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Chequeo Múltiple
Como todos los años, hoy, 20 de abril, se celebra el Día Mundial de la Marihuana con conmemoraciones, celebraciones y por supuesto “fumatones” de la planta en varias ciudades capitales.
Según el informe mundial de 2019 de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), se calcula que de los 271 millones de personas que hicieron uso de sustancias psicoactivas en el último año, 188 millones consumieron marihuana, consolidándose así como la sustancia ilegal con propiedades psicoactivas más usada del planeta, gracias a la popularidad que ha cobrado en los últimos años en la carrera por legalizar sus usos medicinales y recreativos en varios países del mundo.
Pero, ¿de dónde viene esta popular conmemoración?
El popular código 4/20 (día 20 del mes 4) nació en 1971 en el norte de California, Estados Unidos, cuando un grupo de adolescentes de la escuela secundaria de San Rafael, conocidos como “Los Waldos”, se encontraron un mapa dibujado a mano que supuestamente conducía a un vasto plantío de marihuana en Point Reyes, al noroeste de San Francisco, según recoge la agencia británica BBC en el artículo Cómo el 420 se convirtió en un símbolo de la marihuana.
Los adolescentes se citaron a la salida de clases para ir a buscar el “tesoro” que indicaba el mapa, justo a las 4:20 de la tarde, y aunque nunca lo encontraron, el 4:20 se empezó a usar entre este grupo de amigos como un código para indicar que a esa hora se juntaban para fumar marihuana junto a la estatua de Louis Pasteur que estaba a la salida del colegio. Todo esto se narra en el artículo anteriormente mencionado.
El código se fue popularizando entre amigos y conocidos del grupo, entre ellos algunas bandas de rock como Grateful Dead, cuyos fanáticos adoptaron el número y lo popularizaron como un código semiprivado que indica que se es consumidor de la planta o se apoya al movimiento de consumidores, y el 420 se volvió un número icónico para los usuarios de la planta a nivel mundial.
Según la BBC, el entusiasmo por el uso del código llegó a niveles absurdos de popularidad: “Después de que fuera robada repetidamente la señal que marca las 420 millas de la autopista interestatal 70 de Colorado (EE.UU.), las autoridades decidieron cambiarla por otra de 419, 99 millas”.
En Colombia, donde 890.000 personas consumen cannabis de manera regular, según el boletín técnico de la Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas 2019 del Ministerio de Justicia y el DANE, se programaron marchas, movilizaciones y congregaciones en plazas, parques y avenidas de las ciudades principales para conmemorar este día de forma colectiva, tal como en los últimos años, y para exigirle al Gobierno Nacional la necesidad de legalizar y regularizar el consumo de cannabis con fines recreativos, tal como se hizo para fines medicinales en 2015.
Finalizando el 2020, en el más reciente intento de los legisladores colombianos para legalizar el consumo recreativo de marihuana, miembros del partido de gobierno, el Centro Democrático, impulsaron a través de diversas campañas varios argumentos cargados de sesgos e imprecisiones para hundir la iniciativa, y eventualmente lo lograron.
En este chequeo múltiple verificamos algunos de esos argumentos y otras paparruchas al respecto que siempre que se habla de la posibilidad de legalizar el consumo recreativo de cannabis salen a relucir y que de tanto repetirlos los han vuelto “históricos”.
Lo primero que hay que decir sobre este mito, es que según especialistas, asociaciones médicas y organismos internacionales, así como en bases de datos científicas como (Pubmed, Scielo, Sciencedirect y Lilacs), no existe en el mundo el primer caso registrado de fallecimiento directamente relacionado al consumo de marihuana natural (la planta). Es decir, que hasta el momento no se ha documentado que nadie en el mundo se haya muerto por sobredosis de marihuana.
Para verificar este mito consultamos a la doctora Paola Cubillos, integrante de la junta directiva de la Asociación Médica Colombiana de Cannabis Medicinal e investigadora experta en la planta y sus usos, quien afirmó que aunque es prácticamente imposible que la marihuana mate por sí sola, su consumo continuado sí puede contribuir a otras factores que deterioran la salud del consumidor.
Dosis tóxicas letales de diferentes sustancias psicoactivas.
“Como se puede ver en la gráfica, las dosis tóxicas de la marihuana, tienen que ser muchísimas, son muy altas, son casi que inalcanzables para que una persona las pueda consumir de manera deliberada. Entonces no, no han ocurrido sobredosis” de marihuana, comentó la doctora Cubillos en conversación con Colombiacheck.
La Bolsa de Datos Globales de Salud (GHDx, por sus siglas en inglés) del Instituto de Métricas y Evaluación en Salud de la Universidad de Washington, da cuenta de 340.000 muertes anuales por abuso de sustancias en el mundo. Poco más de la mitad se debe a desórdenes con el alcohol y el resto es la suma de otras drogas, donde la mayor cuota les corresponde de lejos a los opioides, con más de 100.000 casos, mientras que el cannabis no tiene ningún registro.
Sin embargo, esto no quiere decir que el consumo prolongado de marihuana a nivel recreativo no pueda causar efectos nocivos en la salud de los consumidores.
Al realizar una búsqueda en la base de datos Pubmed de la Biblioteca Nacional de Estados Unidos, utilizando los términos “marihuana” y “efectos a largo plazo” en inglés encontramos que existen múltiples estudios y publicaciones (1, 2, 3 ,4 y 5) que señalan los efectos negativos a largo plazo sobre la salud del consumo de marihuana, e incluyen efectos a nivel neurológico, cardiovascular y hasta psiquiátrico.
Según Paola Cubillos, la especialista consultada por Colombiacheck, existe evidencia preliminar sobre las posibles implicaciones negativas del consumo de marihuana de forma prolongada en el sistema circulatorio de los consumidores, y se le vincula a un mayor riesgo de infartos, fibrilación auricular (una especie de arritmia cardíaca o alteración en el ritmo del corazón) y fallas cardíacas.
“Lo que yo quiero traer con la literatura del impacto en el sistema cardiovascular es que sí puede ocurrir la muerte por uso de cannabis cuando estás usando un producto que tiene mucho THC y te pueda crear una arritmia o un problema cardiovascular agudo y súbito. Entonces, en ese sentido, no es que te vaya a matar de depresión respiratoria como sucede con los opiáceos, pero sí puede llegar a ocasionar una arritmia que puede ser potencialmente mortal”, afirmó la doctora Cubillos.
A finales del año pasado, la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) publicó en su revista insignia Circulation, una declaración científica sobre los riesgos cardiovasculares asociados al consumo de cannabis y anotó lo siguiente:
“Algunos estudios han encontrado que dentro de una hora después de fumar cannabis, el THC puede inducir anomalías en el ritmo cardíaco, como taquicardia, contracciones ventriculares prematuras, fibrilación auricular y arritmias ventriculares. De manera aguda, el THC también parece estimular el sistema nervioso simpático, que es responsable de la respuesta de ‘lucha o huida’, lo que resulta en una frecuencia cardíaca más alta, una mayor demanda de oxígeno por parte del corazón, una presión arterial más alta durante el reposo y una disfunción dentro del paredes de las arterias”.
Un comité especializado de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, en 2017, encontró evidencia sustancial que asocia el consumo de cannabis con problemas respiratorios, sobre todo la bronquitis crónica en personas que la han fumado por mucho tiempo, y psiquiátricos, como el desarrollo de esquizofrenia en usuarios frecuentes, entre otros. Sin embargo, como apunta la doctora Cubillos, “hace falta indagar más, hacer más estudios”.
Otro escenario donde los estudios disponibles (1, 2, 3, 4 y 5) asocian el consumo de la hierba con riesgos para la salud de los consumidores y quienes los rodean, es en el de la conducción de vehículos bajo los efectos de la planta. Aunque los efectos de la planta sobre el organismo varían mucho de una persona a otra, según lo que se ha demostrado hasta el momento, tienden a dificultar las tareas que se hacen de manera más automática y que son necesarias para conducir de forma segura. Por ejemplo, aumentan los tiempos de respuesta ante los estímulos y el zigzagueo entre carriles.
Además en un metanálisis publicado en la revista British Medical Journal en 2012, realizado por docentes del Departamento de Salud Comunitaria y Epidemiología de la Universidad de Dalhousie, Canadá, en el que buscaban evaluar si el consumo agudo de cannabis en conductores aumentaba el riesgo de choque vehicular, concluyeron: “El riesgo combinado de una colisión de un vehículo motorizado mientras se conduce bajo los efectos del cannabis fue casi el doble del riesgo que se corre cuando se conduce sin impedimentos”.
Aunque los investigadores canadienses reconocieron que no todos los estudios disponibles al respecto son concluyentes, a partir de los que analizaron sí es posible afirmar que existen riesgos de sufrir accidentes fatales cuando se conduce bajo los efectos de la planta.
Otro punto importante a considerar sobre los potenciales efectos nocivos de la marihuana en la salud de sus consumidores, son las otras formas de administración y consumo de la misma (diferentes a inhalar el humo de un cigarrillo). Es decir, que productos derivados de la marihuana como los extractos, aceites o resinas, y los productos comestibles, presentan mayores concentraciones de THC, lo que hace que las dosis sean más difícil de controlar y los efectos tardan más en aparecer que al fumar, por lo que la persona puede ingerir cantidades peligrosas antes de darse cuenta. Pero ese tema lo ampliaremos en el punto número tres de esta verificación.
Para precisar, según los estudios disponibles y lo dicho por especialistas en la materia, no es posible que una persona muera como consecuencia del consumo directo del cannabis en su estado natural, pero sí existe peligro de intoxicación y sobredosis cuando se consumen los derivados procesados de esta, es decir extractos, resinas, comestibles, entre otros, que tienen porcentajes elevados de THC, como se ha documentado en reportes de casos de intoxicaciones y hasta muertes en diversas publicaciones científicas (1, 2, 3 y 4).
Así mismo, existen altos riesgos de daños para la salud al consumir el producto mundialmente conocido como marihuana sintética (que en realidad es una síntesis de las moléculas psicoactivas de la planta), que se comercializa bajo marcas como Spice o K2, productos generalmente de fabricación china que han causado graves problemas de salud pública (incluidas muertes por intoxicación) en el Reino Unido, Hungría, Costa Rica y en algunos estados de Estados Unidos.
Otro de los mitos sobre la marihuana que se repite es que “fumar hierba lleva al consumo de drogas más fuertes”. Este argumento, aunque carece de evidencia científica sólida, sale a relucir en redes sociales y en discursos de dirigentes cada vez que la posibilidad de legalizar su uso recreativo se pone sobre la mesa de debate.
Así sucedió a finales del año pasado, cuando con una votación de 102 a 52, la Plenaria de la Cámara de Representantes archivó el proyecto del representante del partido Liberal Juan Carlos Losada, que pretendía la legalización de la marihuana con fines recreativos en Colombia.
El Centro Democrático, partido de gobierno y uno de los principales opositores al proyecto, celebró el fracaso de la iniciativa argumentando que “al archivar el acto legislativo que pretendía legalizar la marihuana habían cumplido el compromiso con las familias colombianas. La protección de la familia, los jóvenes y niños es nuestra prioridad”.
Y el expresidente Álvaro Uribe Vélez, dirigente del partido, publicó un trino con el mismo argumento.
Sin embargo, los estudios disponibles indican que no existe causalidad probada entre fumar marihuana y consumir otras drogas. Según el National Institute on Drug Abuse de Estados Unidos “la mayoría de las personas que consumen marihuana no consumen otras sustancias ‘más duras’”.
Pero existe la sensibilidad cruzada, que se ha descrito como un fenómeno no exclusivo de la marihuana, el cual se ha identificado con estudios en animales en los que se ha evidenciado la capacidad del THC (tetrahidrocannabinol, principal componente psicoactivo de la marihuana) para preparar al cerebro a tener mayores respuestas a otras drogas.
“El alcohol y la nicotina también preparan al cerebro para una mayor respuesta a otras drogas y, al igual que la marihuana, también se usan típicamente antes de que una persona progrese a otras sustancias más dañinas”, enfatizan en el reporte del National Institute on Drug Abuse.
Además, desde dicha institución señalan que en la progresión del consumo de drogas más duras (como la cocaína o la heroína) influyen otros factores como “el entorno social, económico y cultural de una persona. Una alternativa a la hipótesis de las drogas de entrada es que las personas que son más vulnerables al consumo de drogas simplemente tienen más probabilidades de comenzar con sustancias fácilmente disponibles como la marihuana, el tabaco o el alcohol, y sus interacciones sociales posteriores con otras personas que usan drogas aumentan sus posibilidades de probar otras drogas. Se necesita más investigación para explorar esta cuestión”.
Por su parte, la doctora Paola Cubillos explica que “la marihuana no tiene, químicamente, una habilidad de crear adicciones más fuertes o que tu cuerpo quiera buscar otras sustancias que te lleven a tener una sensación más intensa. La marihuana sí puede crear dependencia, sí puede crear adicción a la misma planta. Alrededor del 9 % o 10 % de personas que usa cannabis en su vida se consideran dependientes y han desarrollado lo que se conoce hoy en día como un trastorno por uso de cannabis en donde tienen todas las características de dependencia y adicción”, destacó.
“Lo que sucede con el cannabis es que por ser una sustancia ilegal (es la sustancia ilegal más usada por las personas alrededor del mundo) es la situación de la ilegalidad donde tú la consigues la que sí se considera que puede llevar a otros consumos. Cuando tú estás en la ilegalidad es posible que se te presente la oportunidad de tener contacto con otras sustancias. De modo que es el ambiente de ilegalidad en el que vive el cannabis el que sí se presta para que la persona tenga contacto con otras sustancias psicoactivas”, remató Cubillos.
En definitiva, para especialistas como Cubillos y según los estudios consultados, la relación entre el consumo de cannabis y la progresión a otras sustancias psicoactivas es circunstancial, pues la dependencia a una sustancia “no viene por sí sola”, la adicción problemática viene en un trasfondo social y emocional importante para alguien que está empezando el consumo de estas sustancias.
Así que los estudios disponibles indican que no existe causalidad probada entre fumar marihuana y consumir otras drogas. Además, lo que sí muestran es que la mayoría de las personas que consumen marihuana no consumen otras sustancias "más duras", por lo que calificamos como cuestionable este mito.
En medio del boom generado por la legalización del consumo de cannabis con fines recreativos en varios países del mundo y en varios estados de Estados Unidos, los productos comestibles derivados de la marihuana empezaron a ganar popularidad bajo el argumento de que al no fumar la hierba se reducen los riesgos asociados a afecciones cardiovasculares y se pueden aprovechar mejor sus beneficios.
Por ejemplo, en Estados Unidos (en los estados donde es legal) las dulces, brownies, chocolates y comestibles derivados de la marihuana son uno de los segmentos de más rápido crecimiento del mercado y alcanzan alrededor del 10 % del mercado de cannabis de 18.500 millones de dólares, según Headset, organización que proporciona datos y análisis sobre la industria del cannabis en Estados Unidos.
Además, se empezó a popularizar el uso de los derivados del cannabis en experiencias de alta cocina.
Así mismo, desde el Observatorio Europeo de Drogas y las adicciones (EMCDDA, por sus siglas en inglés), señalan que desde 2017, en Europa se venden abiertamente productos de hierba y aceite de cannabis en tiendas dietéticas y tiendas especializadas de varios países bajo la premisa de que tienen poco o ningún efecto intoxicante y, por la misma razón, no están controlados por las leyes antidroga.
Sin embargo, organismos como la Asociación Estadounidense de Centros de Control de Envenenamiento y la misma EMCDDA, así como autoridades en salud como la Organización Mundial de la Salud, han empezado a través de publicaciones y reportes, alertar sobre los riesgos en la salud pública que conllevan estas nuevas formas de consumir el cannabis, que se mercadean y se publicitan bajo el argumento de que “no deteriora tanto la salud como cuando se fuma la hierba”.
Dado que no existe una norma de prueba establecida para estos productos, el contenido de THC puede no corresponderse con el indicado en las etiquetas o en los «resultados de las pruebas» que puedan exhibirse en el producto, señalan desde la EMCDDA.
“Generalmente cuando uno está fumando cannabis, este tiene unas potenciaciones de THC por ejemplo, del 19 % o del 20 %. Es decir, que si te estas armando un ‘cacho’ de un gramo y te lo fumas todo, estarías inhalando 20 miligramos de THC, eso te genera una intoxicación, pero eso no va a alterar el corazón, como sí lo pueden hacer los Dabs, los aceites y las resinas y otros derivados del cannabis que tienen concentraciones de 70-80 % de THC. Esos son los que son más peligrosos. Como tiene tanto THC eso te podría afectar a nivel cardiovascular”, comentó la doctora Cubillos.
La doctora Cubillos agrega que la forma en la que se metaboliza el principal componente activo de la marihuana, el tetrahidrocannabinol (THC), potencia su capacidad de llegar al cerebro cuando se ingiere en lugar de fumarlo. Este cambio se produce al pasar por el hígado, que lo procesa diferente.
“Hay un metabolito que es el 11-hidroxi-tetrahidrocannabinol, que se considera tiene un potencial psicoactivo más alto que el THC, entonces después de que tu hígado procesa y produce este metabolito pues va a viajar por el torrente sanguíneo y eso va a llegar al cerebro, pero eso sucede de forma lenta. Cuando tú estás inhalando sientes el efecto a los 15 minutos o media hora, no se demora más. Pero cuando tú estás comiendo e ingiriendo los cannabinoides se demoran dos o tres horas en iniciar su acción. Entonces, el peligro que hay con los comestibles es que una persona se sobredosifique ya que, aunque no traen grandes niveles de THC (varían según la marca y el producto), es difícil para el usuario medir cuánto está consumiendo”, indicó la especialista.
Ese es el riesgo en la ingesta de estos derivados, ya que los consumidores no tienen manejo sobre la dosis que están consumiendo y la dosis que necesitan para “pasar un buen rato”, y se sobredosifican y esto deriva en taquicardias o episodios de paranoia.
Otra cuestión problemática que se desprende de este tema es que en los países donde es legal el uso y la producción de derivados del cannabis con fines recreativos, como Canadá y algunos estados de Estados Unidos, se empezaron a registrar aumentos en los índices de intoxicación por cannabis en niños y niñas de edades tempranas, cuando los menores consumen estos comestibles accidentalmente al confundirlos con dulces normales, según una revisión sistemática de este tipo de intoxicaciones publicada en la revista Journal of Pediatrics.
Según un artículo del diario Washington Post, del 17 de abril del 2021: “Los centros de control de intoxicaciones en todo el país dicen que han visto un aumento en la cantidad de niños que han ingerido THC después de comer los comestibles de sus padres, pasando de solo 19 casos en 2010, antes de que se legalizara la marihuana recreativa en cualquier estado, a 554 casos el año pasado (ahora hay 36 que permiten la marihuana para uso médico, y 18 de ellos permiten el uso recreativo de adultos). Aproximadamente 400 de esos casos eran niños menores de 5 años”.
Los niveles altos de THC que contienen estos productos pueden provocar efectos secundarios nocivos en los niños, como dificultad para respirar, pérdida de coordinación, somnolencia y convulsiones, por eso los organismos de salud y los legisladores de los lugares donde estos productos son legales, han empezado a diseñar medidas para evitar que esto pase: como paquetes difíciles de abrir y regulaciones para que los empaques de estos productos no sean llamativos y tengan temáticas y estéticas que atraigan la atención de niñas y niños.
Así que es falso que sea “más beneficioso” consumir el cannabis que fumarlo.