Desde que la vicepresidenta Francia Márquez eligió ser la coequipera de Gustavo Petro, ha sido blanco de múltiples señalamientos que han llenado de estigmas su presencia en estos espacios de liderazgo político nacional, como lo detalló Colombiacheck en su especial sobre narrativas de desinformación “Guerrillera, contratista y bruja: narrativas de desinformación contra Francia Márquez en la campaña”.
Por esa razón, en Colombiacheck decidimos hacer este explicador acerca de la santería, empezando por exponer su diferencia con la brujería, pues son dos prácticas que no implican lo mismo. La primera es una religión creada a partir de la fusión de creencias africanas y católicas, de una cultura que fue esclavizada en la primera década del siglo XIX en Cuba y Brasil, que luego se extendió por el mundo. La segunda, en cambio, no está asociada a una religión particular e incluso puede adoptar doctrinas de fe tradicionales en el marco de sus prácticas espirituales.
Una religión
Fuera del catolicismo, el universo religioso del pueblo colombiano, según el Ministerio de Interior, está integrado por 9.450 entidades con personería jurídica activa y un sinnúmero de prácticas espirituales alternas de las que no se tiene un registro oficial detallado, precisamente porque somos un país laico en donde la libertad religiosa es un derecho. Prueba de ello es lo dicho por en la sentencia C-350 de 1994 de la Corte Constitucional con base, entre otros, en el Artículo 19 de la Carta Política de 1991. No existe una religión oficial y cada colombiano puede practicar la que desee.
El estudio “Diversidad religiosa, valores y participación política en Colombia”, hecho en 2019 por la Universidad Nacional, Act Iglesia Sueca, World Visión y la Comisión Intereclesial Justicia y Paz, ofrece un panorama de las religiones en el país a partir de la realización de 11.034 encuestas. Se destaca el catolicismo como el credo predominante en el país con un 57%, seguido por la diversidad protestante (que agrupa a los cristianos evangélicos, pentecostales, protestantes y adventistas) con un 21,5%. Luego están los creyentes no afiliados con el 13,2 %, los agnósticos con el 3,3%, los ateos el 3,0% y otros con el 0,9%.
En ese último grupo están los cultos ancestrales que son propios de las espiritualidades étnicas de los pueblos afros, raizales, indígenas y gitanos de todo el país, entre ellos la santería.
La santería es una religión popular que tiene su origen en Cuba, de la mano de marcados elementos de la espiritualidad de África Occidental, más específicamente de Nigeria y su antigua fe yoruba. Nace a finales del siglo XIX en la isla, a raíz del sincretismo afro-católico de la diáspora africana, bajo la imposición de la monarquía española que derivó en la fusión de las creencias africanas con las del cristianismo católico.
La santería, Regla de Osha-Ifá o de Lucumí da cuenta de la adaptación y resistencia cultural por parte de las poblaciones africanas que fueron esclavizadas a manos del dominio europeo en América. 'Lucumí' fue la denominación dada en Cuba a las personas procedentes de la zona yoruba del litoral africano (hoy Ghana, Togo, Benín y Yorubaland, el área territorial al oeste de Nigeria), llevadas por la trata esclavista del poder colonial; en Brasil, los portugueses les llamaron 'nagos'.
Comercio de esclavos en latinoamérica, migraciones de fé. Fuente visual: Archivo documental slaveryimages.org
Litoral africano, territorio del que fueron tomados como esclavos los africanos. Fuente: Archivo documental slaveryimages.org
El historiador y pensador nigeriano Toyin Falola, quien además es docente de historia de la Universidad de Texas y expresidente de la Asociación de Estudios Africanos detalla en su investigación “Los yoruba desde la prehistoria hasta el presente” que el término ‘yoruba’ surgió en el siglo XIX y originalmente se usaba para referirse a los súbditos del Imperio Oyo. Según el académico, el pueblo yoruba era considerado el grupo de personas más capacitado y productivo de toda África:
“Los yorubas antes de la invasión esclavista eran los africanos más urbanizados de la época precolonial, ellos contaban con numerosos reinos, cada uno de los cuales estaba centrado en una ciudad o capital religiosa, pero luego de un tiempo sus pueblos se volvieron densamente poblados y eventualmente se convirtieron en las ciudades actuales de Oyo, Ile-Ife, lesha, Ibadan, Ilorin, Ijebu-Ode, Ikere-Ekiti y otras. Oyo se convirtió en el siglo XVII en el más grande de los reinos yoruba (Imperio Oyo), mientras que Ile-Ife siguió siendo una ciudad de gran importancia religiosa como el sitio de la creación de la tierra según la mitología yoruba”.
Pueblo Yoruba, deidades, ceremonias culturales (previo a la invasión esclavista) Fuente: Archivo documental slaveryimages.org
De acuerdo con la costumbre de los esclavistas, para ese momento se identificaba a los esclavos africanos llegados a Cuba con el nombre de los territorios de embarque. Así, a las sociedades venidas del Congo se les llamó Palo; a las de Nigeria, Lucumí o regla de Osha-Ifa; a las de Dahomey, Arará y las de Calabrar, Abakuá o Ñañiguismo.
Aunque a Cuba también fueron llevados esclavos africanos que vivían en el golfo de Guinea, los africanos de Yorubaland-Nigeria fueron los que potenciaron su creencia en la religión yoruba y, posteriormente, la fe en la regla de Osha-Ifá o santería.
Representaciones de las violencias esclavistas, abusos y tráfico humano de la que fueron víctimas los africanos entre los siglos XVIII y XIX. Fuente: Archivo documental slaveryimages.org (Obra Marcel Verdiel).
La historia de los yorubas gira en torno a Ilé-Ifé (Casa de la Diseminación o Ciudad de los Sobrevivientes), considerada por muchos la Ciudad Sagrada, cuna de la humanidad, capital del antiguo reino Yoruba y también capital religiosa de estos pueblos, famosa por sus esculturas en barro y terracota, y a la ciudad de Oyó, convertida en imperio, capital económica, política y militar.
Para el historiador Roberto Nodal, la cultura afro-católica presente en la religión yoruba cubana (santería) es en sí misma es un reflejo de la fusión de dos mundos, África e Hispanoamérica, una sociedad amplía, una cultura nueva, una creencia, una base filosófica e incluso una lengua fonética. Su investigación “Sincretismo afro-católico en Cuba y Brasil” detalla cómo, en el marco de ese proceso de fusión cultural, se dio un involuntario esfuerzo por mezclar, combinar e identificar los cultos dedicados a las deidades africanas con las del panteón católico:
“La cultura yoruba impactó de manera especial todas las áreas de la vida de quienes para ese momento habitaban Cuba, la religión católica al entrar en contacto las diversas culturas africanas, con las culturas hispano-portuguesas, comenzó un lento pero implacable proceso de hibridación -conocido como sincretismo- en el que los elementos de ambos tipos culturales se yuxtaponían o fundían, dando por resultado una cultura mixta”.
Nodal afirma que, durante la imposición esclavista española en las colonias del Caribe, a los africanos tomados como esclavos se les prohibió practicar cualquier religión que no fuese la cristiana-católica. Sin embargo, ellos continuaron haciéndolo en la clandestinidad como un proceso de memoria y resistencia cultural.
Así, mientras la iglesia católica se imponía a los africanos en lo público, ellos refrendaron su fe ancestral en lo privado. Después, crearon refugios culturales de su africanía llamados cabildos en respuesta a las cofradías diseñadas por el dominio colonial para fortalecer el catolicismo, ante la necesidad de protección de su cultura y su sistema de creencias espirituales yorubas. Ese fue el momento en donde la santería encontró un lugar ideal para pervivir. Dice la investigación de Nodal:
“Desde temprano en la época colonial, la influencia de la iglesia católica se hizo notar, ella impuso responsabilidades religiosas, así el esclavista estaba obligado a enseñarle la religión cristiana al esclavo y debía integrarlo a su comunidad religiosa, con el fin de que aprendieran la doctrina y participara de ella, este contacto permitió que entre los esclavos surgieran hermandades religiosas (cabildos) a pesar de la asignación de su santo o virgen para que sirviera de patrón o patrona religiosa de esa comunidad”.
La doctora en Historia Social e investigadora del Departamento de Estudios Sociorreligiosos del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), de Cuba, Ileana Hodge Limonta, afirma en su investigación “Conformación de las identidades santeras e candomblesistas como parte del legado ancestral africano” que, para ese momento, la necesidad de identidad africana generó nuevas formas de reagrupamientos comunitarios que permitieron el nacimiento de consagraciones religiosas a la usanza africana, que en secreto se trazaron como objetivo principal lograr la reorganización cultural de su fe, que tiempo después fueron la base para nuevas formas del sincretismo afrocatólico.
Las hermandades africanas fueron tomando fuerza en las colonias de América y decidieron adelantar un proceso de adaptación y resistencia cultural en donde estas comunidades mezclaron esas prácticas cristianas oficiales con las creencias religiosas yorubas y así en la cotidianidad protegieron (camuflaron), bajo el santoral católico a sus dioses africanos. Estos eran identificados con nombres de santos católicos. En la creación de esas analogías se buscaban características afines entre ambos. De esa forma, poco a poco, fueron asociando los distintos nombres.
Un ejemplo de ello fue lo que sucedido con la Virgen de Regla, quien por años fue considerada en la fe colonial como la guardiana de los navegantes y análogamente, luego de la sincretización, fue asociada por los practicantes yorubas con la deidad Yemayá, la diosa de los mares, los ríos y las lagunas. Yemayá empezó a ser llamada por ellos como la Virgen de Regla y viceversa.
Representaciones del sincretismo afro cubano deidades Virgen de Regla (Santa Española): Guardiana de los Navegantes o Yemayá (Deidad Yoruba) diosa del mar, los ríos y las lagunas. Fuente: Libro Sincretismo Afro-Católico en Cuba y Brasil, Roberto Nodal.
Para la politóloga e investigadora Melissa Monroy Agámez, del Instituto Internacional sobre Raza, Equidad y Derechos Humanos, los africanos victimas de trata y esclavitud recurrieron a la sincretización de su fe para poder subsistir y sobrevivir. “Al estar en un territorio nuevo, la corona española les obligaba a adorar a los santos ajenos a su espiritualidad, entonces ellos recurrieron al proceso de analogía con los santos ajenos (los católicos) para así lograr venerar a sus deidades sin ser señalados o castigados con trabajo pesado, aislamiento o tortura”, explica.
Ese sincretismo en la diáspora yoruba permitió que la misma deidad africana fuera llamada indistintamente por su nombre africano o católico, lo que empezó a configurar un proceso de reafirmación cultural que aún hoy pervive en la práctica misma de esa religión.
“La religión yoruba o culto a Ifa, surgido de la fusión de elementos africanos y europeos, es hoy el culto afrocaribeño más importante de Cuba, el continente africano y algunas islas del Caribe (Haití, Puerto Rico…), sin dejar de lado que su alcance hoy le permite estar presente en Estados Unidos, Alemanía e incluso Australia. En algunos países del mundo es conocida como santería, un término que se acuñó de forma despectiva por los españoles para burlarse de la devoción que mostraba hacia los santos, los africanos víctimas de esclavitud en Cuba”, dice la politóloga.
Deidades religión Lucumí, Regla de Ocha o Santería. Fuente: Libro Sincretismo Afro-Católico en Cuba y Brasil, Roberto Nodal. Archivo documental slaveryimages.org
La imposición de la esclavitud a esta nación africana le significó a muchas familias el exilio, el dolor e incluso la muerte, pero en alterno tambien generó un proceso de fortalecimiento de la reafirmación cultural, que aún hoy pervive en la isla de Cuba. La mal llamada santería o regla de Osha-Ifá es una religión y un sistema de adivinación. Su corpus literario es el Odu Ifá, un compendio de aprendizajes y prácticas sagradas cuyo código de ética transformó por completo la escritura caribeña.
La religión se basa en la figura de 256 signos o pentagramas que indican un aspecto de la adivinación dentro del punto de vista espiritual y ético. El practicante de la santería adopta la creencia de un ser supremo y a ello le suma sus más diversas manifestaciones (deidades). Las deidades son vistas por los practicantes como aspectos de Dios.
Según afirma la profesora de Antropología y Ciencias Sociales en el Campus Norte de Miami Dade College Mercedes Cros Sandoval, la santería se basa en las relaciones con los seres supremos a través de la iniciación, el sacrificio, la adivinación y la mediumnidad entre los practicantes de la religión y las deidades orishas. “La santería es el resultado de procesos sociohistóricos que ponen de manifiesto cómo se producen distintos ajustes de sentido y praxis religiosa en el marco de las circulaciones transatlánticas, como la que fue testigo la isla de Cuba”, escribe.
Esta religión adivinatoria se rige por la adoración a un dios supremo y a las deidades secundarias llamadas las orishas, presentes en las fuerzas de la naturaleza. Hay una amplia variedad de ellas que son veneradas como creadoras, pero hay más de 400 en total, aunque en la actualidad se adora a 16 que, según afirman sus devotos, les proporcionan sabiduría, protección y éxito.
Deidades (Orishas y Santo(a)s) de la religión Lucumí/Regla de Ocha o Santería. Fuente: Libro Sincretismo Afro-Católico en Cuba y Brasil, Roberto Nodal.
En esta religión se crea una espiritualidad religiosa, a partir de prácticas rituales que incluyen la adoración a las deidades y compromiso de los practicantes con su comunidad, tal como en cualquier otra religión. En el marco del ritual del registro, el santero le pregunta al orisha por el camino del devoto, bajo el precepto de que el futuro puede cambiarse y que esa fe puede ayudarle a crear ese nuevo camino.
Los babalawos son religiosos practicantes de la santería, quienes tienen la mayor jerarquía en esta religión, dan uso al oráculo de Ifá (sistema de adivinación) y pueden comunicarse con los orishas. Cada santero tiene su propio orisha o santo con quien se comunica y aprende, con el fin de ayudar o intervenir en el plano terrenal.
Ellos se encargan de transmitir las enseñanzas espirituales a los practicantes de esta fe, así lo detalla la investigación “De ‘negro brujo’ a patrimonio cultural: circulación transnacional de la ‘tradición orisha’”, que afirma que los babalawos y sacedortes -iniciados en el culto a los orisha- adelantan sus espacios religiosos con base en el modelo de organización político-religioso tradicional yoruba.
En relación a la jerarquía de esta religión, la base social cuenta con una familia ritual con un parentesco establecido desde la ceremonia de iniciación de un nuevo devoto. Cada quien cuenta con un padrino o una madrina. Luego de esa iniciación, esa persona y el sacerdote se convierten en familia extendida del ahijado y nuevo creyente.
“Esta religión cuenta con ceremonias públicas y privadas que según su interés buscan propiciar, generar o apaciguar las fuerzas que existen en el universo, en ellas se realizan ofrendas, cantos y promesas a los orishas tanto de forma individual como colectivas en donde se transmiten orientaciones colectivas y secretos importantes para ascender a diferentes niveles como persona y como comunidad”, así lo expone el libro Cultura afrocubana, tomo 3, “La religión la regla de Ocha”.
El Oráculo de Ifá es un sistema de adivinación que tiene 16 figuras base que, combinadas (signos mayores), pueden generar un total de 256 figuras o signos de respuestas diferentes y cuenta con más de 4.000 historias llenas de enseñanzas que buscan asegurar la salud, el desarrollo, el equilibrio y la buena fortuna de quienes se consultan. Los signos se forman por la combinación de tetragramas paralelos, vinculados a consejos, predicciones, sacrificios, versos, cantos y ofrendas culturalmente referenciados a la cosmogonía de esta religión. Esta se practica en las comunidades yorubas y en la diáspora africana de las Américas y el Caribe.
En 2005, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) proclamó como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el sistema de adivinación de Ifá como uno de los pilares de la tradición orisha. La entidad lo hizo al considerar que este cuenta con la mayor parte de sus conocimientos secretos; que tiene un valor excepcional al ser transmitido de mayores (padrino-madrina) a menores (ahijado-ahijada) de manera oral y que les permite a los practicantes adquirir una mayor jerarquía al interior de su organización social religiosa, al aprender el corpus literario de este sistema único de creencias en el mundo.
“La fe cubana ha logrado vivir en el marco de una heterogeneidad en dónde incluso la santería, el espiritismo y el catolicismo perviven sin distancias, la isla siempre ha contado con un ambiente propicio donde se desarrolla la cultura sin tabúes. Para nosotros los cubanos, la cultura yoruba siempre ha sido algo más que una religión”, dice Cros.
Aunque agrega que esta cultura cumple perfecto todas las funciones de toda religión, porque sirve de explicación al mundo, cuenta con un fundamento ético y moral, tiene un sistema de apoyo social, una red, una familia afectiva, que da un sentido de identidad al practicante y además ha servido como una base esencial del sistema de salud. La santería es una religión amoral (no juzga a otros) que ofrece compañía, consejo y medios mágicos para que sus practicantes puedan afrontar la vida cotidiana.
Está fe partió de Cuba y se extendió por las colonias del Caribe como Haití, Trinidad y Tobago, Puerto Rico, Costa Rica, para luego extenderse a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia e incluso Australia.
Para la politóloga Monroy, el tabú radica en la falta de investigación acerca de la historia y por supuesto el temor a lo desconocido, que según la investigadora le suman estigma a la práctica cultural de la nación Lucumí o santera, que tiene todo el derecho al ejercicio de su libertad religiosa:
“En un mundo en donde prima la libertad religiosa, el estigma colonial no puede continuar viendo a las poblaciones afro-diaspóricas e indígenas como brujos y hechiceros. Se hace necesario el reconocimiento y la dignificación de la espiritualidad de los pueblos originarios y allí la investigación debe ser un elemento crucial para superar estos estigmas con esta cultura de la diáspora africana. También se necesita lograr un rechazo al racismo estructural que por años ha violentado y esclavizado las formas de vida afro y que se les dé a estas culturas su valor social, político y cultural, como el resto de la población lo tiene, los estigmas solo alimentan prejuicios y limitan la oportunidad de un diálogo cultural necesario para nuestra sociedad”.
Para la investigadora, la santería no es solo una religión sino una representación cultural afrodiaspórica: “La fe para los pueblos en la diáspora incluye todos los elementos propios de su cotidianidad, que incluye aspectos de la vida política, cultural, religiosa y social y por eso no puede ser que aún hoy, en pleno siglo XXI, se les continúe señalando por desarrollar sus prácticas culturales particulares. Urge que se le dé reconocimiento a la diversidad social y étnica, el mundo necesita más de eso”.
Además, agrega que necesita que se brinden garantías a quienes hoy practican una religión distinta a la predominante (cristiana-católica), más si se tiene en cuenta que esta memoria religiosa data de más de 500 años y le ha permitido a esos herederos culturales resistir a los embates del racismo, la esclavitud, la violencia simbólica e incluso la violencia politica. Esta es una práctica religiosa que cuenta con unas orientaciones que son enseñadas por medio de la oralidad y es hoy patrimonio oral e inmaterial de la humanidad declarado por la Unesco. Nuestra responsabilidad colectiva es protegerlo.