Mucho se ha dicho y discutido sobre la propuesta de reforma a la salud impulsada desde el gobierno de Gustavo Petro, en cabeza de la hasta hace poco ministra de Salud, Carolina Corcho, y que fue radicada formalmente el 13 de febrero de 2023.
El 25 de abril de 2023 la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes aprobó la ponencia de la bancada del Gobierno para darle primer debate a la reforma a la salud, ante la plenaria de la Cámara.
En el marco de la discusión pública sobre la aprobación o hundimiento de la reforma, también surgieron múltiples inquietudes y especulaciones en redes sociales sobre la posible vinculación de la medicina ancestral o tradicional de pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos, rom, entre otros, en el proyecto de ley.
Esto, a raíz de una respuesta que la entonces ministra Corcho le dio al senador del Partido Liberal Alejandro Carlos Chacón en un extenso derecho de petición.
En el documento, el congresista le preguntó sobre el diseño de los perfiles necesarios para el futuro del sistema de salud, a lo que la ministra respondió con una descripción de quienes integrarían los equipos básicos de salud territorial y agregó que dentro del modelo preventivo y predictivo se podrá vincular a parteras, médicos tradicionales, yerbateros, sobanderos, curanderos y abuelos de las comunidades.
“Así mismo, el Modelo Preventivo, Predictivo en el marco de los equipos y en el desarrollo de la interculturalidad, podrá vincular en el funcionamiento y organización de éstos a parteras(os), médicos tradicionales (payés, taitas, mamos, tewalas, paichis, jaibanás, entre otros), los yerbateros, los pulseadores, guaraleros, taakwatungua, sobanderos, sagas, curandero, mayores, abuelos, los cuales deben estar reconocidos por las formas organizativas y colectivos del área de influencia donde se van a desarrollar las actividades, teniendo en cuenta las dinámicas diferenciales, étnicas, culturales, e interculturales de los territorios”, detalla la respuesta de la ex ministra.
Luego de darse a conocer la respuesta de Corcho en distintos medios de comunicación (1, 2, 3), en redes como Twitter, Facebook e Instagram no se hicieron esperar las reacciones, a través publicaciones de usuarios y páginas en contra de la propuesta de la exministra.
Incluso, algunos aseguraron que se trataba del ‘reemplazo’ o ‘despedida’ de los médicos convencionales (1, 2, 3, 4, 5, 6).
Esta misma narrativa fue utilizada por el influenciador Frank Portilla en un trino, el cual fue verificado en un chequeo el 2 de marzo del 2023, en el que explicamos que el tuit cambia el sentido a una publicación del Ministerio de Salud que en realidad cita a una lideresa indígena sobre las necesidades de su comunidad.
Los políticos en oposición también mostraron su desaprobación a la insinuación de la exministra, como lo hizo el congresista Miguel Polo Polo, quien en su cuenta de Twitter posteó: “Sobanderos, yerbateros, momos y curanderos serán el nuevo personal de salud según la reforma de la ministra Corcho y el guerrillero Petro ¡Apague y vamos! Según este gobierno los enfermos de Colombia se curaran a punta de bebedizos y maranguango ¿Ese es el CAMBIO? 🤡 patético” (sic).
También la senadora del Centro Democrático María Fernanda Cabal manifestó su rechazo en contra de lo que consideró ‘el reemplazo’ de los médicos y especialistas: “No puede ser. Un sobandero en vez de un ortopedista para atender una fractura; o un veterinario para una cirugía de corazón abierto. El manicomio” (sic), afirmó en un trino.
En contraparte, otros usuarios defendieron la posibilidad de inclusión de estos perfiles en la reforma a la salud (1, 2, 3). También lo hicieron políticos afines al gobierno, como la senadora Piedad Córdoba, quien considera que la posible vinculación de estos saberes al sistema de salud es un “reconocimiento de la medicina tradicional”.
Es así como en Colombiacheck desarrollamos este explicador con el objetivo de contar qué es la medicina ancestral y cómo ha sido reconocida; cómo funciona en el actual sistema de salud, qué propone la reforma al respecto y cómo funcionaría la certificación o reconocimiento de los perfiles en medicina ancestral al ser vinculados al nuevo sistema.
En su respuesta al derecho de petición interpuesto por el senador Chacón, la hoy exministra Corcho se refirió a los perfiles en medicina tradicional o ancestral que se vincularían al ‘modelo preventivo y predictivo en salud’.
Al respecto, debemos explicar que la medicina tradicional o medicina ancestral es la suma total de los conocimientos, capacidades y prácticas basados en las teorías, creencia y experiencias propias de diferentes culturas, bien sean explicables o no, utilizadas para mantener la salud y prevenir, diagnosticar, mejorar o tratar enfermedades físicas y mentales, según explica el informe ‘Estrategias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre Medicina Tradicional 2014-2023’.
Según la organización, la medicina tradicional es considerada una parte importante y con frecuencia subestimada de los servicios de salud, pues históricamente se ha utilizado para mantener la salud, y prevenir y tratar enfermedades, en particular enfermedades crónicas.
En Colombia, este tipo de medicina tradicional o ancestral es practicado por payés, taitas, mamos, tewalas, paichis, jaibanás, entre otras denominaciones culturales para referirse a los chamanes, guías espirituales o autoridades mayores en los pueblos indígenas y afro.
También hacen parte de esta medicina ancestral las parteras, pulseadores, guaraleros, taakwatungua, sobanderos, sagas, curanderos, mayores, abuelos y los yerbateros. Este último se define, según la Real Academia Española (RAE), como un término utilizado en países como Colombia, Ecuador, México, Perú, Puerto Rico y Venezuela, para referirse al médico o curandero que cura con hierbas.
La medicina ancestral o tradicional de los pueblos es reconocida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el Artículo XVIII de la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Allí se establece que “los pueblos indígenas tienen derecho a sus propios sistemas y prácticas de salud, así como al uso y la protección de las plantas, animales, minerales de interés vital, y otros recursos naturales de uso medicinal en sus tierras y territorios ancestrales.”.
También el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas y Tribales considera que dentro de los regímenes de seguridad social se deberán tener en cuenta los métodos de prevención, prácticas curativas y medicamentos tradicionales, como parte importante en los servicios de salud a nivel comunitario.
En Colombia, la Constitución Política en sus artículos 7, 8 y 70 reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación, obligando al Estado y a las personas a proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación. La Carta establece que la cultura en sus diversas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad, reconociendo la igualdad y dignidad de todas las personas que viven en el país.
También en la Ley Estatutaria de Salud 1751 de 2015, el Estado reconoce y garantiza el derecho fundamental a la salud integral, entendida según sus propias cosmovisiones y conceptos que se desarrolla en el Sistema Indígena de Salud Propio Intercultural (SISPI).
Además, está la Resolución 1077 de 2017, la cual incluye la manifestación de 'Saberes asociados a la partería afro del Pacífico' en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito nacional, y se aprueba su Plan Especial de Salvaguardia.
Un informe sobre los ‘Lineamientos para Incorporación del Enfoque Intercultural en los Procesos de Formación del Talento Humano en Salud, Para el Cuidado de la Salud de los Pueblos Indígenas en Colombia’, del Ministerio de Salud y Protección Social, del año 2017, destaca que estos sabedores y sabedoras tradicionales cumplen el papel de intermediarios “para mantener o alcanzar el equilibrio, la armonía y la curación, la cual es una manifestación de una necesidad de aprendizaje para un pueblo, comunidad o persona”.
Los conocimientos y prácticas ancestrales son transmitidos de generación en generación, y en la mayoría de los casos, los futuros sabedores son elegidos desde temprana edad para aprender mediante la convivencia con mayores, médicos tradicionales, sabedores, abuelos y padres.
Según Sandra Isabel Payán Gómez, médica general y especialista en Investigación de Ciencias Sociales, quien cuenta con más de 20 años de experiencia en salud comunitaria, uno de los mayores problemas en la discusión pública sobre la implementación de la medicina tradicional o ancestral en el sistema de salud es que se valida únicamente la medicina occiental o moderna y se considera a la tradicional como una práctica meramente cultural.
“La medicina moderna, es decir la que encontramos en los hospitales, es una medicina muy nueva; podemos hablar del siglo XIX solamente. Esta es una manera de entender la salud propia del sistema capitalista patriarcal y colonialista, impulsado por toda la invasión de Europa hacia nuestros continentes, entonces expresa una manera de concebir la salud que no es propia de nuestros pueblos”, explica.
Para la experta, si bien la medicina occidental ha sido incorporada en nuestra sociedad moderna, en los diferentes pueblos (afro, indígenas, campesinos, etc.) hay múltiples formas de concebir la salud que son diferentes a la del modelo médico convencional.
La partería tradicional es practicada por diferentes comunidades afrodescendientes, indígenas y campesinas, particularmente en las zonas rurales del Pacífico colombiano y en los departamentos del Chocó, Antioquia, Valle del Cauca, Cauca y Nariño.
Según se explica en la Resolución 1077 de 2017, los saberes asociados a la partería tradicional conforman un sistema de conocimientos y técnicas sobre el cuidado del cuerpo y el uso de plantas, que han desarrollado principalmente las mujeres del Pacífico colombiano, para atender el ciclo reproductivo de la mujer y para diagnosticar y tratar enfermedades de las comunidades en general.
En una declaración conjunta, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) explican que las funciones de la partería tradicional giran en torno a la asistencia a la madre y a la familia en el momento del parto, labor que suele comprender la extracción del feto, la sección y la limpieza del cordón umbilical y la eliminación de la placenta, así como los posteriores cuidados del niño y de la madre, que incluyen baños, masajes, ayuda doméstica y el asesoramiento durante el embarazo y el puerperio.
Liceth Quiñones, presidenta de la Federación Nacional de Parteras Tradicionales de Colombia y directora de la Asociación de Parteras Unidas del Pacífico (Asoparupa), señaló en un video publicado en Facebook sobre la práctica de la partería en el marco de la reforma a la salud, que la partería tradicional en los diferentes pueblos étnicos es considerada un oficio que se ha mantenido desde los primeros asentamientos territoriales, en donde las mujeres (consideradas mayoras) han tenido a cargo la tarea del cuidado:
“Las parteras tradicionales han mantenido una relación estrecha con el territorio, con las dinámicas de las personas, pero también con la siembra de sus plantas, pues una partera, o una sabedora tradicional siembra sus plantas en su casa. Cuando están en zona rural, tienen su hectárea o sus lugares para siembra y generan una maestría ancestral, transformando esa planta en medicina, que comienza a dárselo desde el bebé recién nacido, porque a nosotros nos curan el sistema digestivo con estos elementos que se siembran y se cultivan en esa medicina ancestral”.
Según Quiñones, la partería tradicional también recuerda constantemente el vínculo espiritual con el territorio y la identidad de las personas dentro de la comunidad, además de permitir curar enfermedades propias de los pueblos y comunidades.
“Una partera tradicional, además de trasladarse a la casa de una mujer para atenderla, si ella lo requiere, también convierte su propia casa en ese espacio de atención comunitaria que no solo se limita al acompañamiento del embarazo, sino también se considera el espacio propio de hacer medicina (...) A veces en los barrios hay balaceras, está lloviendo muy fuerte y no hay transporte. Hay veces que la mujer le da susto porque no quiere ser maltratada, no quiere que la devuelvan porque está con 4, 6 centímetros de dilatación y decirle “venga después”, ella tiene su partera ahí, que además, es su madrina que muchas veces es la persona que ha gestionado su salud y la de su familia por generaciones, entonces ella accede al conocimiento y a la práctica y confianza y buen trato humanizado que esa partera le brinda”.
En otro video publicado por Liceth Quiñones en donde habla sobre la inclusión de la partería como modelo preventivo en salud, refiere que mucha de esa atención humanizada parte desde el hecho de conocer cómo y en qué condiciones viven las personas que las consultan, entre otros determinantes sociales que les permiten a las parteras tradicionales comprender y planear cómo intervenir o acompañar a esa persona y a su familia.
Para la enfermera profesional, Brunhilde Goethe Sánchez, especialista en Perinatología de la Universidad Nacional y quien además cuenta con más de 45 años de experiencia en el área asistencial y cuidado materno perinatal, las parteras tradicionales son vitales para atender a las mujeres gestantes en las zonas más alejadas del país, especialmente en la región pacífica, donde predominan patologías que ponen en riesgo la salud de las madres y los fetos.
“En el Chocó, por ejemplo, se ve una alta mortalidad materna, porque allá las madres no suelen utilizar planificación familiar, son multíparas y presentan un alto riesgo de presentar hemorragia posparto. Además, al ser de raza negra, tienen predisposición a presentar trastorno hipertensivo de la gestación o preeclampsia, entonces, todo ese conocimiento de las parteras tradicionales sirve también para identificar a tiempo los signos de alarma, y que en esos casos, puedan remitir a las mujeres a los hospitales de las cabeceras municipales, y se reduzcan los riesgos de complicación”.
Según Brunhilde Goethe, algunas mujeres gestantes que llegan a las grandes ciudades, incluso deciden ir acompañadas por sus parteras o parteros, quienes las han acompañado en todo el proceso de gestación.
“En muchos casos que he atendido me encuentro con que los parteros o parteras se encargaban de convencer a las mujeres gestantes para que vinieran a los hospitales de las capitales para tratar los partos complicados con medicina occidental, porque sabían que en algunos casos, con sus conocimientos no iban a poder sacar la paciente adelante o el bebé”.
En Colombia son varias las leyes y articulados que abordan la práctica de la medicina tradicional, en su mayoría, de los pueblos indígenas. Por ejemplo, la Ley 100 de 1993 (por la cual se rige el actual sistema de salud en el país), en su Artículo 181, posibilita la creación de entidades promotoras de salud indígenas (EPSI).
Sobre esto, la Ley 691 del 2001 reglamenta y garantiza el derecho de acceso y la participación de los pueblos indígenas en los servicios de salud en Colombia, en condiciones dignas y apropiadas, observando el debido respeto y protección a la diversidad étnica y cultural de la nación, según señala su Artículo 1, y mediante el Decreto 2716 de 2004 establece que las autoridades de pueblos indígenas podrán crear Administradoras Indígenas de Salud (ARSI) para la afiliación de esta población.
Adicionalmente, los Decretos 4972 de 2007 y 1848 de 2017 reglamentan las instituciones prestadoras de servicios de salud indígenas y los sistema de habilitación de las Entidades Promotoras de Salud Indígenas - EPSI, que actualmente son cinco vigentes (Pijaos Salud EPSI, Mallamas EPSI, Anas Wayuu EPSI, Asociación Indígena del Cauca EPSI y Dusakawi EPSI), según reporta el Ministerio de Salud el 31 de enero del 2023.
Años después, a través del Decreto 1953 de 2014, se crea el Sistema Indígena de Salud Propio e Intercultural (SISPI), descrito como “el conjunto de políticas, normas, principios, recursos, instituciones y procedimientos que se sustentan a partir de una concepción de vida colectiva, donde la sabiduría ancestral es fundamental para orientar dicho Sistema, en armonía con la madre tierra y según la cosmovisión de cada pueblo”.
El SISPI está orientado a crear políticas, normas, principios, recursos e instituciones que articulen precisamente los saberes ancestrales, que pueden estar representados en yerbateros, sobanderos, etc., con el Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS), lo cual fue un compromiso del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014, durante el primer periodo de gobierno de Juan Manuel Santos.
Además, mediante el decreto 1973 de 2013, se creó la subcomisión de salud para concertar con los pueblos indígenas políticas públicas que tengan en cuenta sus conocimientos de la medicina tradicional y para la implementación del SISPI. El decreto 1953 de 2014, del Ministerio del Interior, por su parte, estableció el régimen de funcionamiento de los territorios indígenas y contempló que uno de los componentes del SISPI fuese la sabiduría ancestral.
Igualmente, la Corte Constitucional le ordenó al gobierno de Duque, en 2022, sumar a las parteras tradicionales al sistema de salud. “Estas personas además de atender alumbramientos, acompañar a la madre gestante y cuidar del bebé recién nacido, brindan servicios de medicina ancestral, diagnóstico y trata de enfermedades a las comunidades a las que pertenecen, mediante el uso curativo de plantas medicinales y otras formas de medicina tradicional”, expuso en la sentencia T-128-22.
Según Gabriel Bustamante Peña, Director Jurídico y Secretario encargado del Ministerio de Salud y Proyección Social, hoy la salud de los pueblos indígenas, afro y rom funciona bajo la protección constitucional:
“Recordemos que desde la constitución de 1991 se reconocieron la plurietnia y la multiculturalidad como un principio fundante de la Nación colombiana. Entonces, no sólo las creencias occidentales tienen cabida en el nuevo marco constitucional, sino que dentro de sus territorios, las creencias milenarias de las comunidades indígenas, afro y otros pueblos originarios son aceptadas, reconocidas y es deber del Estado promoverlas en un marco de armonía, obviamente en el campo de la salud, con la medicina occidental”.
Según Bustamante, las autoridades encargadas, como el Ministerio de Salud, son quienes deben integrar estas categorías de salud propia de los pueblos, no solamente a través de su financiamiento, sino también desde el reconocimiento, que es lo que genera la exclusión.
Para Ximena Hurtado, directora del Hospital Mama Dominga y coordinadora del programa de salud del cabildo de Guambia, con la Constitución de 1991 y demás leyes mencionadas, se ha ayudado a reivindicar los saberes ancestrales de los pueblos indígenas. “La medicina ancestral ha existido desde siempre. Ahorita hay una normativa y leyes que nacieron con la territorialización desde occidente, pero las prácticas ancestrales siempre han estado en salud y la medicina desde que nosotros habitamos estas tierras. Lo que se ha hecho, y con la Constitución de 1991 es reivindicar esos saberes”, dice.
Agrega que, ancestralmente hacen parte de la medicina ancestral, sobanderos, parteras, yerbateros, entre otras autoridades en salud, que son consultados en territorio, como parte de una ritualidad propia que hace parte importante de la salud territorial, algo que desde la salud occidental no se contempla.
“En el caso de Guambia, por ejemplo, no teníamos hospital y aunque había algunos puestos de salud que se comenzaron a construir en los años 70 y 80, las personas de la comunidad en realidad acudían a la medicina ancestral. En el año 2000 se inaugura el Hospital Mama Dominga, que es administrado por la autoridad ancestral y el 80% de las personas que laboran ahí son indígenas misak y nasa, porque hubo una visión desde nuestras autoridades antes de tener autonomía y administrar nuestros propios sistemas”, cuenta Hurtado.
De acuerdo con su directora, el Hospital Mama Dominga tiene atención de medicina occidental, pero también cuenta con la Casa de Plantas Payàn, donde se transforman las plantas medicinales para tratamientos dados a la comunidad. “Acá en Guambia, si alguien quiere acudir a lo propio, a lo ancestral, lo hace, pero si quiere acudir a la atención hospitalaria occidental también lo puede hacer y se complementan. Es una realidad que ya existe y que simplemente hay que visibilizar más en el sistema de salud”, señala.
En el caso del Hospital Mama Dominga, éste responde a parámetros del gobierno, como contratar con las distintas EPS, y sus afiliados cuentan con un carnet de aseguramiento. No obstante, según Hurtado, con los pueblos indígenas en este caso, no se puede siempre seguir al pie de la letra las políticas en salud que vienen desde el ministerio, sino que estos deben modificarse, de modo que puedan adaptarse a cada uno de los territorios y contextos en los que se requiere respuesta.
“En la casa de plantas no solamente llega nuestra población indígena, también llegan en búsqueda de sabiduría ancestral personas de ciudades como Cali, Popayán, entre otras, que no son indígenas, así como personas de municipios cercanos, para buscar asistencia de la partera o médico tradicional y en búsqueda de los tratamientos a base de preparación de plantas que es lo que hacemos”, explica.
Sobre los tratamientos y enfermedades más comunes en los sistemas de salud de los pueblos indígenas, Hurtado explica que suelen presentarse complicaciones en los partos o en etapa de gestación de las mujeres, las afecciones respiratorias, diarreas, hipertensión, infecciones urinarias que suelen tratarse ya sea con medicina tradicional, mediante plantas medicinales o con manejo hospitalario convencional, dependiendo del nivel de gravedad de estas enfermedades.
En el más reciente documento de la reforma a la salud, tras la ponencia positiva del 25 de abril del 2023, se modificó la iniciativa legislativa inicial del Gobierno precisamente para sumar dentro de las funciones de los Centros de Atención Primaria en Salud (CAPS) la prestación de servicios de salud con medicinas alternativas, complementarias y saberes ancestrales, según se explica en el Artículo 45 del proyecto de Ley.
Al respecto, Gabriel Bustamante dijo a Colombiacheck que con la reforma a la salud se pretende generar un gran proceso de conversación y de concertación con los pueblos tradicionales.
“Ese diálogo se va a dar a través de una autorización que va a dar el Congreso para que el presidente de la República expida decretos con fuerza de ley. Estas leyes se van a hacer luego de consulta previa con las comunidades y los pueblos sobre la forma en que esa salud propia y conocimientos ancestrales, que son muy valiosos, se integran al sistema de salud y conviven armónicamente con el sistema de occidente”, explica Bustamante, refiriéndose al Artículo 150 de la reforma.
Es decir, que la reforma apenas buscaría allanar el terreno para que luego el presidente Petro, a través de decretos, pueda concretar alguna medida que permita la integración de los saberes ancestrales en el sistema de salud. Algo que ya existe por medio del Sispi y que el gobierno no ha detallado en qué cambiaría concretamente.
Para la experta Sandra Payán, la reforma a la salud apunta a incluir todos los saberes tradicionales, que aunque no es suficiente con lograr una inclusión, si es un avance en el reconocimiento de los saberes ancestrales. “Es muy amplio el tema de los saberes propios, donde no solamente está lo indígena, ni lo afro, está también lo campesino y toda la sabiduría popular urbana. Todos estos saberes son válidos porque son los que nos han permitido el bienestar y la existencia de nuestros pueblos”, detalla.
Por su parte, Liceth Quiñones asegura que es necesario reconocer e incluir las maneras tradicionales diferentes en cómo las personas gestionamos la salud. “Hay que reconocer que hay un modelo preventivo y predictivo que diagnostica y que funciona; que tiene punto de respuesta, por ejemplo, ante un signo de alarma a una mujer embarazada que tenga dolor de cabeza, que tenga zumbido en los oídos, que vea luces, que se sienta mareada, que tenga dolor, mucho sangrado, etc. Ahí una partera está en al capacidades de verla, de remitirla al hospital, y en caso de haber amenaza de aborto o preclancia, la partera esta capacitada para hacerle ese seguimiento para que la mujer pueda llegar a un parto seguro y humanizado”, afirma.
En la respuesta al derecho de petición del senador Chacón, la exministra dijo que “las parteras(os), médicos tradicionales (payés, taitas, mamos, tewalas, paichis, jaibanás, entre otros), los yerbateros, los pulseadores, guaraleros, taakwatungua, sobanderos, sagas, curandero, mayores, abuelos, los cuales deben estar reconocidos por las formas organizativas y colectivos del área de influencia donde se van a desarrollar las actividades, teniendo en cuenta las dinámicas diferenciales, étnicas, culturales, e interculturales de los territorios”.
Según Bustamante, la entonces ministra se refería a que el reconocimiento y validación se dará por parte de los resguardos indígenas y los consejos comunitarios, como sus autoridades tradicionales reconocidas por el Estado colombiano, convalidadas por el Ministerio del Interior.
“Lo que dice la ministra tiene que ver con las prácticas comunitarias, milenarias que están circunscritas a los territorios y las comunidades que las practican. La práctica milenaria de una comunidad indígena, como la wayú, no va a tener la misma connotación sociocultural en otros resguardos de pueblos diferentes, en donde se maneja una medicina propia”, afirma el funcionario.
No obstante, la reforma no dice de forma explícita que los perfiles en medicina ancestral deberán ser “reconocidos por las formas organizativas y colectivos del área de influencia donde desarrollarán sus actividades”, como afirmó la exministra en su respuesta al senador Chacón.
Solo en el Artículo 150 se habla de una concertación con los Pueblos sobre la organización, coordinación de la prestación de servicios, acciones en salud pública y los procesos propios, sin especificar cómo se daría la “validación y reconocimiento” de los perfiles de los que habla la exministra, siendo este otros de los aspectos pendientes por reglamentarse en las facultades extraordinarias que pide el presidente en la reforma y en la consulta previa con las comunidades.
Al respecto, Ximena Hurtado explica que en los territorios se “ven y validan” los perfiles como yerbatero, sobandero o partera para las prácticas ancestrales, según el conocimiento social que estas personas tengan de la comunidad, es decir, que estas personas deben ser reconocidos socialmente por contar con la experiencia en medicina tradicional o partería, de lo contrario no se les da esa validación.
Por ejemplo, desde la medicina tradicional, las parteras enseñan desde cómo cuidar el territorio, hasta cómo cuidar la familia y al individuo, todo esto desde su cosmovisión de salud-enfermedad. Es así como parteras, yerbateros y sobanderos participan del cuidado de la vida de una manera integral, territorial, familiar y social en las comunidades.
“Al estilo occidental uno estudia una carrera del área de la salud, obtiene su título universitario y saca un registro médico; acá es el reconocimiento social que realiza la comunidad y depende de cada pueblo. En caso de aprobarse la reforma a la salud, los diferentes pueblos o comunidades deberán organizarse, ya sea por designación de una autoridad ancestral o por uno de los sabedores, se daría esa certificación en conocimiento tradicional”, señala Hurtado.
Por su parte, Liceth Quiñones refiere que las parteras tradicionales también cuentan con una autorregulación, alrededor de sus organizaciones, movimientos o grupos constituídos, donde constantemente se están capacitando y generando herramientas en gestión del conocimiento y calidad humana para una mayor humanización de la atención.
Como explicamos anteriormente y en un chequeo en el que contamos que los yerbateros no van a reemplazar a los médicos si se aprueba la reforma de Petro, el Artículo 45 de la reforma a la salud plantea que dentro de las funciones de los CAPS está la prestación de servicios de salud con medicinas alternativas, complementarias y saberes ancestrales. Sin embargo, en ninguna parte del documento se habla de un “reemplazo” a médicos y demás profesionales del sector salud.
El mismo Artículo dice que cada uno de estos CAPS “deberá contar con una infraestructura física y tecnologías que se adapten a las condiciones diferenciales y particularidades del territorio, ya sean socioculturales, geográficas y bioclimáticas, entre otras”.
Adicionalmente, el Artículo 55 de la reforma, sobre la implementación de servicios y tecnologías de salud en el modelo preventivo, predictivo y resolutivo plantea que estos servicios y tecnologías “se adecuarán según género, etnia, curso de vida, discapacidad u otras condiciones poblacionales y territoriales”. Allí se incluyen las formas propias de cuidado y salud popular de campesinas étnicas, tradicionales y ancestrales, de acuerdo con la normativa vigente.
Es decir, según lo que explica el articulado, la medicina ancestral o tradicional (de la que hacen aparte los yerbateros), sería impartida o aplicada en los territorios donde estas prácticas son reconocidas y hacen parte de su sistema de salud propia, como ya lo establece el Sistema Indígena de Salud Propio e Intercultural (SISPI).
Hasta el 28 de abril, la reforma a la salud seguía su camino en el Congreso y su última prueba de fuego fue la votación para de la ponencia positiva, que resultó siendo aprobada con 10 votos a favor y 8 en contra y se espera aún la discusión del articulado para que el proyecto de ley siga su trámite.