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Jueves, 07 Mayo 2020

Estudio con lactoferrina no demuestra que sirva para curar COVID-19

Por José Felipe Sarmiento

Un laboratorio pagó por publirreportajes sobre uno de sus productos como un tratamiento eficaz contra la enfermedad pandémica, pero la supuesta evidencia que presenta no lo prueba.

El diario El Tiempo y la revista Semana han publicado contenidos patrocinados por el laboratorio español Sesderma en los que se asegura que uno de sus productos, un suplemento dietario de lactoferrina llamado Lactyferrin, “puede contribuir en la cura y prevención de la enfermedad por Covid-19”. El País de Cali también incluyó los supuestos hallazgos de esa empresa en un reportaje sobre la búsqueda de posibles curas para superar la actual pandemia.

La misma compañía ha puesto a circular esa información en sus redes sociales y en medios de otros países. El periódico ABC de España publicó una nota titulada con una cita del fundador y presidente de la farmacéutica, el dermatólogo colombiano Gabriel Serrano Sanmiguel: “Los efectos de la lactoferrina previenen y curan el coronavirus”. La divulgación llegó hasta la India, donde el canal de noticias en hindi Zee News, el portal de agregación Rocket News y el recién fundado Karwaan Times también produjeron contenidos similares.

Trino de Sesderma Colombia con publirreportaje de El Tiempo

 

Trino de Sesderma Colombia con noticia de Lactyferrin para covid-19

 

Trino de Sesderma India con noticia sobre Lactyferrin para la covid-19

 

Otro trino de Sesderma India con noticia sobre Lactyferrin para covid-19

 

Pero se trata de una falsa ilusión. Tanto así que El Tiempo, ABC y Rocket News eliminaron de internet sus artículos al respecto. No obstante, el publirreportaje alcanzó a circular en una página completa de la edición en papel del periódico bogotano. El médico epidemiólogo Fernando Suárez Obando, director del Instituto de Genética Humana de la Universidad Javeriana, criticó esta publicación en su cuenta de Twitter.

Semana y Zee News, por su parte, titularon con una pregunta en lugar de una afirmación. Sin embargo, sus textos tampoco contrastan la supuesta evidencia presentada por la compañía con otras voces.

Según la publicidad de Lactyferrin, la prueba de que “su fórmula refuerza el sistema inmunológico y es eficaz en la prevención y curación de las enfermedades derivadas del COVID-19” está en 75 pacientes que se recuperaron tras ser tratados con el producto. La pauta en El Tiempo anunció que el estudio, al que se refería como “ensayo clínico”, aparecería “en una prestigiosa revista científica internacional”. Días después, Semana contó que había salido en la International Journal of Research in Health Sciences (Revista Internacional de Investigación en Ciencias de la Salud), una publicación indexada en bases de datos científicas con una política de revisión por pares.

El problema es que ese artículo, del que Serrano es el autor principal a pesar de que no tiene nada que ver con su especialidad médica en dermatología, no sirve para sustentar las afirmaciones hechas en las pautas y los artículos de prensa. “Es un estudio observacional, no un ensayo controlado, es decir que no se sabe en qué condiciones se encontraba cada una de las personas que consumió el producto”, explica la farmaceuta Claudia Vaca González, directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional.

Lo que ha dicho Sesderma es que las pruebas se realizaron en dos hospitales de Madrid y dos de Valencia, España, lugar de origen de la empresa y donde vive Serrano desde hace 50 años. Pero el documento en la revista científica señala que las 75 personas fueron aisladas y tratadas en casa de forma remota. Aunque menciona que también se les suministraron productos a cuatro pacientes hospitalizados e intubados “que tenían signos vitales prácticamente ausentes”, aclara que estos no fueron incluidos en los resultados por falta de datos completos.

El artículo agrega que el diagnóstico de COVID-19 fue confirmado con pruebas rápidas de anticuerpos (menos confiables que las moleculares, conocidas como PCR), pero no detalla otros criterios de selección referentes a su estado de salud, como su nivel de saturación de oxígeno o el tiempo que había pasado desde la aparición de los primeros síntomas. Sobre la edad, solo dice que el promedio es de 42 años.

La descripción de los métodos también es pobre. Dice que a un grupo control de 12 personas se le dio solo lactoferrina y al resto, Lactyferrin en jarabe (una combinación de esa proteína con vitamina C) y una dosis adicional de zinc. No especifica cómo se definió quiénes serían controles y quiénes no. Además, algunos pacientes recibieron tratamientos con productos adicionales, pero no dice cuántos fueron en total ni por grupos.

El seguimiento durante 10 días se limitó a los síntomas, a partir de lo reportado por los mismos enfermos. No hay datos sobre más pruebas específicas para la infección que demuestren que sí fue superada. Tampoco realizaron otro tipo de exámenes médicos. Ni siquiera da cifras diferenciadas entre los grupos de tratamiento, solo dice que los controles tuvieron resultados “muy similares”.

O sea que el estudio no solo no es un ensayo clínico, sino que sus resultados se basan solo en la percepción de los síntomas reportada por pacientes que no llegaron a ser casos críticos y cuyo punto de partida antes de empezar a tomar los productos que les dieron tampoco está claro. Además, al final dio lo mismo que las personas estuvieran en el supuesto grupo de control o no.

La investigadora Vaca, que es máster en farmacoepidemiología y efectividad clínica y sanitaria, califica como “muy arriesgado e inadecuado” sacar conclusiones sobre mortalidad o recuperación frente a una enfermedad a partir de una investigación con las características de esta. “De hecho, uno igual podría decir perfectamente, con estas mismas observaciones, que los tiempos de mejoría de los pacientes con COVID-19 son los mismos”, dice.

De modo que los datos no prueban lo que dice el laboratorio e incluso podrían usarse para decir lo contrario a lo que afirman los publirreportajes. La principal conclusión del análisis es que todos los pacientes se habían recuperado al cuarto o quinto día de tratamiento. Pero este dato sirve de poco si se desconoce cuánto tiempo llevaban con síntomas antes de empezar y cuál era su estado de salud con base en exámenes médicos. Si estaban enfermos hacía 10 días, el efecto fue nulo porque el tiempo normal de recuperación ronda los 15 días.

A modo de comparación, el tratamiento de la misma enfermedad con el antiviral remdesivir ha sido probado en China y Estados Unidos con 237 y 1.063 pacientes, respectivamente, distribuidos en grupos para comparar a personas que tomaron el medicamento con otras que recibieron un placebo en las mismas condiciones. El artículo del país asiático detalla criterios para la selección de personas hospitalizadas y el seguimiento de su estado de salud, registrado por enfermeras entrenadas, con base en exámenes médicos que incluyen varias pruebas de laboratorio para detectar el virus.

Los resultados de estos dos ensayos son contradictorios entre sí. Es un balance “agridulce”, como lo calificó en Twitter el infectólogo y epidemiólogo Carlos Álvarez Moreno, coordinador de estudios sobre la pandemia en Colombia de la Organización Mundial de la Salud.

Así que todavía hay dudas sobre la efectividad del remdesivir para tratar el COVID-19 a pesar del rigor de las investigaciones y algunos datos prometedores que estas arrojaron. Mientras tanto, Sesderma vende su Lactyferrin como una cura para la enfermedad con base en observaciones que no aportan ninguna evidencia sólida.

Por otro lado, los datos del estudio sobre el supuesto aporte de este producto a la prevención del COVID-19 son todavía más escasos que los que intentan demostrar su poder curativo. El documento a duras penas dice que 256 familiares en contacto cercano con los pacientes también tomaron el mismo tratamiento con la mitad de la dosis. Solo con esto, concluye que tuvo un efecto preventivo. No da ningún respaldo adicional, ni siquiera resultados de pruebas rápidas para la enfermedad.

Para rematar, el Lactyferrin ni siquiera es un medicamento sino un suplemento dietario. Así está claro en su registro sanitario, SD2020-0004501, otorgado por el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, a Sesderma Colombia.

Según el portal médico WebMD, existen hipótesis sobre la utilidad de la lactoferrina en el tratamiento de múltiples enfermedades y es posible que sea efectiva contra la hepatitis C en humanos, pero aún falta más investigación al respecto. Lo que se sabe con certeza es que esta proteína está presente sobre todo en el calostro y la leche bovina y humana, además de otros fluidos en diferentes partes del cuerpo, y que su función es regular el metabolismo del hierro.

De modo que son falsas las afirmaciones que le atribuyen al Lactyferrin de Sesderma la capacidad de curar o prevenir “la enfermedad por COVID-19” o sus “enfermedades derivadas”, como dice el publirreportaje que salió en El Tiempo. Es más, el uso de esas expresiones demuestra que el autor de la nota confunde la enfermedad infecciosa que lleva ese nombre y el coronavirus que la causa, que se llama SARS-CoV-2. Ni siquiera en eso acierta el contenido patrocinado por el laboratorio farmacéutico.

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