En 2015, el candidato del Movimiento Creemos, Federico Gutiérrez, fue electo alcalde de Medellín con 244.636 votos, con los que derrotó por un margen estrecho al aspirante del Centro Democrático (CD) Juan Carlos Vélez, quien obtuvo 235.633, de un total de 735.458 sufragantes que acudieron a las urnas en la ciudad.
Con ese antecedente electoral, y teniendo en cuenta que en la elección presidencial de mayo y junio de 2018 Iván Duque Márquez consiguió en la capital antioqueña 532.329 votos en la primera vuelta y 693.334 en la segunda -de los 975.010 sufragios depositados en dicha jornada-, analistas consideran que el partido CD lleva la delantera para la próxima carrera por la Alcaldía de Medellín en octubre de 2019.
El aplastante triunfo que consiguió en la ciudad este partido en las presidenciales -que no sorprendió a nadie por el arraigo que en la región tiene el líder natural del CD, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, pero sí lo hizo por la diferencia tan abultada- instauró un panorama en el que -aunque apenas comienzan a sonar los primeros nombres de quienes manifiestan su intención de llegar a este cargo- pareciera que quien reciba las banderas del uribismo tendría las mayores probabilidades de alcanzar la meta. Sólo una campaña desastrosa de esa misma colectividad que desperdicie el capital político acumulado, la presencia de una figura política representativa en la contraparte o el establecimiento de alianzas efectivas entre los demás partidos -si consiguen un candidato fuerte y con experiencia - podrían cambiar el rumbo.
“El panorama que se avizora es de un fortín uribista, en la medida en que ese partido presente un candidato que no sólo sea bueno, sino que sepa capitalizar e interpretar la voz de los ciudadanos y del empresariado”, sostiene el consultor político Miguel Jaramillo Luján.
En la misma línea se expresa el decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad Eafit, Jorge Alberto Giraldo Ramírez, para quien el o los candidatos del CD iniciarán la campaña como los más opcionados pero considera que no existe una equivalencia entre las votaciones nacionales y las regionales. Explica que en el plano local el panorama “vuelve y se abre”, permitiendo que algunos partidos que fracasaron en las presidenciales, como el Liberal, puedan tener aspiraciones, o incluso el movimiento del actual alcalde, Federico Gutiérrez.
La fortaleza del CD en Medellín y Antioquia, notoria en las elecciones presidenciales, se podría explicar desde una perspectiva sociológica. Al menos eso dice el docente de Ciencia Política de la Universidad de Medellín, Pedro Piedrahíta, quien considera que la antioqueña es una sociedad “conservadora” que parte de la idea de que la historia es “estática”. Sus integrantes, según esa interpretación, piensan que deben mantenerse “las buenas costumbres”, mantener lo que creen que está bien. Así se entiende por qué el CD tiene incluso más fuerza en la región que el tradicional Partido Conservador. El analista toma en cuenta la “legitimidad carismática” del expresidente Uribe, con quien la mayor parte del electorado regional se identifica.
Daniel Quintero, exviceministro de Economía Digital, quien renunció a su cargo a finales de 2017 para unirse a la campaña presidencial liberal de Humberto de la Calle, no parece coincidir con estos analistas. Cree que es un error decir que en Colombia hay “10 millones de uribistas y ocho millones de petristas”, con base en los resultados de las elecciones de junio pasado:
“Hay gente que votó por Duque para no darle el voto a Petro y viceversa”, y agrega que la polarización que experimentó el país no significa esa filiación directa según la cual quien votó por Duque sería uribista.
Igual pensamiento comparte el exsecretario de Bienestar Social de la Alcaldía de Medellín y exconcejal de la ciudad en tres periodos, Luis Bernardo Vélez, quien a finales de julio anunció su intención de presentarse como precandidato para ser mandatario de la capital antioqueña.
“Dichas elecciones no serán “ni una fotocopia” ni menos registrarán un resultado similar”: comenta Vélez. Pone como ejemplo las más recientes cuatro votaciones locales, en las no hubo en “efecto espejo” de las presidenciales.
“Cada elección es diferente. En las regionales pesan más asuntos programáticos, de liderazgos, donde el elector entra en más en detalles que resuelvan sus inquietudes en temas como seguridad, movilidad, vivienda, empleo, entre otros. Importan más los planes de gobierno y las personas”, asegura.
Entre los nombres que los analistas consultados aportan como posibles aspirantes a la Alcaldía de Medellín por el CD, se mencionan los del exrepresentante a la Cámara, Federico Hoyos, con un paso destacado por el Congreso (2014- 2018) con 36 ponencias de proyectos de ley y 55 citaciones realizadas según Congreso Visible-; y Alfredo Ramos Maya, exsenador e hijo del exalcalde y exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos.
Otro que sonó con fuerza era Carlos Mario Estrada, director de la caja de compensación familiar Comfenalco Antioquia y excandidato a la Gobernación en 2012, pero el presidente Iván Duque lo nombró como nuevo director nacional del SENA.
En la selección de un aspirante de esa corriente será clave el rol que pueda desempeñar una línea regional uribista conocida como “los Paolos” en alusión a los dirigentes orientados por la senadora Paola Holguín.
El docente Miguel Silva Moyano -politólogo y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana- considera que Holguín ha venido ejerciendo un liderazgo “refrescante” dentro de las toldas uribistas y que se ha venido reuniendo con concejales y diputados de los partidos que apoyaron a Iván Duque en Antioquia para ir consolidando fuerzas de cara a las elecciones regionales de 2019.
Holguín no será, sin embargo, la única voz. En su propio partido deberá enfrentarse -o cooperar- con poderosos “barones electorales” como el exgobernador Ramos y el expresidente del Congreso Fabio Valencia Cossio, quienes mantienen vivas algunas de las redes clientelares que los convirtieron -en diferentes etapas- en grandes electores del país. Tampoco es previsible que el congresista José Obdulio Gaviria (con poca votación pero mucha opinión) se mantenga al margen de una eventual decisión sobre candidaturas locales y regionales.
Lucas Cañas, miembro del Partido Conservador en Antioquia, colectivo que apoyó a Iván Duque en su campaña a la presidencia, cree que en la elección regional será clave, más que el papel del nuevo mandatario, que quien sea designado como representante local de las posturas políticas del partido de Gobierno logre construir una agenda que incluya la atención de los problemas más graves que tiene la ciudad, en especial el de la desigualdad. En su concepto, siguen existiendo dos ciudades: la de la periferia aún llena de necesidades y aquella que muestra logros ante el mundo.
Federico Gutiérrez: ¿otra ala del uribismo?
Para las elecciones locales de 2015, el actual mandatario local Federico Gutiérrez se postuló a la Alcaldía por el Movimiento independiente Creemos. Cuatro años antes lo había intentado con el entonces partido uribista de La U pero perdió frente al liberal Aníbal Gaviria Correa. Por eso no es raro que diferentes analistas consideren que Gutiérrez sigue siendo de corriente uribista y quien herede su legado podría también ser benefactor del capital político obtenido por el CD en las presidenciales.
El sociólogo, investigador y magíster en Ciencias Políticas, Max Yuri Gil, dice que el alcalde es un “uribista mimetizado”, lo cual se demostraría con sus posturas sociales, con la seguridad como línea principal de su discurso y de sus acciones, y con sus declaraciones públicas en temas como el proceso de paz con las Farc o sus recientes muestras de solidaridad ante decisiones judiciales que comprometen al expresidente Uribe.
El docente Pedro Piedrahíta agrega que Gutiérrez es amigo personal de líderes de alto nivel en el CD como la senadora Paola Holguín y el exrepresentante Federico Hoyos. Por eso no descarta que el candidato ungido por el actual alcalde como su “heredero” pueda ser visto, dependiendo de su perfil, como otra corriente del uribismo en la disputa electoral.
Aunque la imagen favorable de Gutiérrez en la ciudad sigue siendo muy alta -90% según encuesta de Datexco publicada en la primera semana de agosto-, su principal promesa de campaña, la seguridad, ha sido cuestionada. No parece ser suficiente con las capturas de importantes jefes de bandas delincuenciales y “combos” que delinquen en diferentes barrios de esta ciudad.
Los índices de homicidios y atracos vienen creciendo año tras año -323 asesinatos en el primer semestre de 2018, 74 más que en el mismo periodo de 2017, informó El Colombiano en julio-. Tampoco parecen contundentes sus logros en otras urgencias como las del medio ambiente que ha padecido la ciudad por las frecuentes crisis de contaminación atmosférica. Aunque se extendió el pico y placa de cinco a seis días de la semana y se implementaron algunas restricciones y sanciones para la industria y sus chimeneas, ello no necesariamente ha evitado la frecuente declaración de alerta roja en la ciudad por mala calidad del aire y su consecuencia directa: el aumento de casos de graves enfermedades respiratorias.
“Federico Gutiérrez tiene una alta popularidad más atribuida a su propia figura y a su personalidad que a sus ejecutorias de gobierno o a un proyecto político que tenga asidero en la población y eso dificulta la idea de endosar votos o transferirlos a un candidato; difícilmente sus atributos se pueden llevar a otra persona”, acota Miguel Silva Moyano.
De la actual administración municipal los primeros nombres que se han mencionado son los el del exdirector del Instituto de Deportes de Medellín -Inder-, Juan David Valderrama, quien en su cuenta de Twitter ya se anuncia como “precandidato”; y el del exsecretario de Bienestar Social y también exconcejal, Luis Bernardo Vélez. Ninguno de los dos ha tenido cercanía política con el Centro Democrático, y además tampoco cuentan con un reconocimiento masivo de parte de los ciudadanos. Eso podría ponerlos en desventaja frente a candidatos con más visibilidad como el exalcalde Aníbal Gaviria quien podría aspirar de nuevo a dirigir la ciudad.
¿Quién podría hacer contrapeso al CD?
El “fajardismo”, corriente afín al exgobernador de Antioquia, exalcalde de Medellín y excandidato presidencial Sergio Fajardo Valderrama, se perfila como la más opcionada para impedir que el CD traduzca el botín político obtenido en las elecciones presidenciales en votos locales.
Su eventual aspiración se soportaría -al menos- en los 308.914 votos que Fajardo recibió en la primera vuelta de la elección presidencial en Medellín. Por ahora no se conocen nombres de posibles candidatos.
Depurarlos será tarea, entre otros, del exsecretario de gobierno departamental, Santiago Londoño, quien fue uno de los jefes de campaña de Fajardo para la presidencia. Londoño, tanto como Holguín en el CD, es una de las figuras ascendentes del debate político en la región e incluso sería una carta fuerte de su movimiento para la votación en Antioquia.
Iván Mauricio Pérez, vocero del movimiento Compromiso Ciudadano y quien fuera gerente del IDEA durante la gobernación de Fajardo en Antioquia, aseguró que la votación alcanzada por su candidato en las elecciones presidenciales los dejó “satisfechos”, aunque hubieran querido que en Medellín les hubiese ido mejor.
“Lo que pasó en Antioquia con el CD fue producto de la polarización que hubo en el país, con una lectura de posiciones encontradas en la que nosotros apostamos por un lenguaje de reconciliación y encuentro. Sin embargo, creemos que las elecciones regionales son diferentes, y la gente en Medellín nos conoce y sabe cómo trabajamos. Sergio Fajardo para la Gobernación obtuvo casi un millón de votos, y para la Alcaldía consiguió casi la mitad de la votación. Por nosotros vota gente de todos los partidos, hasta del CD, somos un movimiento político que se relaciona con la gente desde el respeto y no nos identificamos por estar a favor o en contra de algún personaje”, dice Pérez.
Sin embargo, el docente Pedro Piedrahíta no cree que un candidato fajardista tenga suficiente fuerza para enfrentarse solo al CD. Por eso considera que las alianzas entre movimientos contrarios al partido del expresidente Uribe serán claves si desean hacerle contrapeso.
Recuerda Piedrahíta que el mismo Fajardo se alió con el Partido Liberal en 2012 para ganar la Gobernación de Antioquia. Esa misma opción podría servirle a quien escoja como su candidato a la Alcaldía de Medellín si quiere sumar apoyos en otras corrientes, en especial de quienes lo acompañaron en la Coalición Colombia que respaldó su candidatura presidencial. Lograr esos consensos no necesariamente genera mucho optimismo, dado el poco protagonismo que dichas corrientes políticas tuvieron en esta región durante la elección presidencial. Aquí, Gustavo Petro sólo sumó el 7.75% en la primera vuelta, y apenas subió al 21.69% en la segunda.
“Ideológicamente es cierto que en Antioquia hay prevalencia de posiciones políticas mucho más conservadoras que las alternativas de izquierda por lo cual no podría decirse que el resultado está cantado pero los espacios para ellas están mucho más cerrados que en otros escenarios del país. Aquí la izquierda es muy marginal, mantienen su representatividad pero no son opción real de disputa del poder”, enfatiza Miguel Silva Moyano.
Agrega el sociólogo Max Yuri Gil que la postura de Fajardo sobre el voto en blanco en la segunda vuelta presidencial (en detrimento de Petro) habría “dinamitado” toda opción de alianzas con la centro izquierda y que -aunque esa corriente de Compromiso Ciudadano podría alcanzar una buena figuración con los votos que consiga por su cuenta- no tendría cómo hacerle frente solo al CD.
Otro candidato que apareció en la contienda fue César Hernández, exdirector del Departamento de Gestión del Riesgo de Antioquia durante la gobernación de Fajardo (2012-2015) y quien hasta hace poco era gerente del Metroplús en Medellín. Ya renunció a este cargo y manifestó su intención de postularse a la Alcaldía.
“Medellín ha madurado políticamente. Los últimos cuatro alcaldes han sido elegidos por el voto de opinión, con base en la trayectoria, las funciones y las propuestas de los candidatos ganadores. Si bien en las elecciones nacionales la ciudad mostró amplia mayoría por el CD, a nivel local el comportamiento va más allá de un tema partidista y pasa más por las propuestas que el gobernante de turno quiere hacerle a la ciudad”, respondió Hernández a Colombiacheck.
En cuanto al exalcalde Alonso Salazar, parece alejado de la política desde que ocupó el cargo entre 2008 y 2011. Está dedicado a la escritura y descartaría su presencia en esta campaña.
Otra figura de esta corriente que podría considerarlo sería la exgerente del Metro Claudia Restrepo. En la ciudad aún recuerdan su tacto -como Vicealcaldesa- para manejar la crisis ocasionada por el desplome del desplome del edificio Space. Restrepo es asesora de la caja de compensación familiar Comfama y -al menos por ahora- está alejada de temas políticos.
Por los lados de los partidos tradicionales, el consultor político Miguel Jaramillo Luján no le ve posibilidades al Liberal, por cuanto “pasan por el peor momento de su historia”, tras el descalabro de la candidatura de Humberto de la Calle en las presidenciales, ni al Conservador que se ha puesto al servicio del Presidente Iván Duque y se esperaría que apoyen a quien sea postulado por su fuerza política.
Una figura que podría alterar esa ecuación es la del exalcalde de la ciudad Aníbal Gaviria Correa, quien considera la posibilidad de postularse de nuevo a este cargo. El consultor político Miguel Jaramillo Luján dice que a su favor podría jugar su buena gestión entre 2012 a 2015 y su buena imagen en la opinión nacional pero podría no ser suficiente incluso si lograra formar una alianza.
También existe la posibilidad que los liberales elijan una opción de candidatura entre los concejales Fabio Rivera y Aura Marleny Arcila, ambos con experiencia acumulada en esa corporación. Incluso el mismo exviceministro Daniel Quintero podría sumarse a esa lista, aunque él todavía no lo confirma.
En cuanto al partido Cambio Radical, su fuerza en Antioquia es mínima, como lo demuestra el hecho de que en las elecciones regionales de marzo su lista al Senado y Cámara apenas consiguió 31.881 votos. Además, en la región su líder natural, Germán Vargas Lleras, no genera muchas simpatías. Su papel dependerá de las decisiones que tome el exsuperintendente de Notariado y Registro, Jorge Enrique Vélez, director nacional del Partido y quien ha llevado desde hace varios años la vocería del movimiento también en Antioquia.
En el sonajero de CR se menciona el nombre del exministro de Vivienda, Luis Felipe Henao, fórmula vicepresidencial de Vargas Lleras en su pasada candidatura presidencial, como una posible ficha para la Gobernación de Antioquia, nadie se atreve a confirmarlo.
Con una bancada regional discreta y en medio de un fortín uribista, a Cambio Radical le hará falta mucha habilidad política para tejer alianzas que le mantengan vivo en el escenario local.
Hasta ahora no sabe qué postura tomaría Gabriel Jaime Rico, quien en dos ocasiones ha fallado en su deseo de ser alcalde de la ciudad. Su último cargo de importancia fue en la gerencia de Plaza Mayor, el centro de convenciones más importante en la región, de donde salió con múltiples cuestionamientos por manejos administrativos irregulares.
Por último, la concejal Luz María Múnera ha sido la primera en postular su nombre para aspirar a la Alcaldía, proponiendo una unidad de sectores alternativos, democráticos y de izquierda, a la cual se sumó el exrepresentante a la Cámara por Antioquia, Víctor Correa.
¿Hay garantías para los partidos y movimientos minoritarios?
Si hay una ciudad en la que se siente con mayor fuerza la polarización política, esa es Medellín. Dicha radicalización de corrientes ideológicas fue notoria en la etapa previa al plebiscito para aprobar -o negar- los acuerdos de paz con las Farc y se acentuó durante la campaña presidencial de 2018. Es, entonces, una capital cuyo alcalde es cercano al uribismo, como sostiene Miguel Jaramillo Luján, y en la que para el partido CD la elección se convierte en un asunto “prioritario”, según Miguel Silva Moyano. El escenario para las elecciones de 2019 podría ser hostil para aquellos partidos minoritarios, dependiendo de cómo evolucionen las relaciones entre el nuevo gobierno del presidente Iván Duque Márquez y la oposición.
Verónica Tabares, coordinadora regional de la Misión de Observación Electoral -MOE-, informó que “de acuerdo con el análisis de factores de riesgo para las elecciones del 2018 en el departamento de Antioquia, Medellín se ubicó como un municipio en riesgo extremo por factores de violencia como presencia de grupos armados ilegales, acciones multilaterales de esos mismos grupos, desplazamiento forzado (tanto niveles de expulsión como de recepción), violaciones a la libertad de prensa y víctimas de violencia social y política”.
Sin embargo, en cuanto a riesgos electores, Tabares agregó que los niveles son bajos, aunque hay posibilidades de que algunas estructuras criminales puedan incidir en los resultados. “La alerta temprana de inminencia de la Defensoría del Pueblo 059-18 muestra tendencias preocupantes de incremento de la violencia en Medellín y la influencia de grupos armados ilegales no solo del orden local sino también con influencia transnacional. Esta situación, de continuar así, podría afectar las elecciones locales de 2019, no sólo en los niveles de participación electoral, sino también en casos de dominio electoral, en donde estas economías ilegales y grupos ilegales podrían ejercer constreñimiento en votantes, a través de amenazas, por ejemplo para favorecer a un candidato/a en particular o influenciando campañas a través de financiación ilegal o afectando la candidatura de otros(as)”.
Al respecto, el abogado e integrante de la Mesa de Derechos Humanos del Valle de Aburrá, Alex Morales, comentó que en este tipo de campañas los candidatos saben que los líderes sociales de los barrios más vulnerables social y económicamente de Medellín se mueven más por las emociones que por los programas. Cree que los partidos tradicionales lo entienden mejor y por eso saben “administrar” las necesidades de sus habitantes y, entre ellas, la seguridad podría ser determinante. Por ello Morales atribuye el incremento reciente de la inseguridad en Medellín -64 homicidios sólo durante junio- a la inminencia de elecciones locales.
“Las organizaciones al margen de la ley, líderes comunales, entre otros actores, se van a dejar mover por esas emociones y necesidades, lo cual se suma a todo el despilfarro y toda la economía ilegal, porque la corrupción también es una economía ilegal. Aquí en Medellín hay mafias y carteles que encabezan políticos y manejan carteles, como por ejemplo el de los venteros ambulantes en el Centro con una economía informal de más de 21 mil personas a quienes manejan a su antojo incluso con fines proselitistas” advierte el líder social.
Otra opinión tiene el docente Pedro Piedrahíta, quien cree que -con los cambios incluidos en el Código de Policía en 2016- los partidos políticos la tienen más difícil para recibir apoyos de dineros sospechosos pues las sanciones son más contundentes que antes e incluso algunas conductas se castigan con cárcel y no sólo con sanciones administrativas.
Max Yuri Gil considera que la incidencia de las economías ilegales en las elecciones locales es más sutil. Su injerencia en campañas o las garantías de seguridad que den a los partidos minoritarios dependerá del tono político -autoritario o conciliador- que maneje el nuevo gobierno y del estilo -radical o moderado- de la oposición. Podrían ser, argumenta, unas jornadas electorales tranquilas y con baja incidencia de estructuras ilegales.
¿Y qué pasará con la Gobernación de Antioquia?
En cuanto a la votación departamental, el Centro Democrático podría inclinarse por repetir como candidato con Andrés Guerra, quien fue el aspirante de la colectividad para las elecciones de 2015 y obtuvo la segunda votación con 611.207 sufragios.
En estos cuatro años, Guerra primero se dedicó a temas personales en el sector rural, pero luego asumió la dirección del CD en Antioquia, siendo reiteradas sus defensas de las posturas políticas de su jefe natural, Álvaro Uribe Vélez. La renuncia el pasado 26 de julio de su hermano Federico, quien trabajaba como secretario de Productividad de Antioquia, allanó su candidatura, que tendría un aparente favoritismo por el contexto regional que se configuró tras presidenciales y el capital político que Guerra acumuló en 2015, siempre de mano de Uribe Vélez.
Guerra tendría como contrincante principal a Santiago Londoño, mano derecha del excandidato presidencial Sergio Fajardo Valderrama, quien cuenta con el respaldo de ese movimiento, y tiene experiencia en el departamento como secretario de Gobierno entre 2012 y 2015. Desde 2007 no se mide en una votación popular -fue concejal de Medellín-.
A la lista podría sumarse Eugenio Prieto Soto, actual director del Área Metropolitana, y quien ya ocupó por encargo la gobernación entre 2002 y 2003 tras el secuestro y posterior asesinato del titular Guillermo Gaviria Correa. Su aspiración podría darse por el Partido Liberal, al cual representó como senador entre 2010 y 2014. Las horas bajas de esta colectividad en todo el país, podría augurar que su eventual candidatura necesitaría poderosas alianzas.
Otra figura en el panorama electoral del departamento sería Liliana Rendón, quien luego de pasar por el conservatismo, de estar del lado de los uribistas y de hacer parte del gabinete del actual gobernador Luis Pérez -solo estuvo cuatro meses como secretaria de Participación Ciudadana en 2016- terminó volviendo a conseguir votos para el Partido Conservador en las legislativas recientes. Rendón es una dirigente tradicional en la región y diferentes analistas la consideran aún vigente y capaz de recuperar sus clientelas políticas.
El uribismo también podría ver con buenos ojos una posible candidatura de Mauricio Tobón, gerente del IDEA, entidad pública adscrita a la Gobernación que funciona como “banco” de los municipios, lo cual le ha dado al funcionario gran visibilidad en las regiones de Antioquia. Tobón no reconoce aún su deseo de aspirar a este cargo.