Verdadero pero... Verdadero pero... Verdadero pero... Verdadero pero... Verdadero pero... Verdadero pero... Verdadero pero... Verdadero pero...
Verdadero pero...
Una captura de pantalla que circula por redes sociales muestra una tabla con los antecedentes judiciales de George Floyd, el ciudadano afroestadounidense al que el policía Derek Chauvin asfixió el pasado 25 de mayo en Minneapolis, Estados Unidos, al arrodillarse sobre su cuello durante 8 minutos y 46 segundos tras arrestarlo por haber pagado unos cigarrillos en una tienda con un billete de 20 dólares supuestamente falso.
En Colombia, la imagen ha sido compartida por personas con miles de seguidores, pues el caso se convirtió en noticia internacional porque quedó registrado en videos virales que desencadenaron protestas masivas de la comunidad afro contra el racismo y los abusos policiales en el país norteamericano. El actor y cantante Jorge Cárdenas, por ejemplo, dijo en Twitter que el difunto “tampoco era ningún angelito”.
El pantallazo es ‘verdadero pero…’ porque los antecedentes que presenta son reales. Sin embargo, estos no tienen nada que ver con las acciones de los oficiales que le causaron la muerte a Floyd. Ellos ni siquiera tenían acceso a estos archivos porque son de otra jurisdicción, de modo que su contenido no explica la violencia con la que actuaron contra el hombre después de haberlo esposado.
En cambio, los agentes implicados sí tienen un historial de abusos similares a este.
Una investigación del diario The New York Times reveló que hubo 17 quejas contra Chauvin en sus 19 años de carrera en la institución, que terminaron cuando fue despedido por este caso, y su nombre apareció en una demanda por brutalidad policial. Uno de sus ahora excompañeros, Tou Thao, también fue denunciado seis veces, incluyendo una demanda por una golpiza que le dio a un joven afro detenido mientras caminaba por la calle con su novia.
Además, el exagente Thomas Lane, que llevaba apenas cuatro días en el cuerpo de policía, fue condenado en 2002 por daño criminal a propiedad y obstrucción a proceso legal, por lo que estuvo un año en libertad condicional con trabajo comunitario. Ahora, Chauvin enfrenta un proceso judicial por homicidio en segundo grado y los otros tres, por instigación y colaboración en ese crimen.
Volviendo a la tabla que apareció en redes sociales, la imagen fue tomada de un artículo que el periódico británico Daily Mail publicó el 28 de mayo. El título de la nota es “Un nuevo comienzo se convierte en un final trágico para George Floyd, quien se mudó a Minneapolis resuelto a cambiar su vida tras salir de prisión en Texas”.
Los datos personales coinciden con los que han aparecido en otros medios de comunicación. En particular, la revista Texas Monthly, que sacó un reportaje sobre su juventud como estudiante de la preparatoria Yates, jugador de baloncesto y rapero. El músico y periodista Michael Hall recordó allí que “George Perry Floyd nació en octubre de 1973 en Carolina del Norte, pero su mamá se mudó pronto a Houston con él y sus hermanos”.
Con esta información, Colombiacheck replicó la búsqueda de Daily Mail el portal de la Oficina de la Secretaría Distrital del Condado de Harris, Texas, donde queda Houston. Así confirmó que la vida de ‘Big Floyd’, como era conocido, empezó a cambiar a finales de los 90. En ese entonces ya tenía un hijo, Quincy Mason Floyd. Pero el joven padre “se metió en problemas”, le contó su amiga de infancia Mesha Hawkins a Hall.
En octubre de 1997, el entonces joven de 24 años fue sentenciado a seis meses de prisión tras declararse culpable por fabricación y distribución de menos de un gramo de alguna droga de primera categoría en la clasificación estadounidense. En ese grupo están las que no tienen propósitos medicinales y sí alto riesgo de abuso, como la cocaína, la heroína o las metanfetaminas.
No pasó mucho tiempo antes de que se viera implicado en otro delito. En agosto de 1998, participó en un robo en el que amenazó a un hombre con un arma de fuego, por lo que también confesó y fue condenado a 10 meses de cárcel en febrero de 1999. Dos años más tarde, en septiembre de 2001, le dieron 15 días de prisión por no identificarse como fugitivo ante un oficial de policía que se lo pidió.
Dos semanas después de cumplir 29 años, Floyd volvió a enfrentar un proceso por drogas. Esta vez fue por posesión de menos de un gramo de cocaína, no hubo cargos por fabricación y distribución como la primera vez. Se declaró culpable en marzo de 2003 y pagó una pena de ocho meses. Casi al mismo tiempo, le impusieron 30 días cuando aceptó haber traspasado propiedad privada sin uso de la fuerza.
Otra acusación como distribuidor de drogas, de nuevo por menos de un gramo de alcaloide, le llegó al hombre un año más tarde. Tras negociar su colaboración con la justicia, le impusieron otros 10 meses de cárcel en julio de 2004. También recibió otra condena igual en septiembre de 2006 porque le habían encontrado más de 4 gramos de cocaína en diciembre de 2005.
El último caso y el más grave en el que se vio involucrado fue un robo a una residencia en agosto de 2007. Para entrar a la casa, donde estaba una pareja con su hija de un año, él amenazó con una pistola a la madre, quien le abrió la puerta a un cómplice que se había hecho pasar por trabajador del acueducto. Con el uso del arma como agravante del delito, Floyd se declaró culpable y fue condenado a cinco años de cárcel en abril de 2009.
A pesar de esos registros, el Daily Mail aclaró en su artículo que “ninguno de los oficiales [que lo atacaron en Minneapolis] pudo tener conocimiento de la historia criminal de Floyd, que ya tenía más de una década de antigüedad en el momento del arresto”. El padre de familia se había mudado a esta ciudad de Minnesota en 2014, poco después del nacimiento de su hija, Gianna, para buscar un mejor futuro. “Trabajaba como guardia de seguridad en un restaurante local, dejando atrás su pasado en el área de Houston”, destacó el diario.
En el condado de Hennepin, donde queda Minneapolis, sus únicos antecedentes eran dos sanciones por manejar sin licencia de conducción en agosto de 2017 y abril de 2018 (solo desde 2014, Lane, uno de los expolicías, registra tres sanciones de tránsito en la misma base de datos). Así que estaba alejado del crimen y tenía un trabajo como cualquier ciudadano en la ciudad donde había rehecho su vida, hasta que llegó la cuarentena por la pandemia de COVID-19.
Su último jefe, el dueño del restaurante donde hacía de guardia, Jovanni Tunstrom, dijo para un informe de la agencia AP que “tenía buena actitud”. También había trabajado en la seguridad de una tienda de la organización cristiana Ejército de Salvación y como conductor de un camión. Floyd “estaba feliz con el cambio que estaba haciendo”, les dijo Christopher Harris, otro amigo suyo de toda la vida, a los periodistas.
Es cierto que el difunto padre de familia afroamericano tenía un historial criminal de drogas y robos. No obstante, su vida ya era muy distinta. Habían pasado 13 años desde su último delito y seis desde que salió de la cárcel. Incluso había cambiado de ciudad para construir una vida diferente. Lo estaba logrando, hasta que Chauvin, un oficial blanco que desconocía su pasado y tenía antecedentes de abuso policial, le aprisionó el cuello contra el suelo con su rodilla por casi nueve minutos, al punto no le permitió respirar más.