Gustavo Petro del movimiento Colombia Humana e Iván Duque del Centro Democrático, representaron las dos caras opuestas del país. Así lo demostró el resultado en el departamento del Putumayo donde el primero obtuvo 77.220 votos mientras que el segundo solo logró 30.918 sufragios. En este departamento selvático, al sur del país, el censo electoral sumaba 219.520 personas aptas para votar de las cuales sólo 112.577 ejercieron su derecho.
Buena parte de los habitantes del Putumayo no se sorprende con el holgado triunfo de Petro -tuvo una ventaja de 46.302 votos sobre Duque-. Las razones para esta votación podrían resumirse en una: abandono del Gobierno Nacional. Son 350 mil habitantes ubicados en 13 municipios que, sumados, abarcan un área de 24.885 kilómetros cuadrados que limita al norte con los conflictivos territorios del Cauca y Caquetá; al sur con departamentos igual de olvidados por los gobiernos de Ecuador y Perú, al occidente con Nariño y al oriente con el Amazonas.
Cerca del 40% del total de su población - 145.707 personas- sufrieron las consecuencias del conflicto armado y aparecen en el reporte oficial de la Unidad de Víctimas del Putumayo (RUV).
Las fumigaciones aéreas con glifosato en grandes extensiones de matas de coca, el desplome y la errática intervención estatal de las “pirámides” o captadoras ilegales de dinero durante el segundo mandato de Álvaro Uribe y los recuerdos -aún vivos- de la guerra también podrían explicar la derrota de Iván Duque en estas tierras.
En las elecciones de 2002 Álvaro Uribe obtuvo aquí 16.436 votos y su contendor Horacio Serpa (Liberal) 14.616. En 2006 Álvaro Uribe repitió su triunfo con 23.334 sufragios frente a los 21.099 de Carlos Gaviria (Polo Democrático). Los votos obtenidos por Uribe podían interpretarse como la petición clara de los habitantes de esta región al entonces nuevo Presidente para que acabara con la guerrilla de las Farc y sus reiteradas acciones violentas y vejámenes a la población civil (también cometidos por la contraofensiva paramilitar que llegó a disputar el control a sangre y fuego). Los sucesivos triunfos de Uribe fueron baldados de agua fría para el Partido Liberal que había gobernado tres períodos consecutivos el departamento y dominaba la mayoría de sus alcaldías.
En 2010 el entonces candidato uribista Juan Manuel Santos obtuvo en el Putumayo 16.891 votos mientras que Antanas Mockus -a nombre del Partido Verde- logró 20.898. El resultado se interpretó como una protesta de los putumayenses por el colapso de las captadoras ilegales de dinero (esquemas irregulares de inversión con promesa de rendimientos extraordinarios), las fumigaciones aéreas de cultivos de uso ilícito y el accionar criminal de escuadrones paramilitares (AUC).
En 2014 Juan Manuel Santos ganó en la región con 24.836 votos frente a los 10.870 del uribista Óscar Iván Zuluaga (Centro Democrático). En esa ocasión la derrota de Zuluaga fue asociada al temor de la mayoría de los electores regionales a las políticas de derecha y su confianza en que Santos mantendría un proceso de paz con las Farc y podría suspender fumigaciones a la hoja de coca.
En las recientes elecciones de 2018 Gustavo Petro obtuvo 77.270 votos e Iván Duque 46.302. El único municipio donde Duque obtuvo la victoria fue en Leguízamo con 3.259 sufragios contra 2.194 del candidato de izquierda. Leguizamo es un municipio de alta influencia militar por la presencia de la Base Naval del Sur, que genera empleos directos e indirectos a más 5 mil personas.
En Amarillo el municipio de Leguízamo.
Efrén Jamioy, profesional en Estudios Políticos y Resolución de Conflictos e integrante de la comunidad Inga en Mocoa, señala que el discurso de Petro estaba más conectado con la realidad de este departamento que le apuesta a la paz negociada y no quiere que los acuerdos firmados entre el gobierno nacional y las Farc sufran cambios de fondo que los pongan en riesgo.
“El tema de guerra y paz en un departamento que por años ha sido escenario de violencia influyó mucho para que la gente le votara a Petro, porque era el que hablaba de mantener los acuerdos de paz y también de buscarle una salida diferentes al tema de los cultivos ilícitos que no fuese con las fumigaciones aéreas”, enfatiza Jamioy.
Para este líder, el uribismo representado por Iván Duque significaba todo lo contrario: modificar los acuerdos de paz e implementar de nuevo las fumigaciones lo que, según dice, generó pánico entre la mayoría de los putumayenses. Según su interpretación, a favor del candidato de Colombia Humana jugaron, además, sus propuestas ambientales críticas con la minería, el petróleo y la deforestación, actividades que han dejado fuertes impactos en esta zona.
En la misma línea se expresa Yuri Quintero, diputada por el Partido Verde y vocera de la Red de Derechos Humanos del Putumayo, quien considera que las comunidades rurales de este departamento sienten un inmenso temor de que retorne la violencia al campo acompañada de fumigaciones aéreas con glifosato y ante una eventual reaparición de grupos armados ilegales causando terror en el medio y bajo Putumayo.
“Con Petro guardábamos la esperanza que los acuerdos de Paz no sufrieran riesgos, que los programas de sustitución manual voluntaria de matas de coca se mantuvieran y se cumplieran”, señala visiblemente preocupada.
Quintero dice interpretar la voz de buena parte de los habitantes de la región para quienes la paz es una realidad cotidiana. Dicen que hace más de 3 años no se volvió a escuchar de acciones violentas por parte de guerrilleros de las Farc. Lo ratifica Deyanira Lucero Franco, víctima del conflicto y residente en la vereda El Placer del municipio del Valle del Guamuez. Ella reconoce que su voto y el de la de su familia fueron para el candidato Petro, porque -para ellos- representaba la garantía de la paz y el cumplimiento de los acuerdos sobre sustitución de los cultivos ilícitos. El Programa Nacional de Sustitución incluye a 33 mil familias en el medio y bajo Putumayo, que han tenido áreas sembradas de mata de coca menores a 4 hectáreas.
Mural en homenaje a las mujeres víctimas de la violencia en el Putumayo.
Para el exgobernador Carlos Alberto Palacios los 77.220 votos que obtuvo Gustavo Petro en el Putumayo deben ser capitalizados en las elecciones regionales en el 2019. “Ya Colombia Humana está en esa tarea que no es nada fácil pero no imposible”.
Palacios conoce bien su territorio y habla analiza con autoridad como filósofo, especialista en conflicto y magíster en estudios políticos: “Si esa votación se mantiene unida y el senador Petro viene, los orienta y buscan candidatos de consenso, muy seguramente en el 2019 la Gobernación y las alcaldías pueden quedar en manos de personas de esta propuesta política como ocurrió en 2015 cuando el Partido Verde, apoyado por otras fuerzas políticas, logró la Gobernación y 4 alcaldías entre ellas la de Mocoa”.
Haciendo referencia al porqué del triunfo de Petro, respondió con seguridad: “estamos mamados de la guerra”. Para él, los partidos tradicionales en este departamento han perdido toda credibilidad y por ello el espacio está abierto para que nuevas fuerzas políticas puedan lograr el triunfo en los comicios del próximo año. Para lograrlo, Colombia Humana podría buscar alianzas con otros partidos y movimientos como Alianza Verde, Polo Democrático, Marcha Patriótica, Farc e independientes.
Como era de esperarse, no piensan lo mismo en los partidos tradicionales. Sus dirigentes afirman que los resultados presidenciales no afectarán para nada las elecciones regionales del 2019 y, según sus cálculos, muy seguramente la Gobernación y varias alcaldías, quedarán en sus manos. Confían en obtener, además, mayorías en la Asamblea departamental y concejos municipales.
El administrador público y reconocido líder liberal Alexander Melo argumenta que los candidatos Petro y Duque recibieron el apoyo de muchos partidos y movimientos políticos. Pone como ejemplo al Centro Democrático que recibió votos de un amplio sector del conservatismo, Mira, la U, Cambio Radical, un sector del liberalismo -en cabeza de la entonces representante Argenis Velásquez-, entre otros. Según su análisis Petro capturó votos de Colombia Humana, Polo, Alianza Verde, Marcha Patriótica y de un amplio sector del partido liberal orientado en la región por el entonces Ministro del Interior Guillermo Rivera Flórez.
“Petro capitalizó electoralmente el fracaso de las políticas públicas de conservación y protección del medio ambiente, el no a la megaminería, el no a la fumigaciones. Y mientras el Gobierno Nacional no cambie sus propuestas políticas en estos temas el comportamiento electoral va a seguir siendo el mismo porque ese voto es el rechazo a las políticas públicas actuales.”, recalcó Melo.
Jefes políticos de los partidos tradicionales como los representantes Carlos Ardila y Jimmy Díaz coinciden en que para las elecciones regionales los resultados de las presidenciales no tendrán incidencia alguna. Díaz indica que el conservatismo ya busca sus candidatos a gobernación y alcaldías. Ardila reconoce que que el liberalismo en estos momentos está apenas en el proceso de unificación para encontrar candidatos que generen confianza y se sometan a una consulta interna para -al menos- definir su aspirante a la Gobernación.
Aún no es claro si el exministro Guillermo Rivera buscaría ser candidato a la Gobernación pero no es una opción que descarten en su propio partido aunque haya otros abiertamente interesados. “Lo único que le aseguro es que se darán todas las garantías a todos los precandidatos”, subrayó el congresista Ardila.
El Centro Democrático también está organizando encuentros para definir candidaturas locales y podría establecer alianzas con dirigentes del Mira, del partido de la U, de Cambio Radical, e incluso con sectores minoritarios de los dos partidos tradicionales. Así lo confirmó Felipe Guzmán, director del CD en Putumayo.
Felipe Guzmán Mendoza, coordinador departamental del partido Centro Democrático, anuncia que para las elecciones regionales del 2019 ya están perfilando precandidatos para la gobernación, alcaldías, asamblea y concejos municipales. Anticipa futuras alianzas que tienen ya conversaciones adelantadas.
“Al Putumayo le conviene tener un gobernador y alcaldes que políticamente sean amigos del Gobierno Nacional, para lograr mediante su gestión los recursos necesarios para la inversión en este territorio que por años ha sufrido el abandono del Estado”, refirió Guzmán Mendoza.
Sabe que los votos obtenidos en el Putumayo por el entonces candidato Iván Duque, hoy Presidente de Colombia, fue la sumatoria de fuerzas como el Mira, conservadores, liberales, integrantes de Cambio Radical y La U entre otros.
Esos mismos sectores muy seguramente en lo regional podrían apoyar a sus candidatos y por ello no descarta alianzas.
Yule Anzueta, vocero de la mesa de las organizaciones sociales y campesinas del Putumayo -MEROS- reconoce que existe una amenaza latente contra los líderes y campesinos que están dentro del proceso de la erradicación manual de cultivos ilícitos que llega a las 25.700 mil hectáreas sembradas (reporte SIMCI 2017) y contra quienes defienden el proceso de paz.
“Yo tuve la oportunidad de ser candidato del Partido Verde a la Cámara de Representantes en las elecciones pasadas donde obtuve 5.829 votos conseguidos en el sector rural sobre todo del bajo Putumayo”, señaló el líder social. En esa campaña, según Anzueta, sufrió amenazas de muerte por desconocidos y las atribuye a su liderazgo en procesos sociales que se hicieron visibles en las recientes elecciones al Congreso. Cree que en contiendas venideras las organizaciones sociales, campesinas, indígenas y afrodescendientes participarán de nuevo y por eso esperan garantías de seguridad del gobierno nacional para hacer proselitismo.
El Partido Verde podría jugar un papel determinante en las próximas elecciones pues hoy no sólo está al frente de la gobernación sino que tiene 4 alcaldías (Mocoa, Puerto Guzmán, Valle del Guamuez y San Miguel) además de notoria participación en Asamblea y concejos municipales. El dirigente social Fabio Arturo Paz considera que “Está muy claro que las políticas públicas implementadas por estos gobiernos están representando los intereses y deseos de sectores que en el pasado fueron excluidos de los gobiernos tradicionales de turno que sólo favorecían a ciertos grupos minoritarios”.
La actividad cocalera y los grupos armados ilegales que delinquen a su alrededor han tenido alguna incidencia en elecciones locales, principalmente en el bajo Putumayo donde hay una alta concentración de hectáreas sembradas de ilícitos. Allí, esos grupos se siguen disputando el dominio territorial para el control de los cultivos, la producción de base de coca y el tráfico de alcaloides y armas.
En los últimos 12 años en municipios como Puerto Asís y Puerto Caicedo, reconocidos narcotraficantes de la región han financiado campañas políticas y algunos de esos hechos son investigados por la Fiscalía -con información de inteligencia militar-. El proceso más conocido es el que inició en 2015 cuando un candidato a la Gobernación -faltado menos de 30 días para las elecciones- fue capturado por personal del CTI ante denuncias de una presunta alianza con alias “Gárgola”, jefe de una banda delincuencial dedicada al narcotráfico y al sicariato en el Putumayo. Tal investigación continúa y en ella el dirigente político sigue vinculado.
En la época de mayor presencia de las Farc, con los frentes 32, 48, 15 y la columna móvil Teófilo Forero, esa organización ilegal no permitía que los habitantes de las zonas rurales ejercieron libremente el derecho al voto y -en muchas ocasiones- ordenaban por cuál candidato votar. Tales prácticas fueron ampliamente denunciadas y documentadas por organizaciones de Derechos Humanos.
El sociólogo Carlos Hernán Castro Almario afirma: “Se escucha que en algunas zonas rurales las disidencias (de las Farc) conservan poder de intimidación. Sin embargo, el efecto mayor lo constituye una especie de "síndrome del miembro inexistente", que a pesar de no tenerlo el cuerpo lo sigue percibiendo como si estuviera presente”. Igualmente señala que la debilidad del tejido social por la presencia por muchos años de lo que llama "capital social perverso" de la guerrilla es un lastre que aún tiene efectos en la conducta y el comportamiento social y político. En ese sentido, el reflejo de su reiterada presencia territorial se podría proyectar en el comportamiento político del 2019.
“La economía de la coca sigue teniendo un papel relevante en la dinámica económica local y regional, eso implica que pueden permear el escenario político en las elecciones regionales del 2019.” Puntualizó
Para el analista y consultor Jesús Fernando Checa Mora las posibles incidencias de este fenómeno ilegal en los comicios de octubre del próximo año son mínimas pues los grupos dedicados al narcotráfico -incluidos lo armados- no tienen interés en el manejo político sino en el control territorial para defender los cultivos que son la materia prima para la elaboración de la base de coca.
En el contexto de la historia del departamento no hay antecedentes de que narcotráfico haya incidido en elección popular alguna como lo cita el sociólogo Carlos Castro Almario, en su documento “Verdades y mentiras del narcotráfico en el Putumayo”.
Para el exalcalde del Valle del Guamuez Fabio Arturo Paz, el narcotráfico no ha sido un agente determinador de elecciones que ayuden a llegar a un candidato al triunfo. “De pronto ha existido una que otra persona que en forma individual haya aportado dinero o apoyo logístico a una campaña de su predilección, pero sin un interés directo en particular.