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Viernes, 02 Agosto 2024

¿Se pueden imprimir actas nuevas para falsificar los resultados de las elecciones en Venezuela?

Por José Felipe Sarmiento

El exvicepresidente colombiano Francisco Santos aseguró que esto es lo que está haciendo el CNE controlado por el régimen de Maduro. Aunque hay motivos para la sospecha, esto no es tan fácil.

3 DATOS CLAVE:

  1. Un trino del exvicepresidente colombiano Francisco Santos alimentó la sospecha de que el chavismo estaría imprimiendo nuevas actas de escrutinio para sustentar los resultados, hasta ahora sin evidencia, con los que el CNE venezolano declaró ganador al mandatario Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del 28 de julio.
  2. Eso no es tan fácil de hacer. Las 30.026 constancias, una por mesa, tienen varios códigos de seguridad únicos individuales, firmas y otros elementos que deben coincidir entre múltiples copias (como las que ya tienen los testigos impresas). No se pueden tocar sin claves que no dependen solo de la autoridad electoral.
  3. No obstante, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil han recibido denuncias, aún por confirmar, de que justamente testigos y miembros de mesa podrían estar entre los objetivos sistemáticos de cientos de detenciones arbitrarias que se han efectuado en los últimos días, lo que tendría el aparente propósito de obligarlos a firmar falsificaciones.

Usando la etiqueta de #Urgente y supuestamente “con mucha responsabilidad y luego de verificar 100% está información”, el exvicepresidente Francisco Santos lanzó un mensaje en X en el que señaló a las autoridades electorales venezolanas, controladas por el régimen de Nicolás Maduro, de estar falsificando actas de escrutinio para validar los cuestionados resultados a favor de la segunda reelección del presidente que anunciaron, sin evidencias, tras los comicios del 28 de julio:

“En los galpones del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Filas de Mariche, estado Miranda, hay un equipo de 150 empleados del ente electoral de Venezuela, todos supervisados por un grupo de ingenieros chinos de 4 personas (fabricantes de las máquinas).

Todo esto para imprimir la totalidad de las nuevas actas y presentarlas a los observadores internacionales antes del viernes 2 de agosto”.

En su trino, publicado el 30 de julio a las 7:57 p.m. (UTC-5), el político colombiano del partido derechista Centro Democrático dio incluso detalles de la vestimenta de los implicados y dijo que habían llegado de Cuba en un vuelo de la aerolínea estatal venezolana, Conviasa. Además, señaló específicamente a Carlos Quintero, rector principal del Poder Electoral, como el supervisor de la acción.

La senadora de esa misma agrupación política Paloma Valencia le dio eco a esa denuncia, igual que varios medios de comunicación en Colombia, Venezuela y otros países; Infobae lo hizo por partida doble (1, 2). Además, la cuenta Reacción Nacional (@RNacional_news), una frecuente desinformadora en X, también la difundió.

Después de esto, la palabra “Mariche” llegó a ser tendencia en X para Venezuela, por la parroquia Filas de Mariche que menciona el exvicepresidente. Allí, a las afueras de Caracas por el oriente, en el municipio de Sucre, estado Miranda, es donde se ubican los galpones del CNE en los que se guardan las máquinas de votación.

Con la aclaración de que se trataba de una pregunta genuina, un usuario de X obtuvo 568.500 reproducciones, 7.710 ‘me gusta’ y 620 republicaciones al plantear esta inquietud: “Si realmente el chavismo está imprimiendo nuevas actas que validen su resultado, ¿cómo podemos demostrar que las nuestras sí son reales?”.

No es la única cuestión. ¿Qué tan viable es ejecutar ese plan? ¿Por qué hay tantas sospechas? ¿Cuál es la fijación con las actas? Te lo explicamos a continuación.

La autenticidad: ¿es solo darle ‘imprimir’?

No es tan sencillo, como explicaron nuestros colegas de Cazadores de Fake News en un hilo motivado por el trino de Santos. Ellos toman como referencia el análisis del periodista, experto en procesos electorales y fundador de Votoscopio, Eugenio Martínez, quien le respondió al exvicepresidente que, si la supuesta impresión de actas falsas ocurriera, aún quedarían múltiples elementos para distinguir las originales:

“Las actas del CNE tendrían un hash y una firma digital diferentes que demostrarían que no corresponden con la elección. Esas actas tampoco tendrían las firmas de los testigos y miembros de mesa. Esas actas tampoco coincidirían con las que han posteado cientos de personas en redes sociales. Ahora, @PachoSantosC, supongamos que el CNE logra replicar todo eso (hash, firma digital, firmas de testigos), ¿cómo saber qué acta es la verdadera? Se cuentan los comprobantes”.

Vamos por partes.

El hash es un código único ubicado en la parte superior. En esencia, encripta cierto conjunto de datos en una secuencia de caracteres. Esta es completamente distinta con cualquier alteración de la información.

Ejemplo de la parte superior de un acta, donde se ve el código 'hash'.

“Si las máquinas volvieran a imprimir un acta -con resultados diferentes- este hash variaría y sería diferente al de la base de datos. Para que las máquinas impriman un nueva acta después de la elección se necesitaría usar una clave compartida para ‘abrir’ el software”, había detallado Martínez en otro hilo de X el 30 de julio en la mañana.

El comunicador aclaró que el Consejo Nacional Electoral no tiene esta contraseña completa sino que requiere de complementos que están en poder de las auditorías partidistas, por lo que ese órgano no puede armarla solo. Así, una forma de asegurar que las actas de escrutinio coinciden con las utilizadas para la totalización es contrastar esta serie alfanumérica.

Algo similar sucede con la firma digital, que es la otra cadena de letras y números que aparece en el extremo inferior. “Ese es un código de seguridad que no puedes generar a menos que tengas las claves del sistema del CNE; eso garantiza que el único software que puede generarlo es el de las máquinas de votación”, explicó un experto en la organización de los comicios para el boletín de correo de Arepita del 31 de julio (Colombiacheck accedió al audio de la entrevista, pero omite el nombre de la fuente por seguridad).

Ejemplo de la parte inferior de un acta, donde se ve su firma digital.

Esta serie también debe coincidir y cambiaría en una nueva acta impresa, como señala una infografía de Votoscopio compartida por Martínez. Hasta aquí, estos dos aspectos ya implican una doble verificación de autenticidad y apenas es el primer paso.

A eso se le suma el código de respuesta rápida (QR, del inglés quick response) que también tienen las actas. Al escanear los documentos impresos, debería aparecer la información digitalizada de la respectiva mesa publicada por el CNE, informó el periodista en un artículo de BBC.

Ejemplo de QR de un acta de escrutinio

La entidad tiene caída su web desde el domingo hasta ahora (viernes 2 de agosto por la tarde), lo que impide esa comprobación. Si la página resucitara de pronto con los datos falsificados, no se podría acceder a estos con los formatos físicos que resultaron de la jornada original, lo que probaría la inconsistencia de la nueva información.

Por otro lado, el Artículo 142 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales y el 340 de su Reglamento General señalan que las actas de escrutinio deben llevar las firmas de los miembros de la respectiva mesa (presidente, secretario y uno más), así como de los testigos (hay espacio para dos en cada formato) y del operador de la máquina de votación. Así se puede observar en estos ejemplos (1, 2, 3, 4).

Son seis personas distintas para cada una de estas 30.026 constancias. Habría que falsificar unas 180.000 grafías.

El detalle es que, nuevamente, no bastaría con que el CNE hiciera unas nuevas actas con información inventada y rayones aleatorios. Por el contrario, tendría que haber correspondencia con identidades reales y específicas para cada mesa.

Al igual que los demás elementos, como fecha y hora exactas o el conteo mismo, esto debería coincidir con las copias impresas que quedaron en manos de los testigos el 28 de julio, un derecho que tienen. Como le escribió Martínez a Santos, muchos publicaron fotos en redes o incluso videos donde las leen en público (no enlazamos ejemplos para no ponerles en peligro).

Un último recurso de contraste es la contabilización manual de los recibos individuales que la máquina le da a cada elector. Estos son depositados en una urna física después de que cada quien ejerce su votación.

¿Cuáles son los motivos para sospechar?

Todas estas inquietudes surgen no solo del reclamo de fraude electoral que ha hecho la oposición a Maduro y las manifestaciones contra su segunda reelección, sino también de las denuncias sobre detenciones arbitrarias que se estarían cometiendo contra miembros de mesa y testigos de votación.

“31 de julio de 2024, me reporta una fuente desde Caracas que, desde anoche, las fuerzas de seguridad están haciendo ‘Operación Tun Tun’ buscando a las personas que trabajaron en los ‘comanditos’ de la oposición y permitieron la recolección masiva de las actas de escrutinio”, afirmó en X la periodista Catalina Lobo-Guerrero, excorresponsal colombiana en Venezuela.

El nombre del operativo fue acuñado en 2017 por el diputado Diosdado Cabello, vicepresidente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Se refiere a efectuar allanamientos y detenciones arbitrarias de forma sistemática contra quienes participan en protestas y opositores en general.

En medio de la crisis actual, ya se ha reportado la utilización de esta estrategia de represión contra manifestantes. El gobernador del estado Portuguesa, Primitivo Cedeño, lo confirmó abiertamente a medios de comunicación.

De hecho, ya van al menos 775 arrestos en todo el país en el contexto posterior a los comicios del 28 de julio, según la organización Foro Penal, defensora de derechos humanos. Entre las víctimas, hay 75 adolescentes.

La sospecha que algunos usuarios manifiestan en redes (1, 2, 3) es que quienes sirvieron como miembros de mesa o testigos serían uno de los objetivos de estas acciones con el fin de obligarles a firmar nuevas actas de votación con resultados falsos que favorezcan a Maduro. De esta forma, el régimen autoritario buscaría contrarrestar la recolección, el conteo y la publicación que ha hecho la oposición por su cuenta para reclamar la victoria de su candidato, Edmundo González Urrutia, dado que el CNE no lo ha hecho.

La teoría no solo circula en el ciberespacio. El canal de televisión por internet VPItv también ha reportado denuncias de las familias de algunas víctimas en las que señalan que el objetivo de los secuestros sería “firmar actas falsas que están imprimiendo en el CNE”.

No obstante, en entrevista para la emisión del 1 de agosto del informativo matutino de ese medio, ‘Buenos Días’, el director de la organización no gubernamental Laboratorios de Paz, Rafael Uzcátegui, advirtió que aún se está cruzando la información para poder confirmar si efectivamente se trata de un plan sistemático. “Estamos intentando tener los datos para poder hacer, con los argumentos, con los hechos, esta denuncia sobre este posible patrón de persecución”, dijo.

De modo que no es del todo seguro que el régimen esté intentando legalizar actas falsas recién impresas para validar los supuestos resultados de los que no hay pruebas y que, en consecuencia, la oposición ha señalado como fraudulentos. A pesar de esto, como mínimo, hay bastantes motivos para sospechar que explican los rumores.

Empezando por las otras irregularidades de estas mismas elecciones que reseñó el Centro Carter, observador técnico externo (estadounidense) admitido por el CNE, pero con un alcance muy limitado: falta de información pública, plazos cortos y lugares escasos para el registro de electores, intervenciones a partidos de oposición, entre otras. Otras organizaciones internacionales han criticado la falta de transparencia de los comicios.

No sobra recordar que la vencedora casi unánime de las primarias de oposición, María Corina Machado, no pudo participar porque la justicia controlada por Maduro le confirmó una inhabilitación en un proceso irregular que incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó públicamente. El mismo Tribunal Supremo de Justicia que tomó esa decisión ahora pretende dirimir el conflicto electoral por iniciativa del gobierno.

Además, la candidata sustituta inicial, la historiadora Corina Yoris, le impidieron inscribirse. González, un exembajador poco conocido hasta ahora, terminó siendo el plan C.

Tampoco es que sea la primera vez. Maduro ya consiguió una cuestionada reelección en 2018, boicoteada por opositores que alegaban falta de garantías. Esos comicios, además, fueron desconocidos por parte de la comunidad internacional, Colombia incluida.

Desde que Hugo Chávez asumió la presidencia hace 25 años, Venezuela ha recorrido un camino cada vez más autoritario. Al morir en 2013, dejó al actual mandatario como heredero y este ya ha dejado su propio largo historial de violaciones a los derechos humanos y corrupción, junto con una crisis humanitaria con la que ha expulsado a 7,8 millones de personas de su país.

El domingo pasado, 99 % de esa diáspora no podía votar. En Colombia, donde está el grupo más grande, solo estaban habilitadas 7.010 personas de las casi 2 millones mayores de edad que tienen ciudadanía venezolana y residen acá.

¿Por qué son importantes las actas?

Como cuenta el explicador “Elecciones presidenciales en Venezuela: qué son las actas de escrutinio y por qué son clave para determinar el resultado de los comicios”, de nuestro colegas de Factchequeado, estos documentos impresos por las máquinas de votación electrónica al cierre de la jornada electoral son una especie de ‘factura’ en la que queda la constancia de los sufragios registrados en cada una de las mesas.

En pocas palabras, son el sustento básico de los resultados que luego son transmitidos a los centros de totalización del CNE, en donde se hace la sumatoria de todo el país. Para los lectores colombianos, se trata del equivalente a los famosos formularios E-14, con la diferencia de que los nuestros son manuales y por eso la polémica a su alrededor suele estar centrada en los tachones.

Hasta el momento, la publicación de las actas no se ha hecho por parte del CNE a pesar de que incluso se venció el plazo legal de 48 horas para la totalización tras el cierre de la jornada electoral del domingo. Según el fiscal general, Tarek William Saab, aliado de Maduro, esto es culpa de un supuesto hackeo masivo desde Macedonia del Norte contra el sistema de transmisión que tampoco se ha demostrado.

El experto que habló con Arepita explicó que esa teoría no concuerda con el anuncio del ganador que hizo el Consejo Nacional Electoral la noche del domingo. Según la declaración pública que dio la misma entidad, este se hizo con base en un 80 % de las actas, que ya habían sido transmitidas pese a los problemas que hubo en ese proceso, cualquiera que haya sido la causa.

Esto querría decir que al menos ese porcentaje de los escrutinios ya habían llegado para la totalización esa misma noche. “Una vez que eso es así, ya se transmitieron; no importa que te hackeen o que se caiga el internet en toda Venezuela”, sentenció la fuente protegida.

Por otro lado, hubo denuncias de obstaculización a los testigos de partidos de oposición para acceder a las copias a las que tenían derecho, como señaló el Observatorio Electoral Venezolano en un comunicado. En principio, solo habían podido obtener el 30 %, según declaró a medios el secretario ejecutivo de la coalición Plataforma Unitaria Democrática, Omar Barboza, el mismo día de las elecciones.

Sin embargo, con el paso de los días consiguieron el 81,85%, más que el porcentaje supuestamente usado por el CNE para proclamar a Maduro como vencedor, pero con un resultado totalmente diferente: González Urrutia habría obtenido al menos 7,17 millones de votos (cerca del 67 %) con una ventaja de 3,9 millones sobre su rival presidente.

El mandatario, con 3,5 millones a su favor (un 30%, menos de la mitad que su contendor) en realidad habría sido derrotado en una tendencia irreversible. Esto sucede cuando la diferencia entre los punteros es mayor a los votos que faltan por contar y, por ende, aunque todos estos sean para el que va de segundo, ya no puede superar al primero.

La “tendencia contundente e irreversible” del CNE, en cambio, estaba lejos de serlo matemáticamente. Con la anunciada participación de 59% sobre un padrón de 21,62 millones de electores, debió haber unos 12,76 millones de sufragios. El boletín se hizo con 10,06 millones, o sea, faltando cerca de 2,7 millones por contar, casi cuatro veces más que la supuesta ventaja de Maduro sobre González, que era de apenas 704.114 votos.

En la mañana de este viernes 2 de agosto, el órgano electoral insistió en el supuesto triunfo de Maduro al anunciar un nuevo boletín. Con 96,87 % de las actas, pese a que ya se venció el plazo para contarlas todas, la votación atribuida al presidente es de 6,4 millones (51,95 %) a una distancia de 1,08 millones de González, a quien le cuentan 5,3 millones (43,18 %).

¿Y las actas para demostrarlo? Aún no aparecen. La oposición cree que las estaban buscando en la sede de su Comando Nacional de Campaña, asaltada por encapuchados en la madrugada del mismo día.