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Martes, 07 Mayo 2024

Aunque Colombia no es un gran contaminador, sí es necesaria la transición energética

Por Tomás Tello Monroy

La transición energética no es una responsabilidad exclusiva de los países más contaminantes. Los compromisos internacionales, la disminución de la demanda de combustibles fósiles y un principio de acción global, muestran la necesidad que tiene Colombia en hacer esta transición.

3 DATOS CLAVE:

  1. Colombia emite menos del 1% de gases de efecto invernadero a nivel mundial, lo que ha llevado a la percepción de que no es tan urgente hacer una transición energética.
  2. Pero el compromiso de un país con la transición no es mayor o menor en relación con su nivel de emisiones, sino en relación con un fundamento de acción global internacional por el clima que se conoce como el principio de responsabilidad común, pero diferenciada.
  3. La contribución de los países que emiten alrededor o menos del 1% de CO2 a la atmósfera suma alrededor de 22%. Colombia ocupa el puesto 41 en cantidad de emisiones contaminantes en el mundo, pero en Centro y Suramérica es el tercer mayor emisor.

“Colombia no es un gran contaminador a nivel global” es un mensaje repetido por políticos, medios de comunicación y en redes sociales. Y es que el país genera menos del 1% de gases efecto invernadero del total mundial de emisiones. Aunque no hay un dato actualizado exacto, la cifra oficial ha rondado entre el 0,4% y el 0,6% durante la última década. 

Estos números han fomentado una narrativa que recalca que hacer una transición energética es innecesario para Colombia debido a sus bajos aportes mundiales. Precisamente, en un reciente carrusel que publicamos en Instagram sobre la investigación “¿La transición energética es un capricho político o un ‘compromiso de todos’?”, un usuario comentó:

“En un pais tercer mundista, en vias de desarrollo, y que no aporta ni el 1% de emisiones del planeta, por supuesto que es un capricho politico y es una irresponsabolidad economica proponer semejante desproposito. Se dice y no pasa nada” (sic).

Pero, ¿es cierto que la necesidad que tiene Colombia de hacer una transición energética es menor porque no es un gran emisor de CO2? Este es otro de los mitos que explicaremos como parte del especial ‘Verdades y Mentiras de la transición energética justa en Colombia’, realizado con el apoyo de Transforma, el centro de pensamiento Latinoamericano que promueve la acción climática y las transiciones ecológicas. 

Además, en este explicador te contaremos cuánto contamina Colombia y qué hay de verdad sobre que no es un gran contaminador; cuál es la relación de la contaminación con la generación y consumo de energía; cuánto contamina Colombia en relación con otros países y cómo se establece la responsabilidad que tiene el país de hacer una transición energética. 

¿Cuántos gases de efecto invernadero produce Colombia?

Solemos hablar de contaminación cuando alguien arroja un empaque plástico a la calle o cuando se arroja basura a ríos o fuentes de agua.

Según lo explica Santiago Ortega Arango, magíster en Ingeniería de Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional, la contaminación ocurre “cuando en un entorno ingresan elementos o sustancias que normalmente no deberían estar en él y que afectan el equilibrio del ecosistema”.

Sin embargo, hablar de contaminación en el contexto de cambio climático y transición energética es una manera amplia de referirse a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) provocada por el hombre. 

El efecto invernadero mundial, por ejemplo, ocurre por la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, como el dióxido de carbono o CO2 y, aunque lo imaginamos como un humo negro, este gas es realmente invisible. Al quedar suspendidos en la atmósfera, estos gases atrapan el calor generado en la superficie del planeta, lo que aumenta su temperatura. Por eso se les llama Gases de Efecto Invernadero o GEI. 

Pero, ¿qué tiene que ver la energía con la emisión de GEI como para pensar en una transición energética? Mucho, pues el mayor responsable de estas emisiones en el mundo es el sector energético, que aporta alrededor del 75% de todas las emisiones, según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés). De acuerdo con la entidad, en 2023 las emisiones de CO2 relacionadas con la generación de energía fueron 37.400 millones de toneladas. Esto significa un crecimiento del 1,1% con respecto en las emisiones y marca un máximo histórico.

Este sector es tan contaminante porque, actualmente, la energía producida y consumida en el mundo proviene en su gran mayoría a partir del petróleo, el carbón y el gas, todos combustibles fósiles que emiten gran cantidad de GEI a la atmósfera. 

Además, estos combustibles contaminan por partida doble. Como explica Transforma en su guía ‘Narrar la transición energética justa’, los combustibles fósiles como el petróleo no solo se usa para producir energía, sino que también se consume a través de sus derivados, como asfalto, fertilizantes, plaguicidas, telas sintéticas, plásticos, detergentes, pinturas o disolventes, cosméticos, fármacos y edulcorantes.

Precisamente, la transición energética de la que se habla ahora supone el cambio social, cultural, político y económico que desincentive el uso de estos elementos y permita transitar a fuentes menos contaminantes, como la energía solar, eólica o biomasa.

“Colombia contamina poco, pero los compromisos internacionales crean la necesidad de nuevos cambios hacia el exterior y el interior del país, en los que el objetivo es poder seguir habitando el planeta de la misma manera como lo hemos hecho hasta el momento. El cambio climático plantea un punto de inflexión para la humanidad que requiere el compromiso de todos”, afirma Giovanni Pabón, director de energía de Transforma. 

¿Cuánto contamina Colombia?

No hay un dato actualizado sobre el porcentaje exacto de las emisiones de Colombia con respecto al resto del mundo. Sin embargo, según el Tercer Informe Bienal de Actualización de Colombia a la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático de 2021, que es el documento de Estado más reciente que presentó Colombia a la comunidad internacional, en 2018 el país emitió 302.974 gigagramos de CO2 equivalente o 302 millones de toneladas directas

Si tenemos en cuenta la cantidad de emisiones globales de GEI 2018 fue de 48’069.813 kilotoneladas, según el Banco Mundial, y que un kilotón equivale a un gigagramo, Colombia aportó ese mismo año el 0,63% del total. Pero este no es un dato oficial.

Pabón, sugiere contemplar las emisiones nacionales en alrededor del 0,5% del total mundial. 

Aún así, hay que tener en cuenta que estas emisiones solo calculan las emisiones de los combustibles fósiles extraídos y quemados en el país, pero no toma en cuenta las exportaciones de estos materiales. En este sentido, el país aporta alrededor de 250 millones de toneladas cada año.

En cualquier caso, el país no es un gran emisor de GEI comparado con EE.UU y China. De hecho, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, los países del G20 (considerados los más ricos del mundo), son responsables del 78% de emisiones en el mundo. Esto significa que el resto de países es responsable del 22% restante.

De acuerdo con datos de Global Carbon Atlas, los cinco países del mundo que más emiten CO2 equivalente son:

Aunque Colombia no es un gran contaminador, sí es necesaria la transición energética

 

Según los datos de la misma plataforma, Colombia ocupa el puesto 41 entre 221 en emisión de CO2 equivalente. Aún así, en relación con Centro y Suramérica, Colombia es el tercer país que más contamina, solo por detrás de Brasil y Argentina. Si contamos a México, que hace parte de Norteamérica, este país sería el mayor contaminador en la región.

Aunque Colombia no es un gran contaminador, sí es necesaria la transición energética

 

El CO2 equivalente, o CO2eq, es una unidad de medida para la huella de carbono, que contempla no solo CO2, sino otros GEI como metano y óxido nitroso. 

Pero que Colombia no sea un gran emisor de GEI a nivel global no significa que su compromiso con la transición energética debería ser menor. Como ya dijimos, aunque 20 países sean responsables del 78% de las emisiones mundiales, el resto de naciones sigue aportando el 22% restante, por lo que si no gestionan sus emisiones, este porcentaje seguirá contaminando al planeta. 

“Si todos los países que emiten menos del 1% no hicieran nada, se quedaría sin gestión el 22% de las emisiones globales. Esto equivaldría a que Estados Unidos y China no hicieran nada, lo cual sería un gran problema”, enfatiza Pabón.

Además, el país tiene compromisos internacionales irreversibles, como el Acuerdo de París, que a su vez establece la Contribución Determinada a Nivel Nacional (o NDC por sus siglas en inglés). Los NDC son los compromisos específicos que cada país establece para combatir el cambio climático. También cumpliendo con el Acuerdo de París, el país lanzó en 2021 la Estrategia 2050, el plan a largo plazo para cumplir con este compromiso.

Por último, el país tendrá que adaptarse a la progresiva reducción de la demanda de combustibles fósiles. Al 2030, la IEA proyecta que su demanda caerá en 25% y en 80% para 2050. Además, de acuerdo con el ingeniero de petróleos y profesor de la Universidad Externado, el país tiene reservas del hidrocarburo hasta 2029 0 2030.

Por todo esto, aunque Colombia no sea un gran emisor de GEI, los compromisos internacionales y la caída en la demanda de combustibles exigen cambios tanto en producción como en consumo energético, pues el cambio climático es un punto de inflexión para la humanidad que exige el compromiso de todos. 

¿Interés individual o bienestar general?

Es posible que una persona que utiliza un aerosol de vez en cuando o que bota un papel al río no ponga en riesgo el clima del planeta pero, ¿qué ocurriría si los casi 8.000 millones de personas en la Tierra hicieran lo mismo?

Precisamente, el efecto acumulativo de pequeñas acciones que parecen inocuas es una de las razones por las que la transición energética no es un problema solo de los grandes contaminadores, sino de todas las personas. 

A esto se le conoce como el ‘efecto bañera’, que explica la acumulación de GEI en la atmósfera como si se tratara de una tina. Si imaginamos que el agua entra a una bañera más rápido de lo que el desagüe puede vaciarla, eventualmente la bañera se rebosará de agua. Lo mismo sucede con los GEI en la atmósfera, que se acumulan más rápido de lo que el planeta puede expulsarlos, por lo cuál incluso si dejásemos de emitir GEI, aún tendríamos que lidiar con los gases acumulados en la “bañera”.

Por esto, si los países de bajas emisiones asumen que su compromiso con la transición energética es menos estricto en virtud de su aporte, habrá un 22% de emisiones que se seguirán acumulando en la atmósfera más rápido de lo que se expulsan. 

La otra razón es que para hacer una transición energética, no solamente sirven las grandes decisiones políticas, sino que todos y cualquier aporte cuenta. En este punto y para ejemplificar, valdría la pena mencionar el dilema de la tragedia de los comunes.

Este dilema plantea la situación en la que un bien común (un pozo, un río o un bosque) que le sirve a todas las personas de una comunidad, resulta afectado o se acaba por acciones individuales de algunos de sus miembros. Por ejemplo, fumar tabaco en un espacio cerrado afecta a todas las personas allí, no solo al fumador.

El ecólogo Garrett Hardin planteó este problema social en una investigación de 1968 y, durante muchos años se pensaba que las sociedades humanas eran incapaces de evitar la extinción de cualquier bien común.

Pero la politóloga Elinor Ostrom demostró que administrar exitosamente un bien común es posible, aunque depende de la acción colectiva y el compromiso de toda la comunidad. En su investigación de 2009 El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva’, Ostrom evidencia varios casos de comunidades que han sabido aprovechar un recurso común durante cientos de años sin acabarlo. 

Por ejemplo, cuenta el caso de varias comunidades en Valencia, España, que han administrado exitosamente canales de riego por al menos 500 años. Esta comunidad lo logró con un sistema de turnos, multas y contribuciones que les obliga a racionar el agua de los canales durante las sequías. Por esta investigación Ostrom ganó el Premio Nobel de Economía en 2009. 

Ahora, pensemos que el bien común no es un pozo, sino todo el planeta y la comunidad son todas las personas que lo habitan. Así, la transición energética funciona como objetivo mundial que busca que ningún país actúe en beneficio propio, sino en favor del bien común. Pero lograrlo solo será posible con el compromiso de todos los países y cada uno de sus habitantes.

Mismo destino pero distintos caminos

El principio de responsabilidad compartida le da a todos los países la obligación de aportar a la solución del cambio climático en la medida en que su actividad económica ha generado el problema de calentamiento global. 

A esta conclusión llegaron las naciones durante la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992, cuando establecieron el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas. Este quedó consignado en dos documentos distintos establecidos en la misma cumbre: la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.

Esto significa que los países que más contaminan son los que mayores esfuerzos deben hacer para reducir sus emisiones. Además, estos esfuerzos deben tener en cuenta las necesidades sociales y económicas de cada nación. En otras palabras, las acciones para la transición energética deben estar hechas a la medida de cada Estado.

No contaminamos tanto, pero estamos más comprometidos

En el caso de Colombia, la necesidad de una transición viene por partida doble. Aunque no es un gran contaminador, el país es uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático. En 2021, el Banco Mundial hizo un perfil de riesgo climático sobre el país y concluyó que “Colombia es altamente vulnerable a los impactos de la variabilidad y cambio climático, pues el país ya experimenta rutinariamente sequías e inundaciones dañinas”. 

Por ejemplo, una fuerte sequía agravada por el Fenómeno del Niño provocó incendios forestales a comienzos de 2024 en los cerros orientales de Bogotá y una disminución en el nivel de los embalses que motivó un plan de racionamiento de agua en la capital.

El mismo año, un informe de la oficina del director nacional de inteligencia de Estados Unidos, incluyó a Colombia dentro de los 11 países más vulnerables a la crisis climática, junto con Nicaragua, Honduras, Guatemala, Haití, Afganistán, Birmania, Pakistán, India, Irak y Corea del Norte. 

“La intensificación de los efectos físicos del cambio climático hasta 2040 y más allá, se sentirá de manera más aguda en los países en desarrollo, que evaluamos también como los menos capaces de adaptarse a estos cambios”, se lee en el documento.

De hecho, uno de los avances más grandes logrados durante las dos últimas Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27 y COP 28) fue la creación y puesta en marcha del Plan de Implementación de Sharm el Sheij. Este fondo está pensado para compensar económicamente las pérdidas y daños causados por el cambio climático en los países en desarrollo, al ser los más vulnerables a sus efectos. 

Además, hay compromisos internacionales

La responsabilidad del país también tiene un carácter jurídico con la comunidad internacional. En este punto volvemos a mencionar la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Bajo los principios de esta convención, Colombia se ha comprometido como explicamos en “¿La transición energética es un capricho político o un ‘compromiso de todos’?” es el Acuerdo de París de 2015. 

De acuerdo con documento ‘Avances y retos de Colombia frente a los Acuerdos Ambientales Multilaterales’, hecho por Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 2023, los principales compromisos del mundo y de Colombia con respecto al cambio climático son:

Aunque Colombia no es un gran contaminador, sí es necesaria la transición energética

 

*Esta nota se produjo como parte del proyecto Verdades y Mentiras de la transición energética justa en Colombia, realizado con el apoyo de Transforma.