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Cuestionable
Hace unas semanas, mientras la Minga Indígena del Suroccidente se dirigía a Bogotá, empezaron a circular en redes sociales publicaciones engañosas sobre la propiedad de la tierra de los pueblos indígenas. Varias de estas, que ya chequeamos [1, 2 y 3], los señalaban de ser la población que más concentra tierras en el país. Esto con el objetivo de deslegitimar, en cierto nivel, sus demandas.
En esa misma línea argumentativa, Colombiacheck encontró un trino en el que un usuario presenta un mapa de las territorialidades indígenas para señalar: “#YoNoSoyLaMinga Ni nos representan a las mayorías. Terratenientes abusivos quieren es a toda Colombia. No faltaba más”.
A primera vista, en la imagen se puede ver una gran parte del país coloreada de amarillo. Tal vez por esa razón, 258 usuarios hasta el momento del cierre de esta publicación han compartido el trino, que además ha tenido más de 390 reacciones.
Pero lo cierto es que aunque el mapa, aun sin ser oficial, representa a las territorialidades indígenas de nuestro país [aunque hay que aclarar algunos detalles], es engañoso y desacertado decir que los indígenas son terratenientes.
Primero, para averiguar la veracidad del mapa, hicimos una búsqueda inversa de la imagen con la herramienta de Google y encontramos que no es oficial, sino que es resultado de un ejercicio de la sociedad civil. El autor es Fidel Mignorance, un geoactivista que hace parte de Human Rights Everywhere, una asociación sin ánimo de lucro que produce conocimiento y apoya procesos sobre derechos humanos y medio ambiente, entre otros temas. El recurso, además, ha sido usado en algunas publicaciones de organizaciones indígenas.
Sin embargo, hay que aclarar que el mapa es de 2017 y, como dice en las fuentes, fue construido con datos de 2012, 2008, 2015 y 2017.
Además, incluye territorios protegidos e importantes para los indígenas, pero que no son de su propiedad: el Parque Nacional Río Puré [en la Amazonía], que es el hogar de los yuri, un pueblo en aislamiento, pero que en estricto sentido no es un resguardo; y La Línea Negra, que delimita el territorio sagrado de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Así mismo, dentro de las convenciones están [en amarillo traslúcido que no es tan claro] algunos resguardos coloniales en clarificación. Estos, según nos explicó Jhenifer Mojica, abogada, subdirectora de la Comisión Colombiana de Juristas y experta en tierras y temas agrarios, “son títulos que se dieron desde la conquista, en 1492, hasta principios de 1900. Pero ahora hay discusiones que se dan con las clarificaciones sobre si esos títulos son válidos, si todavía están vigentes, cuál es su delimitación. Pero los resguardos en sí ya son territorio indígena”.
En resumen, como bien dice el título del mapa, en este se representan las territorialidades indígenas, no solo los resguardos titulados.
Además de esto, comparamos el mapa con uno reciente de resguardos legalizados de la Agencia Nacional de Tierras, ANT, y encontramos que el que se ha compartido en redes no es exacto, pero en general representa los resguardos indígenas titulados en el país. Estos, según escribimos en un artículo reciente, ascienden a 33´252.675 de hectáreas y representan el 29% del total de la superficie de Colombia.
Entonces, el gran problema de la publicación no es el mapa, sino la interpretación que se le ha dado a la propiedad de la tierra de los indígenas.
Terrateniente, de acuerdo con la RAE, es la “persona que posee tierras, especialmente la que es dueña de grandes extensiones agrícolas”. Y, como nos explicó Carolina Gil, directora del programa en Colombia de Amazon Conservation Team, una organización que acompaña a las comunidades en el proceso de titulación y ampliación de resguardos, esta definición difícilmente se podría aplicar a las comunidades indígenas.
“Su propiedad sobre la tierra es de carácter colectivo. Es decir, no es a título individual de un indígena, sino que una o varias comunidades poseen un título que goza de las garantías de la propiedad privada, pero que tiene unas características particulares: las tierras son inembargables, imprescriptibles e inadjudicables. Es decir, los indígenas no pueden vender el resguardo a diferencia, lo que sí podría hacer un propietario individual. No pueden disponer de ese territorio salvo para sus actividades como comunidad”, explica Gil.
Así mismo, desde la perspectiva de Jhenifer Mojica, en el debate hay que tener en cuenta dos puntos adicionales: “primero, la relación que tienen las comunidades indígenas con el territorio no encaja en la noción de propiedad privada como la vemos todos los demás no indígenas, que no es un factor productivo, que no es una unidad limitada espacialmente con una función, con un precio, con una función económica que tiene que ejercer sí o sí. Sino que es una función vital, de distintos niveles, de espacios sagrados, de derecho propio, de derecho de la vida. En esa medida no hay como pensar si son o no terratenientes”.
Segundo que “desde la lectura de los pueblos indígenas la territorialidad indígena es ancestral, es histórica y es precedente a la propiedad privada, entonces no hay como comparar. Si así fuera, entonces toda Colombia sería de propiedad indígena”.
Otros elementos que son importantes en el análisis de los territorios de los pueblos ancestrales son el uso, la distribución y la ubicación de los resguardos indígenas. Según explica Luz Mery Panche, indígena nasa defensora de la Amazonía, en una columna publicada en septiembre de 2020, “si analizamos en términos de población, del 1’ 905.517 del total nacional de personas indígenas, (según DANE y recalcamos aquí el amplio subregistro poblacional), aproximadamente 200 mil indígenas habitan en los seis departamentos que conforman la región de la selva amazónica colombiana, ocupando el 87% de la totalidad del territorio indígena en Colombia”. Allí se encuentran los resguardos más grandes del país.
Pero como explicamos en un chequeo reciente, “son estos departamentos los que están por fuera de la “frontera agrícola” del país, establecida por el Ministerio de Agricultura como el área de suelo disponible para actividades agropecuarias”.
Entonces, según Panche, “las tierras de los resguardos ubicados en la región Andina, el Pacífico, la Costa Caribe y la Orinoquía, corresponden solo al 13% del total territorial habitado por el 85% del total de indígenas colombianos”. Estos territorios, como se puede ver en el mapa de la Agencia Nacional de Tierras y según nos explicó Gil, son resguardos más pequeños, incluso microresguardos.
Esto también se evidencia en un mapa [de 2014] presentado en el boletín étnico del Tercer Censo Nacional Agropecuario, en el que se representan los territorios indígenas y afrodescendientes titulados y el número de comunidades que viven en estos.
Además de esto, es importante considerar que gran cantidad de tierras de los resguardos indígenas están dedicadas a preservar el medioambiente [lo cual, como explicamos en un artículo reciente, redunda en beneficios para todos], no a actividades agropecuarias. De acuerdo con el boletín étnico del Tercer Censo Nacional Agropecuario, el 93% del área rural dispersa en territorios indígenas tiene cobertura de bosques naturales. Así mismo, como escribimos en otro texto, según se cuenta en un artículo de El Espectador sobre el aporte indígena a la economía [del 18 de octubre de 2020], “Los indígenas tienen cerca de 26 millones de hectáreas de bosques naturales en sus resguardos, según el Ministerio de Ambiente”, dato que también ha publicado el mismo ministerio.
De hecho, según explica Mojica, “el Estado ha recurrido en este siglo a constituir resguardos y territorios indígenas en zonas de protección ambiental. Entonces muchos de estos resguardos tienen limitaciones y usos estrictos de conservación ambiental”, lo cual ha generado que haya “resguardos en donde un número importante de población tiene dificultades para producción y cruce de chagras de autoconsumo, lo cual les impide también sus mínimos de subsistencia”.
Toda esta situación se puede evidenciar en el siguiente mapa del Sistema de Información Geográfica de la Comisión Nacional de Territorios Indígenas, que muestra gran cantidad de áreas protegidas que se traslapan con resguardos indígenas.
Con todas estas evidencias, calificamos como cuestionable el trino en el que, con base en un mapa de las territorialidades indígenas construido por la sociedad civil, se califica a los indígenas como terratenientes. Las razones: además de que el mapa incluye unos cuantos territorios estratégicos para los pueblos ancestrales que no necesariamente son de su propiedad, la interpretación que se le da en la publicaciones engañosa: no tiene en cuenta el carácter colectivo de los resguardos, el traslape de muchos de estos con zonas protegidas y las comunidades que los habitan.