12 de enero de 2022
Sra. Susan Wojcicki:
Han pasado casi dos años desde que comenzó la pandemia de COVID-19. El mundo ha visto una y otra vez lo destructivas que pueden ser la desinformación y la información errónea para la armonía social, la democracia y la salud pública; se han arruinado demasiadas vidas y medios de vida, y demasiadas personas han perdido a sus seres queridos por culpa de la desinformación. Como red internacional de organizaciones de verificación de hechos, observamos cómo se difunden las mentiras en Internet, y cada día vemos que YouTube es uno de los principales conductos de desinformación e información errónea en todo el mundo. Este es un importante tema de preocupación en la comunidad global de verificación de hechos.
Lo que no vemos es un esfuerzo real por parte de YouTube en la aplicación de políticas que aborden el problema. Por el contrario, YouTube permite que actores sin escrúpulos utilicen su plataforma como un arma para manipular y explotar a otras personas, y para organizarse y recaudar fondos. Las medidas actuales resultan insuficientes. Por esta razón, les instamos a que tomen medidas eficaces contra la desinformación y la información errónea, a que elaboren una hoja de ruta de intervenciones políticas y de productos para mejorar el ecosistema de la información, y a que lo hagan con las organizaciones independientes y no partidistas de verificación de hechos de todo el mundo.
En el último año hemos visto cómo los grupos conspirativos prosperan y colaboran por encima de las fronteras, incluido un movimiento que comenzó en Alemania, saltó a España y se extendió por América Latina, todo en YouTube. Mientras tanto, millones de usuarios tenían acceso a vídeos en griego y árabe que les animaban a unirse a un boicot contra las vacunas o a tratar las infecciones por COVID-19 con falsas curas. Aparte de la información falsa relacionada con la pandemia de COVID-19, los vídeos de YouTube han estado promoviendo falsos remedios para el cáncer durante años.
En Brasil, la plataforma se ha utilizado para amplificar el discurso de odio contra grupos vulnerables, con mensajes que han llegado a decenas de miles de usuarios. Las elecciones tampoco son seguras. En Filipinas, contenidos falsos con más de 2 millones de visitas (y donde se niega la vulneración de los derechos humanos y la corrupción durante los años de la Ley Marcial) se utilizan para mejorar la reputación del hijo del último dictador, uno de los candidatos a las elecciones de 2022. En Taiwán, las últimas elecciones se vieron empañadas por acusaciones infundadas de fraude. El mundo entero fue testigo de las consecuencias de la desinformación cuando una turba violenta asaltó el Capitolio de los Estados Unidos el año pasado. Desde la víspera de las elecciones presidenciales de EE. UU. hasta el día después, los vídeos de YouTube que apoyaban la narrativa del "fraude" tuvieron más de 33 millones de visualizaciones.
Los ejemplos son demasiados para contarlos. Muchos de esos vídeos y canales siguen en línea hoy en día, y todos pasaron desapercibidos por los controles de las políticas de YouTube, especialmente en los países de habla no inglesa y en el Sur global. Nos alegramos de que recientemente la empresa haya tomado algunas medidas para tratar de solucionar este problema, pero a tenor de lo que vemos a diario en la plataforma, creemos que estas iniciativas no están funcionando, y YouTube no ha presentado datos de calidad que demuestren su eficacia.
Hasta el momento, la plataforma de la empresa ha limitado los debates sobre la desinformación a una falsa dicotomía de borrar o no borrar contenidos. De este modo, YouTube evita la posibilidad de hacer aquello que realmente funciona: nuestra experiencia como verificadores de hechos y la evidencia académica demuestran que sacar a la luz la información contrastada es más eficaz que eliminar contenidos. Esta alternativa también preserva la libertad de expresión al tiempo que reconoce la necesidad de información adicional para mitigar los riesgos para la vida, la salud, la seguridad y los procesos democráticos. Y dado que una gran parte de las visualizaciones en YouTube proceden de su propio algoritmo de recomendación, YouTube también debería asegurarse de no promover activamente la desinformación ni recomendar a los usuarios contenidos procedentes de canales poco fiables.
Teniendo en cuenta todo esto, proponemos algunas soluciones que marcarían una gran diferencia a la hora de reducir la difusión de la desinformación y la información errónea en YouTube.
Esperamos que considere la posibilidad de poner en práctica estas ideas por el bien público y para lograr que YouTube sea una plataforma que realmente ponga todos los medios para evitar que la desinformación y la información errónea se conviertan en armas contra los usuarios y la sociedad en general. Estamos preparados para prestar a YouTube toda la ayuda que necesiten en esta tarea. Nos gustaría reunirnos con usted para hablar sobre estos asuntos y encontrar formas que conduzcan a una colaboración eficaz. Esperamos su respuesta a esta propuesta.
Lea también, nuestra cobertura sobre desinformación y Youtube.
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