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Verdadero
Al verificar con el candidato por la fuente de sus cifras nos indicó que son del Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia (SISC), el sistema de información de seguridad de la Alcaldía. También citó a las estadísticas del DANE.
Para verificar si es cierto que “la mitad de las personas asesinadas en Medellín son jóvenes” revisamos un informe de la Veeduría Ciudadana al Plan de Desarrollo de Medellín, en el que se habla de los homicidios en Medellín entre 2012 y 2018. El informe cita cifras del SISC.
Al ver este gráfico encontramos que en 2018 el 51 por ciento de las personas asesinadas eran jóvenes; en 2017, el 48 por ciento; en 2016, el 49 por ciento; en 2015, el 48 por ciento; en 2014, el 50 por ciento; el 2013, el 51 por ciento, y en 2012, el 54 por ciento.
Asimismo, hasta el 3 de julio de este año, en Medellín habían sido asesinadas 350 personas, de las cuales 215 eran menores de 30 años, lo que representa el 61.5% de los homicidios, según los datos del SISC citados en un informe del medio de comunicación digital CeroSetenta de la Universidad de los Andes.
Las dinámicas violentas de la ciudad hacen vulnerables a las personas que la habitan y el combo hace parte del proceso de socialización de los jóvenes, más allá de ser el gran proveedor de sus ingresos. Así lo afirman los investigadores de Casa de las Estrategias, un centro de estudios que formuló el protocolo para el rescate de personas en riesgo de ser asesinadas, hoy implementado por la Alcaldía de Medellín.
“La proporción de jóvenes en Medellín ha sido durante varios años la mitad del total de homicidios. Hay evidencia sobre el riesgo que implica pertenecer a un grupo delincuencial, especialmente para los muy jóvenes que son la carne de cañón de las estructuras, pero no pertenecer a un grupo también los está poniendo en riesgo”, explica Camila Uribe, economista e investigadora de Casa de las Estrategias.
“Hay dos factores centrales en la vulnerabilidad de los jóvenes y adolescentes frente al homicidio: el espacio y las redes de apoyo”, agrega Uribe y describe que en las periferias de Medellín, el adolescente está muy expuesto al espacio público. “El reversadero o la esquina con una tradición mafiosa es el lugar donde los jóvenes están socializando, parchando, donde se da el encuentro y la posibilidad de sexualidad y exploración. Que las relaciones estén mediadas por criminales y a raíz de cualquier problema cotidiano o negarse a pertenecer a un combo, pone a los jóvenes en alto riesgo, sin necesidad de ser un drogadicto ni un delincuente”, puntualiza.
Es así como la afirmación de Valderrama es verdadera.