Nicolás Maduro ahora defiende las falsas alegaciones de fraude electoral de Donald Trump en Estados Unidos. Es una narrativa con la que el mandatario de Venezuela busca atacar a quienes cuestionan las múltiples irregularidades alrededor de los comicios presidenciales del 28 de julio en su propio país.
El autoritario gobernante fue declarado ganador para un tercer periodo consecutivo sin evidencias, resultados desglosados ni auditorías independientes. En cambio, las actas obtenidas por testigos que la oposición ha contado y hecho públicas en internet le dan una holgada victoria a su candidato, Edmundo González, por lo han convocado protestas reclamando fraude.
En distintas alocuciones, Maduro se ha quejado de la supuesta injerencia de medios de comunicación, parte de la comunidad internacional y centros de pensamiento que han cuestionado la transparencia e integridad del proceso. En su reclamo, hizo un paralelo en el que planteó dudas sobre el sistema electoral de Estados Unidos.
Con ese propósito, el mandatario venezolano señaló como válidas las denuncias infundadas que han hecho Trump y sus seguidores desde que el expresidente norteamericano fue derrotado al buscar la reelección inmediata en 2020 frente al demócrata Joe Biden, hoy en el cargo. La referencia es aún más importante al tener en cuenta que el republicano de nuevo es candidato a la Casa Blanca en 2024.
Lo que declaró Maduro, sucesor y principal heredero político del expresidente Hugo Chávez (1999-2013), fue:
“¿Cuántos gobiernos del mundo, señores de la Unión Europea, metiches de la Unión Europea, señores del Centro Carter, cuántos comunicados sacaron ustedes cuando Donald Trump denunció fraude en las elecciones donde nombraron presidente al presidente Biden? ¿Cuántos comunicados sacó la Unión Europea, el Centro Carter? ¿Cuántos gobiernos del mundo pidieron que se revisaran todas las mesas de votaciones de Estados Unidos? Díganme ustedes, el gobierno de Londres, el Alto Comisionado de Derechos Humanos. Y Trump se quedó con su grito de fraude. No se sabe si fue chicha o limonada. En Estados Unidos, la potencia más poderosa del planeta, fraude fue el grito. ¿Cuántas actas revisaron?”.
Ante la reaparición de esta narrativa, basada en datos engañosos y afirmaciones falsas, en Colombiacheck realizamos este explicador en el qué les contamos quiénes la han difundido y sobre qué desinformaciones se sustenta.
Usuarios de X hicieron eco de esta narrativa, usando una imagen con la frase “¡Manos fuera de Venezuela!”, acompañada del texto: “Cuando Trump declaró fraude en las elecciones que perdió con Biden ningún organismo internacional o presidente de un país pidió un conteo de los votos. Dejen la hipocresía con Venezuela, dejen la doble moral. #MaduroPresidente”.
Entre las cuentas que difundieron el mensaje, se encuentran Frank Enrique 🇨🇺 (@Frank16726439) y Tairelys Izaguirre R (@mariana_cubana). Ambos se identifican como militantes comunistas de Cuba, país cuyo sexagenario régimen unipartidista es uno de los principales aliados internacionales del oficialismo venezolano. El primero se presenta como profesor y periodista, mientras la segunda asegura ser funcionaria del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de la isla.
Sin embargo, el mayor impacto del falso paralelismo se encuentra en la cuenta de Juan Carlos Monedero, fundador del partido izquierdista español Podemos. Su trino, que acumula a día de hoy 283.000 reproducciones y casi 3.000 ‘me gusta’, plantea esta supuesta equivalencia:
“Trump fue denunciado por presionar al gobernador de Georgia, la máxima autoridad electoral en el gobierno, para que se inventara 10.000 votos. Y Trump habría sido el presidente y no Biden. Por supuesto, le han absuelto. Por eso, el voto en Venezuela es electrónico. [...] Lo que vale en Venezuela son los datos electrónicos, auditados por la oposición y que han valido en las 30 elecciones anteriores”.
Cabe recordar que Monedero recibió 425.150 euros de los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador en 2013 (todos eran de izquierda en ese entonces) por trabajos de asesoría para la creación de una moneda común y la integración financiera en la región. Los pagos fueron canalizados a través de su empresa Caja de Resistencia Motiva 2 Producciones SL, entidad sin empleados o estructura.
Además, en 2022, al político español se le acusó de triangular fondos entre su empresa y entidades vinculadas al chavismo, como el banco de desarrollo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la mercantil VIU Europa. La investigación reveló que el dirigente de Podemos poseía 92 cuentas bancarias, lo que generó sospechas sobre una posible operación de blanqueo, ante las que él solo ha argumentado que se trata de una “estrategia de desprestigio”.
Sin embargo, Monedero no ha ocultado su cercanía al régimen chavista y participó en actos de campaña de Maduro. Incluso, el día de las votaciones, publicó resultados de una falsa encuesta a boca de urna, supuestamente realizada por una empresa fantasma.
El canal de televisión público del régimen venezolano, TeleSUR, utilizó sus afirmaciones para defender el discurso de la supuesta persecución internacional hacia el gobierno chavista. No solo lo entrevistó el mismo 28 de julio sino que le hizo eco a su publicación en X.
Los alegatos de Maduro y sus simpatizantes, acerca de un supuesto paralelo entre los reclamos de Trump en 2020 y los de la oposición venezolana sobre las recientes votaciones, se sustentan en desinformación que tergiversa los hechos de las pasadas elecciones de Estados Unidos y el sistema electoral de ese país.
En primer lugar, Maduro cuestionó los pronunciamientos de distintas organizaciones sobre el proceso electoral venezolano, asegurando que no se pronunciaron en las elecciones estadounidenses.
Sin embargo, en su momento, la Unión Europea y el Centro Carter sí se manifestaron, sólo que en lugar de avalar los reclamos de Trump, como sugirió Maduro, rechazaron la incursión de una turba extremista al Capitolio de Estados Unidos, instigada por el entonces presidente republicano. Los comunicados reafirmaron la victoria de Biden y se pronunciaron en contra de la postura del republicano y su “grito de fraude”.
Monedero, por su parte, aseguró que el entonces presidente norteamericano presionó al gobernador de Georgia y que este era “la máxima autoridad electoral en el gobierno”.
Es importante aclarar que, durante las elecciones estadounidenses, cada estado cuenta con un director electoral, como explica la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales. En la mayoría de los casos, como en el caso de Georgia, esta función la ocupa el Secretario de Estado, elegido por el Consejo Electoral Estatal.
Desde 2018, el Secretario de Estado de Georgia es Brad Raffensperger, reelecto en 2022. Trump sostuvo una famosa llamada con él, el 2 de enero de 2021, por la que enfrenta un proceso penal, acusado de tratar de amañar las elecciones.
En la comunicación con Raffensperger, Trump realizó una serie de solicitudes que daban a entender la presunta intención de coaccionar al funcionario. Pidió una revisión exhaustiva de firmas en el condado de Fulton, un recuento de los resultados y la búsqueda de votos adicionales en Georgia. También pidió investigar rumores de papeletas quemadas y examinar votos de militares.
Ahora bien, los mensajes de Maduro y Monedero dejan abierta la interpretación de que efectivamente hubo fraude electoral en Estados Unidos, cuando esto es probadamente falso.
Como explicaron nuestros colegas de FactChequeado, declarar la victoria anticipadamente fue una estrategia premeditada dentro de la campaña de Trump. Además, el supuesto fraude fue desmentido por todas las cortes en las que se demandó, así como por la Agencia de Ciberseguridad de Estados Unidos, el propio equipo de la campaña republicana, sus aliados políticos e, incluso, el fiscal de su administración.
Finalmente, aunque fueron anulados algunos cargos del proceso, Trump no ha sido declarado inocente por tratar de revertir los resultados en Georgia. El juicio penal contra el expresidente se encuentra en suspenso, pues la defensa solicitó descalificar a la fiscal del caso, frente a lo cual un juez de apelaciones decidió, el pasado mes de junio, que se detenga el procedimiento hasta que se tome una decisión al respecto.
En principio, el planteamiento de Monedero es engañoso, puesto que se basa en los reclamos infundados de Trump, quien en 2020 anunció su victoria precipitadamente, para cuestionar todo el sistema electoral estadounidense. Mientras tanto, en la coyuntura venezolana fue Maduro quien fue declarado ganador sin conocerse las actas del proceso y, en principio, incluso con una supuesta tendencia “irreversible” que en realidad no lo era matemáticamente.
La verificación independiente de estas constancias de escrutinio, impresas por cada una de las 30.026 máquinas de votación electrónica, es el reclamo principal de la oposición, los veedores externos y la comunidad internacional. Sobre todo porque las copias recolectadas por testigos electorales el día de la votación y publicadas en internet por la campaña de oposición le dan la victoria a Edmundo González Urrutia, candidato de la coalición Plataforma Unitaria Democrática.
Ahora bien, ambos sistemas de votación son muy distintos entre sí, partiendo de la existencia del Colegio Electoral en la nación norteamericana. Allí los ciudadanos no eligen directamente al presidente, como sí en Venezuela.
En el proceso estadounidense, cada estado cuenta con un número definido de votos, en un conteo global de 538 electores. El candidato que consigue o supera 270 votos se considera el ganador y presidente electo, por lo cual el voto popular disputa el número de electores de cada circunscripción que, por ejemplo, son 16 en el caso de Georgia.
Esta diferencia en el proceso explica por qué en las elecciones estadounidenses se debatió durante días sin conocerse los resultados finales, mientras en Venezuela se podían totalizar los datos ágilmente y determinar un ganador. Pese a esto, pasaron cerca de seis horas entre la hora oficial de cierre de urnas y el primer boletín.
En cuanto a mecanismos de votación, en Venezuela prima un sistema de voto electrónico que se totaliza a través de una red encriptada que maneja el Consejo Nacional Electoral (CNE). No obstante, se imprimen comprobantes físicos que se almacenan para hacer auditorías, que estaban programadas pero aún no se realizan aunque ya se vencieron todos los plazos legales.
En Estados Unidos, mientras tanto, opera el clásico voto en persona, pero existen alternativas como la votación anticipada y por correo. La totalización y certificación de resultados involucra a las autoridades de cada estado, pasa por el Congreso de la República y se puede demandar ante cortes federales.
Dentro de la diferencia de métodos de votación, Trump halló una veta para desinformar, cuestionando especialmente el proceso por correo. Esto no tiene correspondencia con un sistema de voto digital centralizado del que depende enteramente el conteo.
En el marco de las elecciones propiamente, en 2020 viajaron a Estados Unidos misiones de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y de la Organización de Estados Americanos, contra quienes Trump no dirigió sus quejas. Es decir, hubo verificación internacional independiente sin mayores trabas.
En Venezuela, en cambio, el Panel de Expertos Electorales de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Centro Carter, estadounidense, fueron públicamente desacreditados por Maduro después de que fueron los únicos observadores independientes que invitó el CNE controlado por su régimen. Además, Transparencia Electoral detectó una estrategia para ingresar falsos veedores, que realmente eran militantes de organizaciones o partidos afines al gobierno chavista.
Entre estos, el Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica (Ceela) también participó en el supuesto “peritaje” de actas que realizó el Tribunal Supremo de Justicia, también afín a Maduro, en un proceso irregular por iniciativa del mismo mandatario. Sin ningún otro acompañamiento, la Sala Electoral de esa corte avaló los supuestos resultados del CNE y sus explicaciones también infundadas sobre un supuesto ataque cibernético al sistema, a la vez que criminalizó la estrategia de publicación de las constancias por parte de la oposición.
Finalmente, en Estados Unidos ha existido una histórica alternancia del poder entre los dos principales partidos políticos y sus elecciones cuentan un número discreto y lejano de impugnaciones o cuestionamientos por irregularidades. El experto en ciencia política Alexander Cohen recordó apenas seis elecciones en la historia estadounidense, antes de 2020, con resultados que despertaron alguna inconformidad o tensión. La última de ellas, en el año 2000, que se resolvió sin mayores traumatismos.
En cambio, las denuncias de coerción y fraude electoral en Venezuela han ido en aumento en la medida en que el chavismo se ha mantenido en el poder. Ya en la reelección de Chávez en 2006 se denunciaba la contaminación del Registro Electoral, además de un marcado desequilibrio en la campaña electoral, puesto que el entonces presidente destinó a placer recursos del Estado y admitió el proselitismo de entidades y funcionarios públicos.
Para la elección de Maduro en 2013, observadores del Instituto de Altos Estudios aseguraron que hubo incidencias y delitos electorales, por lo que no podía descartarse un fraude. Así mismo, su reelección en 2018 fue catalogada como “una farsa” por la oposición, en un proceso considerado ampliamente fraudulento, con denuncias de falta de competencia real y altísima abstención.
En conclusión, la falta de legitimidad del sistema electoral venezolano no se puede equiparar con la acción individual de Trump de denunciar fraude sin fundamento en Estados Unidos. Frente a esto, diversas ramas de poder se pronunciaron en contra y se ha demostrado que no hay motivos para sostener una sospecha generalizada en el proceso electoral estadounidense, contrario a lo que sucede bajo el régimen venezolano.