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Falso
Una imagen de Facebook critica los recientes cacerolazos diciendo que son irrespetuosos con los venezolanos que se los inventaron “cuando estaban aguantando hambre (por eso golpeaban las ollas)”. Buscamos la historia de los cacerolazos y encontramos que esto no es verdad. Los cacerolazos son mucho más antiguos y no siempre han tenido relación con la falta de comida.
Según el historiador francés Emmanuel Fureix, en una entrevista que dio a France Culture, los cacerolazos como forma de protesta política nacieron en Francia en el siglo XIX cuando los republicanos hacían ruido con cacerolas para abuchear a los funcionarios de la Monarquía de julio (1830-1848).
Pero los franceses de esa época estaban retomando un ritual de humillación mucho más antiguo: los charivari de la Edad Media, que eran ruidosos conciertos de calderones y cacerolas que las comunidades rurales usaban para atormentar a los hombres viejos que se casaban con muchachas jovencitas.
Se trató de una “imbricación de lo folclórico con lo político en un momento en el que el repertorio de acción moderno aún no estaba realmente configurado,” dice Fureix.
Luego, por un tiempo, las caceroladas desaparecieron del repertorio político moderno, se volvieron una forma arcaica de protesta popular que sólo se veía rara vez. Cuando reaparecieron con fuerza ya en el siglo XIX, según Fureix, se trató de un fenómeno un poco diferente pues ya no son los charivaris de humillación sino manifestaciones aumentadas con el ruido de las cacerolas.
Por ejemplo, a finales de la década de 1950 y comienzos de la de 1960, la Organización del Ejército Secreto, una organización paramilitar de extrema derecha que participó en la Guerra de Argelia, retomó los cacerolazos.
Según una nota de prensa de 1961 del periódico La Vanguardia Española, en las “noches de las cacerolas” organizadas por este grupo, sus seguidores salían a las calles a hacer ruido y gritar su eslogan “Ar-ge-lia fran-cesa” al ritmo de explosiones de bombas caseras que marcaban las cinco sílabas. Esta algarabía se sucedía de enfrentamientos con la fuerza pública y con los musulmanes que defendían la idea de una Argelia musulmana e independiente.
La conexión simbólica entre los golpes a las cacerolas y el hambre nació cuando este modo de protesta saltó a Sudamérica. El primer gran cacerolazo que inició esta tradición en este continente fue la “Marcha de las cacerolas vacías” organizada por las mujeres de la derecha chilena, como argumenta la historiadora Margaret Power en su libro “La mujer de derecha”, en contra del gobierno de Salvador Allende y la gravísima crisis que atravesaba la economía de Chile, que el presidente de Estados Unidos Richard Nixon había ordenado a la CIA “hacer chillar”.
El grupo de música de protesta Quilapayún escribió una canción burlándose de los cacerolazos:
Pero después de eso las cacerolas se empezaron a usar en América Latina tanto simbólicamente para protestar el hambre como para protestar la represión de las dictaduras. Otra vez en Chile, la primera gran manifestación en contra de Augusto Pinochet fue en 1983 cuando los trabajadores de las industrias del cobre empezaron a protestar desde sus casas y bajo la protección de la noche haciendo repicar cacerolas hasta la madrugada, le contó a la AFP el dirigente sindical Rodolfo Seguel. Y así también hubo cacerolazos en Argentina y en Uruguay durante esta década.
En Venezuela los primeros cacerolazos fueron en 1989 de manera marginal durante el Caracazo en contra de las medidas económicas de ajuste fiscal del presidente Carlos Andrés Pérez. Después de eso los cacerolazos tomaron cada vez más fuerza y comenzaron a convertirse en el punto central de las protestas, como durante el cacerolazo de 1992, también contra Pérez, cuando las barriadas obreras de Caracas protestaron con cacerolas, cornetas, fuegos artificiales y tiros al aire. Y luego de nuevo contra el presidente Rafael Caldera en 1996.
En 2001 los cacerolazos en contra de Hugo Chávez pasaron de ser eventos excepcionales a convertirse en formas de protesta casi cotidianas que continuaron durante todo su gobierno. Durante la campaña de reelección de 2012, los cacerolazos retomaron la forma de los charivari franceses con protestas desde las ventanas mientras Chávez hacía caravanas de campaña, pero él les dio la vuelta y se bajó del carro y se puso a bailar.
De manera que no es verdad que los cacerolazos hayan sido inventados por los venezolanos, ni que la primera razón para darles golpes a las ollas fuera protestar contra el hambre, aunque sí es verdad que los venezolanos han utilizado este método de protesta y que en muchas ocasiones ha sido en contra de la escasez de alimentos.