comerciante local se queja de la llegada de mercancías a precios mucho más bajos. El sector está “reventado” por la situación, según Naranjo. Otros apuntan a la degradación de la seguridad e incluso al aumento de las enfermedades de transmisión sexual. Hasta la disidencia de las Farc secuestró y asesinó a los venezolanos acusados de haber hecho lo mismo con la líder social María Moreno.
En el Ministerio Público preocupa que “el Estado no pudo atender a las víctimas de la violencia en Arauca, mucho menos a los venezolanos”. Para el diputado Hernández, el debate va a estar centrado en cómo atender a más gente con menos recursos y más presiones. Hernández anticipa que “a medida que Venezuela se hunda va a ser peor”.
El río Arauca marca la frontera entre Colombia y Venezuela en esta región.
Y con la discusión sobre la plata llegará el tema de las regalías, que ya cobró sus primeras facturas, y el conflicto entre petróleo y medio ambiente en algunos municipios.
La plata del petróleo fue la que le permitió al exgobernador Castillo poner a su sucesor, Alvarado Bestene. Pero también fue la que lo ‘quemó’ en su aspiración a la Cámara de Representantes por Cambio Radical. De los 1,15 billones de pesos que se liberaron del Fondo de Estabilización para el departamento a raíz de la reforma a las regalías, se gastó 576.000 millones, la mitad, lo que le permitió contratar obras que le dieron popularidad y lo metieron en parte de los líos judiciales que tiene hoy en día.
Las investigaciones en su contra fueron utilizadas como banderas en los medios de comunicación locales. Y su paso al partido del candidato presidencial Germán Vargas Lleras, lejos de ayudarlo, terminó dividiendo a La U en el departamento. “Creyó que tener al Estado como plata de bolsillo iba a ser suficiente y no le funcionó”, arremete Cedeño, uno de los analistas que lo criticaba en los medios.
De ese movimiento también salió damnificado el exrepresentante de ese partido por Arauca, Albeiro Vanegas, que no logró dar el salto al Senado, aunque el barranquillero José David Name, también de La U, sigue estando entre los congresistas más votados del departamento (solo lo superó el uribista Matus este año). Claro, según Rojas, al ahora excongresista también le cobraron haber sido ponente en la conciliación de la Ley de Regalías que le quitó parte de esos recursos a departamentos productores como Arauca para repartirlos por todo el país con diferentes criterios. Además, hoy también está salpicado por la “mermelada tóxica”.
Sepúlveda considera que la gente “hasta ahora se está pellizcando que era mejor tener las regalías aquí”. Igual hay consenso en que nunca se notaron lo suficiente. Las principales carreteras del departamento tienen tramos con baches hasta de una cuadra y entre Arauquita y Arauca la maleza ya empieza a invadir el pavimento por los costados. Todo el mundo se queja de los “elefantes blancos” y los contrasta con la falta que hace una buena vía a Pamplona (Norte de Santander), por la ruta que hoy se conoce como la trocha de la Soberanía.
Pero ahora ni siquiera hay con qué contratar las obras. Una publicación del economista Libardo Sarmiento para la Fundación Paz y Reconciliación sobre la historia del petróleo en Arauca da cuenta del proceso de empobrecimiento de las finanzas públicas departamentales tras la reforma. Al fin y al cabo el petróleo sí permitió hacer escuelas y hospitales. “Sin esa plata no tendríamos los huecos en las calles pavimentadas porque serían de tierra”, advierte Cedeño.
Aunque no consideran que el tema haya pesado tanto en la decisión presidencial de los araucanos, sí esperan que Duque cumpla con devolver las regalías al 50 por ciento para los productores. Sobre todo por el impacto en el empleo del que siempre se han quejado por la llegada de población de los santanderes, Bogotá y las costas detrás de la bonanza petrolera cuando empezó en 1983. Una de las empresas eliminó hace poco un examen de seguridad que, en la práctica, impedía contratar gente local. “Para eso sí sirvió la paz”, admite el politólogo.
Este enfoque tiene más peso en Arauquita y Arauca, los municipios petroleros por excelencia. Sobre todo la capital, que es la que más recursos recibe por ese concepto. De hecho el beneficiado con los votos del Centro Democrático a Cámara, ante el desplome de La U y el fallido intento de Cambio con Castillo, fue el nuevo representante Luis Emilio ‘Pato’ Tovar, exalcalde de Arauca que también manejó presupuestos billonarios del Fondo de Estabilización cuando se liberó con la reforma.
Pero si las regalías no vuelven pronto puede crecer la oposición a nuevas exploraciones y explotaciones, que ya se percibe en otros pueblos donde los proyectos todavía no se han concretado. “La gente puede pensar que para qué petróleo si solo nos quedan putas y ladrones”, suelta Sepúlveda.
Tame y Saravena, por ejemplo, empiezan a verse en el espejo de Arauquita y, aunque las organizaciones ambientalistas son escasas y desorganizadas, el tema podría empezar a posicionarse. El diputado saravenense Leison Botía, de la Alianza Verde, se ha convertido en un vocero departamental del tema. En su municipio ya se está planteando una consulta para proteger su despensa agrícola, en el sector rural de El Charo, donde los cultivos de cacao, yuca y plátano corren el riesgo de ser reemplazados por una actividad petrolera que está en proceso de licenciamiento ambiental.
Lo que temen es que se repita allí el caso emblemático de la laguna de Lipa, en Arauquita, que se secó por el taponamiento de afluentes que le achacan a la infraestructura petrolera. Igual pasa con las inundaciones que han causado las lluvias desde mayo; van 20.000 damnificados este año y la historia se repite una y otra vez sin prevención, sin dragado del río, pero también por supuestos taponamientos de desagües causados por las obras de la empresa. Una eventual consulta podría impulsar el tema en el debate público local.
Naranjo, por ejemplo, que ya habla como candidato, promete “no afectar los intereses del municipio con unas directrices nacionales (del CD sobre la minería)”. Mientras el Gobierno nacional de su partido no descarta darle vía a la fracturación hidráulica (‘fracking’) para extraer petróleo y gas en el país, él manifiesta que apoyaría la consulta en Saravena si se alcanza a hacer antes de que salgan las licencias.
Según el analista Cedeño, “se complejizó mucho hacer campaña para los sectores tradicionales”. Pero “los alternativos son los mismos pero camuflados”, advierte el periodista Jesús Humberto Mejía en Arauquita.
Matus, a quien muchos ya asumen como el candidato del CD a la Gobernación e incluso como posible ganador, es sobrino de Alvarado Bestene y viene de una familia de políticos de vieja data en el departamento y los Llanos en general. La otra carta del partido podría ser Manuel Pérez, su coordinador departamental y amigo de Tovar.
El liberalismo tiene varios pero el que más suena es José Alí Domínguez, padrino del representante Eneiro Rincón, que es quien toma la decisión. Pero incluso liberales contemplan acercarse o pasarse al partido de Uribe, Cambio o La U, sobre todo porque el partido rojo tiene pendiente una sanción que le impediría presentar lista a la Asamblea el año entrante, lo que le quita viabilidad a un aspirante propio.
La percepción en el ecosistema político del departamento es que ahora todo el mundo quiere entrar al Centro Democrático, dados los últimos resultados. “Todos los últimos gobernadores han tenido que ver con la línea del presidente”, señala Cañón. El partido sería entonces el nuevo trampolín como lo fue Cambio Radical en tiempos de uribismo o La U en los de santismo. En eso coincide Cedeño.
No obstante, es temprano para hacer pronósticos. La línea de partida todavía no está completa porque los partidos apenas están empezando a decantar los resultados y falta más de un año para los comicios. Los partidos pequeños podrían definir un candidato propio o formar coaliciones con otros, como la que impulsó a Alvarado en 2015.
Además, también hay consciencia de que el Centro Democrático podría estar “inflado”. Ya en 2014 había ganado las dos vueltas presidenciales en el departamento y había tenido la lista más votada a Senado. Pero entre más regionales son los temas, más se pierde el peso del expresidente Uribe para poner votos. Por eso en Cámara todavía gana el liberalismo y a nivel local solo ha tenido resultados de peso en la capital.
Y sobre todo, falta ver qué va a hacer el ELN, tan definitivo en el piedemonte por su apoyo como en los municipios de la sabana araucana por el rechazo que genera. Eso seguro dependerá también de lo que pase con el proceso de paz en Cuba.
Sobre este punto, el conductor pirata y las mujeres de Cravo y Tame coinciden en que hay cierta sensación de incertidumbre tras el triunfo de Duque. Hay temor de que regresen los ‘paras’ y de que la guerrilla se reorganice con más fuerza para responderle al Estado si decide apostar por el enfrentamiento armado. Confían en que “esto ya no puede ser igual que antes” y en que el presidente mantendrá lo bueno de la paz.
Mientras el debate gira en torno a la guerra o la paz y salen a flote algunas otras materias, como los aspectos económicos y ambientales de la explotación petrolera, el departamento sigue inundado. Entre los más afectados están los habitantes de 80 asentamientos informales. O sea que falta una política de vivienda.
El Hospital San Lorenzo de Arauquita está en operación tortuga porque a sus empleados no les pagan. La mujer que trabaja en un colegio de Tame tiene que ir hasta Arauca (a casi tres horas de distancia) para hacerse un tratamiento odontológico porque su EPS no tiene un convenio más cerca.
La sede Orinoquía de la Nacional obliga a ir a una de las sedes andinas después de cierto semestre. El Sena se está construyendo en un lote donado por una petrolera. Falta ciencia y tecnología. Falta agroindustria con valores agregados. Hay hectáreas y hectáreas de ganadería extensiva que se podrían cultivar.
Si en algo tienen razón todos estos dirigentes locales en que la mejor manera de combatir a la guerrilla es la inversión social: escuelas, vías, acueductos. Y lo que falta es compromiso.
Porque, eso sí, ahorita empieza la campaña y todos querrán conquistar como un joropo que sonó en la emisora del taxi el Día del Llanero: “Prometía más que un político / cuando está haciendo campaña, / cuando está haciendo campaña. / Hacía cualquier artimaña. / El reto era convencerla”.