Esta es la historia de una comunidad afrodescendiente que le dijo “no” a los cultivos de uso ilícito, la minería a gran escala y la agroindustria. Hace diez años firmaron un Buenaventura, un mar de desigualdad
Para llegar a Yurumanguí hay que hacerlo desde Buenaventura, el principal puerto del país por la carga que maneja. Pese a su pontencial económico, las condiciones de sus habitantes son precarias. Algunas familias yurumanguireñas sobreviven allí.
El Comité Veredal, la máxima autoridad de Consejo Comunitario de Yurumanguí, no tiene claro cuántos de sus habitantes sobreviven en condiciones de desplazamiento. Durante el encuentro de líderes de comunidades negras realizado en agosto de 2018, en San José de las Playas, acordaron que realizarían un censo propio para concretar la cifra. Consideran que el trabajo reciente del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) no incorporó preguntas en profundidad ni diferenciales.
El mangle caracteriza una gran parte del camino hacia Yurumanguí. La comunidad sabe la importancia de proteger este ecosistema donde se “incuban” la mayoría de peces, base de su dieta alimentaria.
Solo en la zona rural hay 31 Consejos Comunitarios y nueve resguardos indígenas de los grupos étnicos Waunan, Embera, Eperara Siapidara, Nasa y Embera Chamí. Este municipio vallecaucano se caracteriza no sólo por estar bañado por el mar Pacífico, sino por la variedad de cuencas hidrográficas del río San Juan, de la Bahía de Buenaventura, Bahía Málaga, y los ríos Calima, Dagua, Anchicayá, Raposo, Mayorquín, Cajambre, Naya y Yurumanguí.
Varias de las familias desplazadas del Consejo Comunitario de Yurumanguí continúan en esta condición en el puerto de Buenaventura. Muchos trabajan en construcción como obreros o cargando madera para los barcos en la que se exporta.
El informe Buenaventura: un puerto sin comunidad, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), señala que para 2011 este municipio tenía 369 mil 753 habitantes y 73 por ciento de ellos se considera afrocolombiano. Con base en distintas fuentes, la misma investigación indica que allí fueron cometidos 4 mil 799 homicidios entre los años 1990 y 2012; hay registros de 475 personas desaparecidas y fueron perpetradas 26 masacres, la mayoría ocurridas entre los años 2000 y 2003.
Los índices de pobreza multidimensional en el casco urbano son altísimos. Según los datos recopilados por el CNMH, el municipio registra porcentajes del 94.36 por ciento para empleo informal; 69.41 por ciento en bajo logro educativo y 49.07 por ciento sin aseguramiento en salud. Sobre el 25 por ciento coinciden el analfabetismo, las barreras de acceso a servicios para el cuidado de la primera infancia y el hacinamiento.