El 29 de mayo de 2024 Stefanny Barranco fue asesinada por su pareja Iván de la Rosa en pleno centro comercial Santafé, al norte de Bogotá. Mientras la mujer atendía clientes que llegaban a la tienda, de la Rosa entró al local y luego de una discusión la mató con los mismos cuchillos que ella vendía en ese establecimiento. Aquella tarde Stefanny dejó de cantar los vallenatos que tanto amaba.
La mujer, de 32 años, llegó a Bogotá desde Malambo, la costa caribeña de Colombia, un año atrás para trabajar y darles una mejor vida a sus dos hijos, Samuel y Santiago. Llegó acompañada de De la Rosa, el padre de sus hijos, con quien mantenía una relación desde hacía una década.
Su feminicidio conmocionó a la sociedad colombiana porque era el segundo en el mismo centro comercial Santafé. Siete años antes, en 2017, la optometrista Claudia Rodríguez fue asesinada por su expareja en una óptica donde trabajaba.
El feminicidio de Stefanny se encadenó a otros tres ocurridos en malls en el lapso de poco más de un año. Entre marzo del 2023 y mayo del 2024, fueron víctimas de feminicidio en centros comerciales Maryori Muñoz, Erika Aponte y Stephanie Katherine Bocanegra. Todas madres y trabajadoras que compartían un historial de violencia de género, frente al cual no tuvieron el amparo que esperaron de las autoridades.
Erika Aponte fue asesinada por un disparo de su ex pareja mientras laboraba en una pizzería de Unicentro, en plena celebración del Día de la Madre, el 14 de mayo de 2023. El mall, sin embargo, redujo el suceso a un “hecho aislado entre dos personas”, un tratamiento parecido al que les dieron otros centros comerciales a los feminicidios que ocurrieron al interior de sus instalaciones.
En respuesta a estos crímenes, la alcaldía de Bogotá propuso la instalación de una “Cabina Calma” en el centro comercial Santafé, como parte de las medidas para prevenir estos asesinatos. La estrategia era que los hombres entraran allí y expresaran sus emociones por medio de una llamada para tranquilizarse y con ello se impidiera el feminicidio. Esta iniciativa recibió muchas críticas y no se concretó.
Los cuatros asesinatos sucedieron en establecimientos comerciales ubicados en departamentos con una elevada tasa de feminicidios consumados y tentativas de feminicidio. Bogotá, Antioquia y Tolima concentraron más de la tercera parte de los 4,188 casos registrados entre 2018 y abril de 2024, según datos de la Fiscalía, disponibles en el Observatorio Nacional de Violencias de Género.
Pese a que los medios de comunicación documentan que entre 2023 y 2024 hubo cuatro de estos crímenes en centros comerciales, la Fiscalía respondió que solo reporta uno. En total, en estos espacios públicos, seis mujeres fueron asesinadas por motivos de género a lo largo de doce años. Los rasgos de sus historias se entrelazan. Todas habían vivido violencia física y psicológica por parte de sus feminicidas. Todas habían terminado la relación o buscaban hacerlo antes del crimen. Y con excepción de Viviam, fueron asesinadas dentro de su espacio laboral, mientras trabajaban.
Expertas coinciden en que los crímenes feminicidas en centros comerciales funcionan como un acto de difusión de la violencia machista contra las mujeres, el cual amplifica un mensaje de desprotección hacia todas ellas y hacia la población.
“Papi, conseguí el trabajo de mi vida” le dijo Stefanny a su padre, Alonso Barranco, sin saber que sería ahí mismo donde su pareja y victimario le quitaría el último aliento. Se había alegrado tanto cuando le dieron el puesto. “Ella era incansable, le gustaba que sus hijos Samuel y Santiago estuvieran bien, que comieran bien, que vistieran bien…”, cuenta su padre. La describe como una mujer alegre e introvertida a la vez. “Ella era querida por todo el mundo”, dice con una nostalgia aún palpable.
Hija y padre tenían una relación cercana. Stefanny le marcó a Alonso por teléfono cuando estaba a punto de parir a su primer hijo en Bogotá, nueve años atrás cuando vivió en la ciudad por primera vez. En ese momento, Iván no aparecía. “Yo desde Barranquilla le iba diciendo, ‘mi amor, busca un carro, cálmate que tú vas a tener a tu bebé, vas a estar bien, vas a estar tranquila. Tu bebé va a nacer bien”. Le pedía que no colgara la llamada: “Papi, no me cuelgues. Quédate conmigo (…) Ay, papi, te siento al lado mío”, le decía Stefanny. Ahí había estado Alonso, cuando ella más lo necesitaba.
En la más reciente visita de Stefanny a Bogotá, este padre tenía planeado viajar, tal como ella se lo había pedido, para ayudarle a cuidar a sus dos niños, mientras trabajaba y se separaba de su pareja Iván, de quien comenzaba a temer por sus amenazas de muerte. El señor Barranco se encontraba preparando sus maletas para salir cuando sonó el teléfono. Él no quería contestar la llamada porque era de un número desconocido. “¿Usted es el papá de Stefanny Barranco?” dijo la voz al otro lado del auricular. “La acaba de matar su pareja”, le dijeron sin mayor explicación.
De la Rosa había abordado a Stefanny en la tienda de utensilios de cocina donde laboraba y la apuñaló con un cuchillo del local. La Fiscalía acusó al victimario de feminicidio agravado, pero éste se rehusó a aceptar el cargo. El 5 de enero de 2025, fue hallado muerto en su celda y las autoridades investigan el motivo.
El Observatorio Colombiano de Feminicidios advierte sobre un aumento de feminicidios en espacios públicos, abiertos y de tránsito: mientras en 2022 el 38% de los casos sucedieron en estos sitios, para 2023 esto se elevó al 50% y hasta agosto de 2024, la tendencia era similar. La vivienda, no obstante, aún es el principal lugar donde ocurren los feminicidios.
Margarita Martínez, directora de la línea de Género de la organización DeJusticia, explica que “el espacio público es muy simbólico. Cuando las mujeres nos tomamos o buscamos reivindicarnos en esos espacios que han sido pensados por hombres, construidos por hombres, pues simplemente tenemos que acogernos a normas que los hombres han impuesto porque si no, nos violentan”, argumentó.
La propuesta de Cabina Calma alebrestó fuertes críticas de colectivos feministas al plantear que con una llamada los hombres podrían “desahogarse” y con ello desalentar e impedir los feminicidios en los malls.
La penalista Mariana Botero Ruge considera que este tipo de acciones no resultan efectivas para disuadir a un posible feminicida, pues ya éste ha tomado su decisión previamente. “Si yo soy un agresor que estoy decidido a matar a mi mujer, no voy a ir a la Línea Calma o a la Cabina Calma. No voy a decir, ‘ay, espérense, voy a conversar a ver si se me olvida’. La verdad es que eso resulta muy ridículo”, dijo.
Sofía Amaya, de la Corporación Feminista Mujer Denuncia y Muévete, sostuvo que era una decisión “violenta contra las mujeres” y piidió justicia por los crímenes de violencia machista, atención a las víctimas y oportunidades para las mujeres que viven círculos de violencia.
Margarita Martínez, de DeJusticia, criticó la narrativa del “loco” atribuida a los feminicidas en los casos de centros comerciales. La idea de que estos estaban “cegados por sus celos o emociones”, revictimiza y oculta la existencia de una estructura que le da poder a los hombres para matar a las mujeres.
Así anunció la Alcaldía la inauguración de Cabina Calma en el centro comercial Santafé.
El primer feminicidio en un mall registrado por la prensa ocurrió en el año 2012, el de Viviam Paola Urrego en la Gran Estación de Bogotá. Su asesinato estuvo antecedido por episodios de maltrato y violencia sexual que la llevaron a separarse de su pareja, Javier Giovanni Ceballos, quien era el padre de su bebé recién nacida. Ceballos la citó en el mall para proponerle matrimonio, y cuando Viviam se negó, éste la asesinó. Ella era arquitecta y tenía 32 años de edad.
Cinco años después, la ciudad volvió a ser testigo de otro feminicidio, el de Claudia Rodríguez, quien había abandonado Medellín huyendo de su pareja, Julio Alberto Reyes, padre de uno de sus dos hijos. Aunque tenía una medida de protección, Claudia fue asesinada el 10 de abril de 2017 en la óptica donde trabajaba en el mall Santafé. La policía abatió al feminicida luego de que éste tomara el cuerpo de la mujer como rehén.
En 2023, Maryori Muñoz, otra madre con medidas de protección, fue asesinada por su expareja Luis Carlos Aguirre. También sucedió en su lugar de trabajo, en el centro comercial Mayorca, en Sabaneta, Antioquia. El feminicida llegó aquel 15 de marzo a la estética que administraba Maryori y le arrojó una sustancia química que la mató. El victimario murió por efectos del mismo químico. El asesinato de la mujer de 42 años dejó a dos menores huérfanos.
Apenas dos meses después, un femicidio similar se registró en Bogotá, en el mall Unicentro. Ocurrió el Día de la Madre, cuando Christian Camilo Rincón le disparó a su expareja y mamá de su hijo de ocho años, Erika Aponte, mientras ella trabajaba en una pizzería. La joven de 26 años también había recibido medidas de protección, pero éstas solo la cubría en el municipio de Soacha, a hora y media de Bogotá. Luego del crimen, el victimario se suicidó. La abogada penalista Mariana Botero Ruge destacó que este feminicidio muestra la poca integración de las autoridades para proteger a las mujeres a lo largo del país.
Al año siguiente, Stephanie Bocanegra fue asesinada con un arma de fuego por su expareja Julián Avellaneda en un local comercial cerca del casco central de Ibagué, Tolima. La mujer de 31 años terminó la relación meses antes por violencia. El 24 de febrero, pese a que Stephanie esperaba una segunda hija de Avellaneda, éste la mató. Tras el hecho, la Fiscalía lo investigó por feminicidio agravado, pero en septiembre fue liberado por vencimiento de términos.
Lo relevante de los casos en los malls es que sucedieron en el marco de la ruptura de la relación, y casi todos en los sitios de trabajo de las víctimas. Para Margarita Martínez, de Dejusticia, la economía es una forma de ejercer dominación por parte de una pareja abusiva, por eso no es coincidencia que cuando la mujer “se está liberando de ese poder, que comienza a tener autonomía, a tener un círculo social, esto actúe como un catalizador para el feminicida”.
Aunque el primer lugar de los feminicidios es el hogar, donde existe una dinámica cercana con el victimario, según el Observatorio Colombiano de Feminicidios, el hecho de que sucedan feminicidios en centros comerciales muestra que la violencia traspasa hasta lugares públicos, masivos, donde prima el espectáculo y las relaciones comerciales.
Los malls se encuentran en zonas de estrato alto, mantienen una iluminación artificial, pasillos repletos de tiendas de ropa, tecnología y comida; con vitrinas por doquier, bancos y oficinas de servicios. En cada esquina hay una cámara de seguridad o un vigilante. Pese a esta aparente seguridad, ocurrió lo que las expertas denominan como “un castigo público”.
Carol Rojas, del Observatorio Colombiano de Feminicidios, afirma “un centro comercial es un espacio de difusión muy importante de la violencia machista y genera en la mente de las personas la sensación de impunidad, frustración y desprotección”.
Martínez, de DeJusticia, enfatizó que estos crímenes se dirigen a la mujer asesinada y “también a su familia, a sus hijos e hijas y al público, porque estos feminicidios van a salir en noticias, en televisión”.
Gabriela Forero, politóloga y directora de la organización feminista La Oficina, advirtió sobre el “efecto contagio” de estos crímenes, ya que estos pueden alentar a otros hombres a cometerlos.
Mientras tanto, la luminosidad de los malls se apaga cuando se trata de dar respuestas. Los comunicados de los centros comerciales han calificado los feminicidios como “incidentes” o “hechos aislados”. Se trata, dicen, de un suceso “puntual y particular entre las dos personas”.
Rojas, del Observatorio Colombiano de Feminicidios, rechaza la postura de estos establecimientos. “No es un asunto comportamental ni individual sino que hace parte de una psiquis colectiva que se difunde en estos espacios. Tiene que verse esto como algo más estructural y no minimizarlo”, dice.
Las autoridades de Bogotá anunciaron en abril de 2024 la activación de la red “Te Queremos Viva y Diva”, que contempla la creación de espacios seguros en centros comerciales para que las mujeres puedan acceder a líneas de ayuda y asistencia en casos de violencia.
La iniciativa, sin embargo, funciona en los malls de la localidad de Los Mártires, es decir, solo en una de las 20 localidades de Bogotá, y no acoge a los establecimientos involucrados en las muertes de Viviam, Claudia, Erika y Stefannny.
La Policía aseguró que así se evitó un feminicidio en el Mallplaza el pasado 25 de octubre de 2023, pero ni la Secretaría de la Mujer ni la Policía, dieron más detalles.
Alexandra Quintero, directora de Eliminación de las violencias contra las mujeres y acceso a la justicia de la Secretaría de la Mujer, dijo que en alianza con Acecolombia, ayudaron a que los centros comerciales de Bogotá tuvieran por primera vez un protocolo de prevención de violencia de género. El manual contempla la recepción, atención y acompañamiento de las víctimas.
La entidad también impartió a personal de seguridad, empleados y gerentes de malls, 10 capacitaciones sobre este protocolo. Según Quintero, esto es fundamental para visibilizar y sensibilizar sobre la violencia de género. Además, proporcionan herramientas para actuar frente a ella en los espacios públicos.
La Asociación de Centros Comerciales de Colombia (Acecolombia) informó que aparte de trabajar con la Alcaldía de Bogotá, han cooperado con iniciativas en Bucaramanga e Ibagué para la prevención de la violencia basada en género. “En estos espacios e iniciativas se han capacitado más de 500 personas en la atención en este tipo de casos”, precisó.
En Sabaneta, Antioquia, la alcaldía señaló que llevaron a cabo campañas de sensibilización sobre los tipos de violencia en los dos centros comerciales de la ciudad, entre ellos, el involucrado en un feminicidio. En mayo de este año lanzaron la primera patrulla Púrpura, unidad integrada por mujeres policías, enfocada en la prevención del maltrato, la disuasión de situaciones de violencia y la captura de agresores.
En Ibagué, Tolima, tras el asesinato de Stephanie Bocanegra, la alcaldesa Johana Aranda instaló en 2022 un Comité Extraordinario de Violencia de Género para reforzar las comisarías de familia, fortalecer la línea de atención “No estás sola”.
La municipalidad también emprendió la entrega de unos dispositivos con botón de pánico para que las mujeres puedan recibir asistencia de la policía apenas los activen. Hasta agosto de 2024, 60 mujeres habían recibido el aparato y de ellas, 10 lo habían usado.
Según las expertas, la creación de espacios seguros, la instalación de botones de pánico, la formación del personal para manejar situaciones de maltrato y, sobre todo, mayor educación sobre la violencia de género, son las acciones que podrían revertir la resonancia de los feminicidios en los malls. Lo central es, dicen, construir condiciones para que las mujeres puedan salir de relaciones abusivas sin arriesgar sus vidas, tanto en el espacio íntimo, como en el espacio público.
*Este trabajo periodístico se realizó y publicó originalmente en la tercera edición de #CambiaLaHistoria, proyecto colaborativo de DW Akademie y Alharaca, promovido por el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores. Conoce el proyecto y más historias en https:/cambialahistoria.com.