Por las noches, en las montañas de esta región, se iluminan las parcelas que producen la mayor parte de la marihuana para el mercado ilegal. Al mismo tiempo hay espacio para quienes prefieren cultivar la hierba y dedicarla al uso medicinal. En Toribío, Caloto, Miranda y Corinto, donde se instaló este boom, llegó el sustento para muchas familias, pero también una violencia que no cesa.