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Martes, 21 Agosto 2018

Política local en la tierra del olvido

Por Farouk Simmonds

Allí donde se juntan las corrientes del Caribe y las brisas de la Sierra aún no soplan vientos fuertes de cambio. Una casa política de izquierda se afianza en Santa Marta y una familia trata de mantener el control en el Magdalena. ¿Se mantendrán las tendencias hacia 2019?

Magdalena, a lo largo de su historia, ha sido una región de profundos contrastes. De las épocas del mando de los gamonales bananeros, en tiempos de la United Fruit Company, de los líderes cívicos como Pepe Vives de Andreis -en los años cincuenta- o de la bonanza marimbera -en la década del setenta- quedan anécdotas entre los más veteranos ciudadanos de su capital, Santa Marta. Más vivos y frescos están los recuerdos de los años de influencia guerrillera en la Sierra Nevada de Santa Marta y su posterior guerra con las estructuras paramilitares por controlar el territorio dejando en medio de sus cruentos enfrentamientos a la población civil.

En Santa Marta y en buena parte de los municipios del Magdalena quedan en la memoria los crímenes contra dirigentes estudiantiles y sindicales (como Roque Morelli o Zully Codina), los acuerdos entre un amplio sector de la clase política y los jefes paramilitares para hacerse elegir (como el Pacto de Chivolo en 2001) y la posterior desmovilización de éstos para someterse a tribunales de Justicia y Paz donde, algunos, revelaron cuáles habían sido sus socios políticos. Unos quieren olvidar y otros mantener presente que dirigentes como Trino Luna Correa, Miguel Pinedo Vidal, Luis Eduardo Vives, Alfonso Campo, Jorge Caballero, entre muchos otros, se beneficiaron del poder que les ayudaron a conseguir comandantes de escuadrones de la muerte.

Este departamento, de 1.2 millones de habitantes, tuvo -en menos de cinco años- dos gobernadores destituidos y unas administración distritales cuestionadas por su inoperancia, corrupción y costosas privatizaciones.

En 2012 dos grupos políticos accedieron a los principales cargos de poder: la Alcaldía de Santa Marta y la Gobernación del Magdalena. En el primero, el exrector de la Universidad del Magdalena, Carlos Caicedo, se alzaba con 74,165 votos derrotando al constructor de origen conservador Alejandro Palacio. Al Palacio Tayrona, sede del gobierno departamental, llegaría Luis Miguel “Mello” Cotes, un joven e inexperto administrador de empresas que, de la mano de sus hábiles parientes, terminó convertido en uno de los alfiles más fuertes del partido Cambio Radical en esta zona del país.

Tras dos períodos de gobiernos regentados por ambos grupos políticos (Caicedo logró heredar a su candidato Rafael Martínez un capital de 91,294 votos y Cotes hizo elegir sin mucho esfuerzo a su tía, Rosa Cotes de Zúñiga con 294,793 sufragios) el panorama actual y hacia las próximas elecciones locales es menos previsible. Eso cree el politólogo Milton Infante Rubio, uno de los pocos analistas que decidió hablar abiertamente para esta historia. Según el experto consultado, las mismas dinámicas alrededor de las elecciones legislativas del 11 de marzo, y las dos vueltas presidenciales que dieron como ganador a Iván Duque pueden haber sacudido algunas estructuras políticas regionales.

“En las legislativas se dio el resultado de que el grupo político de la familia Cotes lideró en el departamento de forma muy importante, mientras que Fuerza Ciudadana (el movimiento de Carlos Caicedo) no obtuvo resultados. Eso hizo pensar cómo sería el escenario presidencial y sin embargo cambió”, remarca.

En efecto, el 11 de marzo fueron elegidos del corazón ‘cotista’ un representante a la Cámara y un senador: Carlos Mario Farelo y Fabián Castillo Suárez. La fuerza obtenida por la lista hizo posible, incluso, que un contradictor de su grupo, Jose Pinedo, hijo del exsenador condenado por parapolítica Miguel Pinedo Vidal, lograra una curul en la Cámara de Representantes.

Aunque en un grupo político distinto –comentó un dirigente que prefirió la omisión de su identidad- también fueron determinantes para la elección de Franklin Lozano de la Osaa, hijo del exalcalde de Zapayán -del mismo nombre- vinculado con la parapolítica al firma del Pacto de Chivolo y cercano políticamente al exgobernador Jorge Caballero. Como aliados tienen también a “la casa” Díaz Granados, grupo que mantiene su credencial con Hernando Guido, exdiputado y primo del exministro Sergio Díaz Granados.

Estas fuerzas, que se vincularon a la campaña de Germán Vargas Lleras, no lograron más de 71,896 votos. Dos periodistas conocedores de la fuente política y un jurista vinculado a diversas campañas electorales comentaron que esto se debió especialmente a la falta de respaldos económicos nacionales de la candidatura (buena parte del proceso fue costeado por los caciques locales) y al poco entusiasmo que generaba el exvicepresidente. Sumado, además, a los afectos que el senador y expresidente Álvaro Uribe genera todavía en muchos sectores políticos y empresariales, liderados por el grupo Daabon que encabeza Manuel Julián Dávila Abondano. Esos factores, finalmente, inclinaron la balanza en favor de Iván Duque.

El exdiputado y hoy representante Hernando Guido señala que, además de la correlación de fuerzas en el territorio, existe otra razón por lo cual hay incertidumbre para el próximo debate electoral: el Gobierno Nacional es nuevo y aún no define cuál será su relación en los territorios. Por lo tanto, destaca, todavía no existe alguna figura que pueda decir en público que aspire a uno u otro cargo.

Coincide en ese criterio el actual diputado Luis Eduardo Vives González, quien afirma que lo principal es ver cómo arranca el gobierno Duque. “De eso depende cómo se mueva el próximo año. Quienes tengan una excelente hoja de vida, que tengan experiencia, pueden liderar”.

Vives, hijo del exsenador del mismo nombre, y que no se aventuró a postular ningún nombre resalta que, si hay unos buenos candidatos, habrá opciones porque el electorado está buscando “hojas de vida, realizaciones, coherencia entre lo que diga el candidato y haya realizado en su tiempo en el sector privado y público. Yo creo que hoy tenemos un electorado más informado, de jóvenes que están participando”.

Al panorama de incertidumbre se suman las diversas investigaciones en contra de Caicedo, Martínez y sobrino y tía Cotes. En la actualidad, la Fiscalía General de la Nación investiga a Carlos Caicedo y su sucesor, Rafael Martínez por los delitos de contratación sin requisitos de ley y fraude procesal por presuntas fallas en la contratación de cinco centros de salud en Santa Marta y una serie de parques públicos. También, la Contraloría abrió control excepcional por la no terminación de obras como la Megabiblioteca Distrital o la recuperación de la Calle 12, cuya ejecución está paralizada.

A Luis Miguel como a Rosa Cotes los une, además del lazo sanguíneo y político, una investigación en la Procuraduría por presuntas irregularidades en la Vía de la Prosperidad, un proyecto con solo un 30% de la ejecución inicial prevista y un detrimento superior a los $32.000 según la Contraloría. A eso se le suma que el pasado julio la Fiscalía llamó a indagatoria a ‘El Mello’ Cotes para que respondiera por su presunta responsabilidad en los delitos de contrato sin el cumplimiento de los requisitos legales al presuntamente haber favorecido a la empresa de chance Aposmar, propiedad de la polémica empresaria Enilce López, 'La Gata'.

Con ese panorama poco claro es imposible determinar quiénes podrían ser candidatos a dirigir las dos entidades territoriales. Todos los entrevistados coincidieron en que, para el caso de la Alcaldía de Santa Marta, sería imperativa una alianza entre todos los grupos políticos para arrebatar el poder al movimiento del exalcalde Carlos Caicedo que mantiene su arraigo –especialmente- en los sectores populares de la capital. Al respecto, el también exrector de la Universidad del Magdalena (1997-2006) dijo que “hemos pasado de ser una expresión política progresista en Santa Marta, a un proyecto con presencia nacional”.

Caicedo destaca los logros obtenidos antes y durante las elecciones. "Recogimos más de 2 millones de firmas (la fuerza política alternativa que más firmas registró y movilizó) para finalmente inscribir nuestra candidatura a la Presidencia de la República con cerca de 900 mil firmas de ciudadanos y ciudadanas de toda Colombia", analiza.

El apoyo a Petro y la consolidación de esta estructura, en su criterio, ayudará en las regionales de 2019 pero no anuncia exactamente cuál será su futuro. "Tenemos, entonces un compromiso vinculante y participativo en la actividad política con sectores sociales, liderazgos democráticas, grupos poblacionales, comunidades, organizaciones de base y de profesionales, etc., a lo largo y ancho del país, decididos siempre a adelantar una Nueva Política, que delibere y concerte con la gente sobre los asuntos más acuciantes que agobian a los colombianos y, a trabajar en la postulación a las JAL, concejos, alcaldías, gobernaciones y asambleas, para ser una alternativa real de poder en muchas localidades y regiones de Colombia en el próximo proceso electoral de 2019", añade.

Para ese objetivo, dice, espera acordar plataformas comunes y listas y candidaturas unitarias y, de esa manera, crear lo que él llama ‘un gran Frente Amplio’. "Reafirmaremos nuestra identidad política con fuerzas progresistas como el Partido Verde, y buscaremos coadyuvar con todas nuestras energías a la victoria territorial de más fuerzas del cambio", puntualiza.

Otros actores del ‘progresismo’ local, como el diputado Eduar Torres, actual presidente departamental del Polo cree en la necesidad de unir fuerzas entre todos los grupos -incluyendo el de Caicedo- para disputar a los otros movimientos políticos un espacio importante en las regionales de 2019. Torres considera que lo normal es que, después de las elecciones presidenciales, se manifiesten unas dinámicas similares y se formen dos grupos: uno a la izquierda y el otro gobiernista. “En esa sentido esperaría que se hiciera un reacomodamiento a nivel departamento pues se supone que el grupo Cotes debe ser absorbido por ese ‘duquismo’ que empezará a llamar a lista”, afirma.

También entiende que, posterior al proceso electoral y a la consolidación del nuevo gobierno, los alcaldes de los municipios -uno de los bastiones del grupo de Cotes y de la administración departamental liderada por su tía Rosa- terminen por debilitarlos al pasarse en fila a la nueva realidad nacional. “Lo lógico será que el Gobierno llame a esos alcaldes por su cercanía y de alguna manera debilitarán a esa familia, que ya venía así porque una cosa es el grupo Char con su cercanía al gobierno y con capacidad de generación de obras y proyectos y los Cotes, que no ha dado resultados“.

A propósito, para esta historia quisimos conocer las opiniones del exgobernador del Magdalena Luis Miguel ‘El Mello’ Cotes, pero informó que no podía atender a Colombiacheck puesto que estaba fuera del país en un viaje familiar.

El poder por subregiones

Las estructuras políticas del Magdalena se deben entender por subregiones. Exceptuando Santa Marta, donde Fuerza Ciudadana y el exalcalde Carlos Caicedo Omar mantienen un importante respaldo (evidenciado en la votación que obtuvo Gustavo Petro con 64,612 votos), el departamento del Magdalena fragmenta sus apoyos de esta manera:

En la subregión norte la principal figura, aupada por la familia Cotes, es Fabián Castillo Suárez. Este médico oriundo del municipio de Ciénaga logró convertir a esta población en uno de los enclaves electorales de la actual administración del departamento. A través de alianzas con pequeños actores de poder, obtuvieron importantes resultados. Su liderazgo más relevante lo tiene el grupo Díaz Granados con importantes respaldos en Zona Bananera, enclave agroindustrial y centro de muchas de sus actividades empresariales.

En la zona sur y la que comprende la orilla del río Magdalena, la liberal Kelyn González, actual representante a la Cámara, tiene una importante fuerza electoral que logró consolidar en las pasadas elecciones. La dirigente, oriunda del municipio de Tenerife, es la cara visible del grupo dirigido por el exrepresentante Rodrigo Roncallo investigado por la Corte Suprema por presuntos nexos con ‘paras’, que en los últimos años -según un jurista cercano a su movimiento- ha sido determinante en las escogencia del gobernador del departamento. Ellos comparten el liderazgo con el representante Franklin Lozano. En esa zona se concentró buena parte del apoyo a Iván Duque en la segunda vuelta.

Más dispersos están los respaldos en la subregión centro. La mayoría de los consultados para esta historia coinciden en que Carlos Mario Farelo, oriundo de Ariguaní e hijo de la dirigente local Zunilda Daza de Farelo, (excandidata a la alcaldía de esa población y señalada por la Fiscalía de haber firmado el pacto de Chivolo con los paramilitares de ‘Jorge 40’), es una de las figuras emergentes con mayor influencia en la región. Allí debe competir con otro grupo liderado por el exrepresentante Roberto Herrera que opera desde el municipio de Pivijay. Este último es antagonista de la administración departamental de Rosa Cotes y ha sufrido las consecuencias de un escándalo judicial. Tanto Herrera como su esposa enfrentan investigaciones por la presunta estafa de más de 6.000 personas que invirtieron en la firma Élite Internacional S.A.S., un escándalo que involucra cuestionadas cooperativas que habrían tenido manejos irregulares de recursos.

En lo único que coinciden todos estos actores, según el polista Eduar Torres, es que todos los cacicazgos son fundamentalmente gobiernistas. "Todos ellos se mueven alrededor del poder emergente. El ‘vargasllerismo’ se está yendo y el uribismo llegando. Les tocará a ellos (los uribistas) hacer un reacomodamiento de esas fuerzas", asevera.

Los emergentes

Al hacer un barrido de opiniones entre cerca de 10 personalidades entre periodistas, dirigentes políticos activos y retirados, abogados y analistas, se pudo barajar una serie de nombres que, sin estar vinculado directamente al ejercicio político, se destacan por su liderazgo, capacidad de generar contrapesos e interlocución con los dirigentes políticos locales y nacionales.

El único que generó unanimidad es el rector de la Universidad del Magdalena, Pablo Vera Salazar. Este ingeniero civil, que llegó en 2016 a la rectoría del centro educativo público del departamento, ha sido considerado uno de los mediadores entre los sectores académicos y el poder político por sus buenas relaciones y capacidad de convocatoria. Es reconocido, además, como impulsor de políticas de innovación y desarrollo académico en sus casi dos años de mandato, que han sido vistas como ejemplo por la dirigencia local. También es visto como un muro de contención ante intereses políticos. Le atribuyen, por ejemplo- haber evitado -propiciando candidaturas alternativas de la comunidad académica- que los tres puestos elegibles en el Consejo Superior (máximo órgano directivo de la institución) quedaran en manos de aspirantes afines al grupo político de Carlos Caicedo.

Otros analistas resaltaron la figura de Manuel Julián Dávila Abondano, presidente de Daabon, la principal compañía agroindustrial del departamento. Heredero de un conglomerado que se remonta a 1914, Dávila -junto a su familia- ha sido pieza determinante en la elección de alcaldes y gobernadores en los últimos años. En el éxito obtenido por Duque en el Magdalena (con 160,752 votos) habría tenido un papel fundamental pero discreto este clan que ha mantenido una estrecha relación con el expresidente, hoy senador, Álvaro Uribe.

Por su experiencia en el sector empresarial y su conocimiento de las realidades políticas y sociales del departamento, comenta un veterano periodista de Santa Marta, se vuelve un factor de consulta obligado. También por una fuerza laboral que, en municipios, puede ser determinante a favor de cualquier intención electoral. Al cierre de esta historia intentamos comunicarnos con Dávila pero no obtuvimos respuesta.

Fuera de los anteriores nombres pocos más se vislumbran. Para el analista Milton Infante la razón es sencilla: el departamento “no tiene un estructura de promoción de líderes como para que a punta de opinión o trabajo comunitario surjan liderazgos fuera de los escenarios políticos o cercanos a la política”.

“No hay que engañarse. Hay una crisis, hay una carencia de nuevas figuras”, sentencia Torres.