Pasar al contenido principal
Martes, 21 Agosto 2018

Derrotar a los Char en Barranquilla: ¿Misión imposible para el petrismo?

Por Tatiana Velásquez

La principal corriente del anticharismo comienza cuesta arriba la carrera electoral de 2019 porque, además de enfrentarse al poder casi hegemónico de los Char, aún no tiene candidatos fuertes ni una alianza garantizada con las otras fuerzas alternativas del Atlántico.

Después de la segunda vuelta presidencial, que dejó a Gustavo Petro como ganador en Atlántico y con 100 mil votos por encima del recién posesionado presidente Iván Duque, las fuerzas políticas en Barranquilla comienzan a moverse de cara a los comicios locales de 2019. Especialmente los grupos independientes que impulsaron a la Colombia Humana buscan transformar los 188 mil sufragios por Petro en una avalancha de apoyos para arrebatarle la Alcaldía a los poderosos Char.

 

Sin embargo, pese a que los barranquilleros no votaron mayoritariamente en las presidenciales ni por el candidato de los Char, Germán Vargas Lleras, ni por el uribista Iván Duque, endosarle los votos por Petro a una futura candidatura “antiChar” podría ser una labor titánica porque, después de una década en la Alcaldía, el charismo se consolidó en Barranquilla como una gran fuerza política que capitaliza haber transformado la infraestructura de la ciudad y, claro, tienen intención de conservar el poder.

Los Char conforman uno de los principales clanes políticos de la región Caribe, liderado por el exsenador y empresario Fuad Char y sus hijos, el alcalde de Barranquilla Alejandro Char y el senador Arturo Char. De esa misma familia hace parte el excongresista David Char Navas, preso e investigado por parapolítica, quien también fue miembro de Cambio Radical, aunque no ha hecho toda su carrera política de la mano de su tío Fuad ni de sus primos Alejandro y Arturo.

Es tanto lo que ese grupo ha logrado que, después de tres administraciones consecutivas desde 2008, los barranquilleros se sienten cada vez más satisfechos de vivir en su ciudad, según lo expresan cada año en las mediciones de la iniciativa de control ciudadano ‘Barranquilla, cómo vamos’. De hecho, en la encuesta más reciente, el 81% de los entrevistados dijo aprobar la gestión del alcalde Alejandro Char.

Ese grupo político mantiene su prestigio a pesar del alto endeudamiento del Distrito -hasta 2035- para contratar las obras, el poco debate público que propicia la administración distrital y el incremento sostenido de los impuestos.

El optimismo se multiplicó con la organización y realización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe que dejaron a Barranquilla con renovados escenarios deportivos y a su Alcaldía sacando pecho por el éxito de este evento internacional.

Es por esos logros -y por el poder acumulado durante la última década- que el continuismo de ese grupo político se da por descontado en Barranquilla. Además de la Alcaldía de ese distrito, desde las elecciones de 2015 los Char manejan las administraciones de los cuatro municipios del Área Metropolitana de Barranquilla: Malambo, Puerto Colombia, Galapa y Soledad. Este último es reconocido a nivel nacional por ser una de las principales plazas del más descarado clientelismo y -con frecuencia- del fraude electoral. Hay denuncias según las cuales su Registraduría ha sido usada en ocasiones por algunos políticos como una caja menor para “cuadrar sus votos”.

Los Char también son dueños de una de las principales cadenas de supermercados, donde sus empleados son potenciales electores leales. Junior, el equipo de fútbol más popular de la región, es de su propiedad; controlan la cadena de radio más escuchada; tienen Contralor de bolsillo, un Concejo complaciente y a una prensa local amiga.

También manejan buena parte de la burocracia en la Gobernación del Atlántico y podrían seguir teniendo participación en la administración departamental los próximos cuatro años si resulta elegido un aliado como el exgobernador y exembajador José Antonio Segebre, quien suena fuertemente para repetir candidatura. Aunque Segebre no es del grupo de los Char y tiene detrás a su hermano Jorge Segebre, un peso pesado de la construcción en el Caribe, su campaña recibió el apoyo charista en las elecciones de 2011.

Más allá de ese poderío charista, el petrismo también la tiene cuesta arriba porque aún no tiene candidatos fuertes ni una alianza garantizada con las demás fuerzas alternativas.

La falta de candidato y de consenso más allá de Petro

Dos semanas después de la segunda vuelta presidencial, Gustavo Petro les comunicó a sus simpatizantes tres directrices para las elecciones de 2019: la necesidad de una mejor organización de su movimiento Colombia Humana; apostarle a edilatos, concejos, asambleas, gobernaciones y alcaldías, y una mayor participación en las discusiones públicas de las regiones.

Esa resolución, explica Máximo Noriega, uno de los líderes del petrismo en el Atlántico, es el punto de partida de un largo proceso que busca poner de acuerdo a ese movimiento político con otras fuerzas independientes como Alianza Verde, el Polo y Compromiso Ciudadano. Con ese tipo de coalición quieren emular los resultados electorales de hace 25 años, cuando las fuerzas alternativas de la época se unieron y lograron elegir a Bernardo Hoyos Montoya, alcalde de Barranquilla, y a Gustavo Bell Lemus, gobernador del Atlántico.

Los petristas buscan una baraja amplia de candidatos a la Alcaldía, dispuestos a someterse a un mecanismo de selección y a recibir el apoyo de Petro. Él haría campaña en plaza pública con el elegido para intentar despertar un fervor similar al que despertó su candidatura y tratar de capitalizar la indignación contra la política tradicional, de la que hacen parte los Char.

Esa soñada alianza tiene -desde ya- dos obstáculos que evidencian la histórica confrontación sectaria de la izquierda en Colombia.

Primero, el petrismo debe ponerse de acuerdo en su interior porque en las presidenciales trabajaron al menos 20 cuadros en el Atlántico que no siempre coincidieron con las estrategias electorales proclamadas por sus directivas.

Ello podría explicarse porque funcionan más como una amalgama de fuerzas que como un movimiento con disciplina de partido. Las presidenciales dejaron claro que en Atlántico hay petristas en los verdes, el Polo y los liberales. También, en los grupos de LGBTI, de organizaciones campesinas, de estudiantes y de mujeres, y entre quienes no se sienten representados por los grupos políticos tradicionales.

El segundo obstáculo que enfrentarán será lograr un acuerdo con las demás fuerzas alternativas, que no están dispuestas a participar de un eventual pacto como subordinados. Por ahora, ni Compromiso Ciudadano -fundado por Sergio Fajardo-; ni el Polo, ni la Alianza Verde ven posible una concertación porque tienen otras prioridades a corto plazo, como la Consulta Anticorrupción del 26 de agosto.

En el caso del directorio Atlántico del Polo hay al menos siete corrientes, algunas afines a Petro y otras en orillas opuestas a él -como la del MOIR- que lidera el senador Jorge Robledo.

Aunque todo está por definirse para las elecciones de 2019, en el Polo tienen claro que no estarán dispuestos a participar en una consulta por la Alcaldía con la etiqueta de la Colombia Humana. Al menos eso dice Norman Alarcón, uno de los directivos del Polo, de la línea del MOIR.

En los verdes también hay un ala cercana a Petro y otra que no vota con él. Esta última es dueña de sus propios votos y tiene más participación en los municipios del Atlántico, con siete concejales, que en Barranquilla, donde sólo tienen cuatro ediles.

Hasta ahora los verdes proyectan candidatos a otras alcaldías municipales, pero descartan jugar por la distrital de Barranquilla. En parte, explica el vocero de ese partido Alci Villanueva, porque ven difícil derrotar a los Char.

La otra fuerza alternativa del Atlántico es Compromiso Ciudadano, que está más enfocada en organizar a sus simpatizantes, en apostarle a las alcaldías de la zona metropolitana de Barranquilla y en armar listas a concejos y Asamblea. Aunque los “fajardistas” no descartan “alianzas futuras con ningún partido político”, según explica su vocero Diego Saavedra, un acuerdo con la Colombia Humana no está entre sus prioridades.

El otro reto del petrismo será buscar candidatos que muevan masas de manera similar a como lo hace su líder natural. Tan claro lo tienen que están apostándole a “hacer petricos en las regiones”, dice Máximo Noriega. Pero lograr candidatos con el mismo talante de Petro y capaces de llenar plazas públicas parece utópico. En el caso barranquillero, no todos los cuatro nombres que suenan como cartas del petrismo tienen la su misma capacidad de oratoria ni un reconocimiento comparable.

Son ellos el defensor de derechos humanos José Humberto Torres; el director de la ONG Protransparencia y exsecretario privado de la Alcaldía de Barranquilla, Horacio Brieva; el exconcejal y excandidato a la Alcaldía Rafael Sánchez Anillo y el abogado y excandidato al Concejo Antonio Bohórquez.

No menos importante será para el petrismo definir el mecanismo de selección de su carta, que podrá ser vía consulta popular, encuesta o acuerdo común entre los precandidatos.

En contraste con la falta de certezas y de unión de los movimientos alternativos, está un charismo consolidado, que cierra filas alrededor de sus líderes y que ya trabaja para dar su siguiente movida electoral.

La hegemonía charista aceitada con maquinaria

Si bien para las próximas elecciones el charismo ya no tendrá como candidato al carismático “Alex” Char, a quien incluso varios de sus contradictores consideran “inderrotable”, ese movimiento busca retener la Alcaldía con otro candidato al que la gente sienta igual de cercano.

Desde ya quien suena con más fuerza para el relevo es la exalcaldesa Elsa Noguera, una competidora con la que los Char tendrían una campaña más cómoda porque no necesita mucha presentación en Barranquilla. Además de las obras que impulsó como alcaldesa, tiene entre sus credenciales haber sido la secretaria de Hacienda que mejoró las finanzas de la ciudad entre 2008 y 2010, haber sido la fórmula vicepresidencial de Germán Vargas Lleras y ministra de Vivienda durante el gobierno de Juan Manuel Santos.

¿Qué la convierte en la candidata más fuerte del charismo? La respuesta parece obvia cuando se miran sus cifras en las encuestas que han comenzado a publicarse durante el último año en Barranquilla. En una de julio de 2017 obtenía el 50% de intención de voto.

Noguera, sin embargo, tiene un talón de Aquiles que sus contradictores podrían aprovechar durante una eventual campaña: el pasado judicialde su esposo Juan Carlos Hernández Lucarini, capturado en 2004 por narcotráfico y condenado en 2007.

Por ahora, Elsa Noguera dice que no será candidata porque cree en “los nuevos liderazgos” y porque es la presidenta del capítulo Colombia de la Fundación Scholas, creada por el papa Francisco. Su negativa no es interpretada como un portazo definitivo porque aún es muy prematuro para que ella se lance al agua, comenta uno de los miembros de la bancada charista en el Congreso.

Quién sí comenzó campaña desde ya para ganarse la bendición charista es Jaime Pumarejo, exgerente de Desarrollo distrital y hombre de confianza de Alejandro Char. El pasado primero de agosto, un columnista cercano a los Char anticipó en El Heraldo -medio del que Pumarejo es accionista- la candidatura. Horas después, el mismo Pumarejo confirmó su deseo de ser alcalde en una emisora local, propiedad de los Char.

Al anticharismo le conviene que el candidato sea Pumarejo porque, según lo describió uno de los miembros de la Colombia Humana que pide no ser citado: “es más vencible”.

También suenan como precandidatos del charismo Gonzalo Baute, exsecretario de deportes que renunció en julio a su cargo, y el concejal de La U Juan Carlos Ospino, alineado desde 2015 con esa casa política.

Sea quien sea la carta charista, ese nombre llegará respaldado con una aceitada maquinaria que se alimenta de los votos propios del clan y suma los de varios políticos aliados, entre los que están 20 de los 21 concejales de Barranquilla y los senadores atlanticenses Efraín Cepeda, Mauricio Gómez y Laureano Acuña.

Ese andamiaje ya dio muestras de efectividad en las legislativas recientes. Los 400 mil votos que sacaron sus candidatos les permitieron consolidar una bancada de 11 congresistas y convertirse en una de las empresas electorales más poderosas del actual Congreso.

De allí que distintos analistas políticos en Barranquilla, consultados para esta historia, hayan interpretado el triunfo de Petro en primera y segunda vuelta como el resultado del antiuribismo de vieja data del Atlántico y de la libertad que suelen tener los votantes en las presidenciales, a diferencia de los comicios locales y legislativos en los cuales la clientela sí es decisiva.

Las lógicas y los métodos de esa estructura clientelista podrían cambiar después de la captura, en marzo, de la senadora conservadora Aída Merlano, acusada por la Fiscalía de diseñar un sofisticado esquema de compra y venta de votos para saltar de la Cámara al Senado.

Si habrá o no un verdadero efecto Merlano en el mercado local de votos, dependerá de lo que le ocurra a la senadora, quien tiene el apoyo del contratista Julio Gerlein y ha sido aliada de los Char en varias elecciones. A ella y a otros siete políticos del Atlántico la Fiscalía les imputó delitos de corrupción al sufragante.

Por lo pronto, las apuestas en Barranquilla apuntan a una sofisticación de la compra de votos y a pocos cambios en las conductas electorales, porque -más allá de la transacción económica- hay una red de lealtades forjadas: los políticos suelen solucionarles a sus simpatizantes problemas cotidianos, como el pago de la factura eléctrica o la falta de empleo.

Es justamente la posibilidad de “proveer esos bienes de poder”, lo que hace compleja esa relación político-elector, fenómeno que no es exclusivo del Atlántico, explica Ángel Tuirán, director del departamento de Ciencia Política de la Universidad del Norte.

Con la llegada de los Char al poder no sólo se ha beneficiado el ciudadano de los barrios menos favorecidos sino docenas de personas que, por su trabajo en el Distrito, han mejorado su calidad de vida. Es el caso de cientos de maestros quienes -a pesar de su tradición de izquierda- se han alineado con el charismo por cuenta de las obras de infraestructura en sus escuelas y de un plan de capacitación, que ha incluido viajes dentro y fuera del país.

Al modelo Charista aún le queda gasolina

Después de tres administraciones consecutivas de los Char, la mayoría de barranquilleros no cree que la ciudad necesite un relevo político, ya que ven en la Alcaldía a la institución que más trabaja para mejorarles su calidad de vida, “muy por encima de otras entidades gubernamentales, sociedad civil, iglesia y sector privado”, según arroja la encuesta más recientede percepción ciudadana ‘Barranquilla, cómo vamos’.

De hecho, el alcalde Alejandro Char logró que el Concejo le aprobara un presupuesto de 17 billones de pesos para ejecutar su plan de desarrollo 2016-2019. Una cifra sin precedentes en la historia de Barranquilla y con la que el mandatario ejecuta un nuevo capítulo de su revolución de cemento.

Esa percepción ciudadana, en parte, explica el llamado “teflón” del alcalde Char. En esa misma encuesta su imagen favorable marcó 93%, sin que le hicieran mella escándalos recientes que lo involucran a él y a personas de su círculo cercano.

Ni siquiera lo afecta -al menos por ahora- el caso Lezo de España, en el que autoridades de ese país indagan por posibles coimas pagadas por los ibéricos para mantener o aumentar su participación accionaria en la empresa de acueducto de Barranquilla Triple A, ni las dudas que ha generado en algunos sectores barranquilleros su decisión de crear empresas mixtas por hasta 30 años para manejar el alumbrado público y los hospitales.

Por el contrario, hay una percepción generalizada de que a los Char cualquier posible error o desliz con el manejo de lo público se les perdona porque han hecho -y siguen haciendo- mucho por la ciudad.

En Barranquilla, al igual que en ciudades como Medellín y Montería -que también han vivido notorias transformaciones urbanas y sociales, es normal escuchar a sus habitantes decir “aquí roban, pero hacen” o “hay corrupción, pero al menos se ve el cambio”. Dichas expresiones demuestran cierta indulgencia al evaluar a su clase política. Ese tipo de justificaciones -explica el investigador y profesor de la Universidad del Norte Ángel Tuirán- evidencia una disfuncionalidad de la sociedad colombiana porque los juicios morales suelen ser relativos, es decir, variables según el contexto político.

Pero, especialmente, para que haya un relevo en la Alcaldía de La Arenosa se necesita un descontento ciudadano sólido y, como lo explica el columnista barranquillero de El Tiempo, Thierry Ways, “no hay un escenario propicio para generarlo”.

Por eso, el petrismo le apuesta a debatir en esta campaña las asignaturas pendientes de Barranquilla que las administraciones charistas aún no resuelven. Entre esos temas están la falta de cultura ciudadana, el caos en movilidad y la inseguridad -por cuenta de una guerra entre bandas, desde 2013 están apareciendo en zonas ribereñas cuerpos desmembrados-.

Los petristas ya comenzaron a propiciar el “abrebocas a una deliberación” con un documento de 15 páginas, escrito por el precandidato Horacio Brieva. Allí él plantea algunos de esos retos que Barranquilla debe encarar los próximos 20 años.

Habrá que esperar si ese discurso cuaja en una capital tan charista como Barranquilla. De lograrlo, el debate electoral no solo se enriquecerá sino que no resultará tan predecible como el de 2015, cuando Alejandro Char era el cantado alcalde desde antes de oficializar su candidatura.

 

La apretada contienda por la Alcaldía de Soledad

En Soledad, uno de los municipios con mayor fraude electoral de Colombia, comenzó el sonajero de candidatos que buscan arrebatarle la Alcaldía a los Char, el clan político detrás del mandatario Joao Herrera. Hasta ahora suenan 15 nombres de distintas corrientes políticas y a diferencia de Barranquilla, allí la puja por la primera silla municipal luce más pareja porque la gestión del exnotario no ha marcado un antes y un después en la calidad de vida de los lugareños, tal como sí ha ocurrido en el vecino distrito con el gobierno charista.

En la primera encuesta de percepción ciudadana ‘Soledad, cómo vamos’, publicada en 2017, solamente el 30% de los entrevistados aprobaba la gestión de Herrera, mientras que el 65% consideraba que las cosas en el municipio no iban por buen camino. Unos indicadores que podrían explicarse por los retos en salud, movilidad, transparencia e infraestructura que persisten en esta población de medio millón de habitantes y la segunda más importante del Atlántico, después de La Arenosa.

En particular, el modelo Char no ha aterrizado con éxito allí porque a diferencia de Barranquilla, Soledad no tiene estratos socioeconómicos altos que puedan costear vía impuestos, como la valorización o el gravamen a la telefonía, megaobras de infraestructura en escuelas, hospitales, vías y parques.

A eso se suma que el alcalde no ha contado con un unanimismo alrededor de su gestión. De hecho, desde que llegó a la Alcaldía en enero de 2016, Herrera ha enfrentado una férrea oposición liderada por la clase política local, que tiene vuelo propio y gran parte de ella está por fuera del control charista. El año pasado, por ejemplo, circuló un audio en el que quedaba en evidencia un complot para sacarlo.

Además, Herrera ha enfrentado esa oposición en el Concejo soledeño, donde la mayoría en su contra está bajo la batuta de los concejales del partido de La U Johnny Pulgar, Enrique Del Castillo y Daniel Florián. Este último, actual presidente de la corporación.

Esos concejales opositores tienen vasos comunicantes con los senadores atlanticenses del partido de La U, Eduardo Pulgar y José David Name, que ya jugaron en las elecciones de 2015, enfrentados a los Char, al apoyar al candidato que quedó de segundo, Rodolfo Ucrós.

Name y Pulgar nuevamente buscan tener candidato para el próximo año y en esa aspiración Ucrós podría repetir como su carta.

Con Name y Pulgar pujando por la primera silla de Soledad, se anticipa desde ya una campaña en la que los Char no tendrán el camino despejado. Pero, ¿por qué estos dos senadores apretarían las elecciones en ese municipio? El primero por ser el heredero de una de las casas políticas más tradicionales del Atlántico, por décadas liderada por el fallecido exsenador José Name Terán, mientras que el segundo fue concejal de Barranquilla y ahora se erige como un cacique emergente, que retornó a la política en 2014 gracias a una revocatoria de sanción firmada por el entonces procurador Alejandro Ordóñez.

Además, hasta ahora no hay una carta charista clara. Quien suena con más fuerza para ganarse la unción de ese clan político es el exsecretario de Hacienda Féderman Vizcaíno, cercano al alcalde Herrera. Sin embargo, Vizcaíno tiene un largo camino por delante para ganarse el aval de Cambio Radical porque la estrategia de los Char es que los candidatos comiencen a lanzarse al agua, desde ya, para que la misma contienda vaya depurando ese listado y dejando a flote a los más viables, comenta uno de los congresistas atlanticenses de Cambio Radical.

El candidato charista también tendrá como contrincante al nombre de la Colombia Humana. Los petristas en ese municipio le apuestan, como en el resto del país, a capitalizar los votos que Gustavo Petro sacó durante la contienda presidencial. En Soledad, Petro dobló a Iván Duque con cerca de 60 mil votos, en primera vuelta, y en segunda le sacó 30 mil votos de diferencia.

Pero como les ocurre en Barranquilla, los petristas la tienen difícil porque muchos de esos votos por Petro no fueron necesariamente votos en contra de los políticos locales, es decir, de las fuerzas soledeñas que históricamente han mandado en el municipio.

Y justo esos cacicazgos, que le han hecho sentir a los Char que no juegan de locales en Soledad, serán decisivos los próximos meses. Esos políticos tienen vuelo propio y suelen alimentar en las elecciones legislativas, las estructuras de grupos políticos con reconocimiento nacional como los Char, Name y Gerlein. Sin embargo, no siempre cierran filas sobre los mismos candidatos en las regionales.

Uno de esos políticos soledeños con músculo propio es el diputado Sergio Barraza, hermano de la exalcaldesa de Soledad Astrid Barraza y padre de la debutante representante a la Cámara por el Atlántico Jezmi Barraza. Esta última obtuvo, con aval liberal, cerca de 42 mil votos. Aunque Barraza milita en Cambio Radical, es autónomo en sus decisiones. A ese partido llegó después de no haber encontrado suficiente margen de maniobra en el grupo del saliente presidente del Senado Efraín Cepeda.

Otros caciques soledeños con capacidad de influencia en las elecciones locales son Antonio Fernando Castillo, que tiene a una sobrina en el Concejo; el concejal Rodrigo Martínez; el diputado Federico Ucrós, cercano al senador Efraín Cepeda, y el exalcalde Alfredo Arraut, cuya condena por haberle entregado el manejo de la salud a los paramilitares no lo dejó por fuera de la arena política. Aunque actualmente está aliado con la casa Char, Arraut es visto en Soledad como una figura comodín cuyos votos se mueven al son de la coyuntura electoral.

Ante todas esas fuerzas queriendo ganarse la Alcaldía, lo que vendrá en Soledad, sin duda, será una puja feroz en la que a diferencia de Barranquilla los Char no tendrán por delante una campaña cómoda.