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Falso
Un usuario en Instagram compartió un post en el que recomienda no consumir agua potable porque supuestamente contiene flúor, una sustancia que señala como tóxica y cuyo uso asocia al Holocausto y los gulags de la Unión Soviética.
Según la herramienta del programa de terceros verificadores de Meta, 3PFC, del que Colombiacheck hace parte en una alianza para luchar contra la desinformación en las plataformas de la compañía tecnológica, la imagen circula en Colombia y ha tenido 31.700 visualizaciones desde el 3 de enero de 2023. Por eso decidimos verificarla y encontramos que su contenido es falso. De hecho, está ligado a una teoría conspiranoica.
El usuario es Killuminati.resistencia1.0, cuyo nombre incluye hace referencia a la Orden de los Iluminados o Illuminati, una sociedad secreta alemana del siglo XVIII que la teoría conspirativa del “nuevo orden mundial” considera aún existente como una élite global que gobierna el mundo. Esta idea ha estado detrás de otras desinformaciones, en especial sobre la pandemia de COVID-19 (1, 2, 3).
El texto contenido en la imagen que publicó esta cuenta el 3 de enero de 2023 dice:
“El Fluoruro se utilizó en los campos de concentración nazis y en los gulags de Siberia para hacer que los prisioneros fueran dóciles y fáciles de controlar. También se absorbe a través de la piel al bañarse, ducharse o nadar en agua fluorada. Se absorbe a través de los tejidos de la boca al cepillarse los dientes. No tienes que tragarlo.Cocinar con fluoruro en agua lo concentra en alimentos y bebidas.No puedes cocinarlo.Solo el 50% puede ser excretado por el cuerpo, por lo que es una toxina acomulativa que proboca muchos problemas de salud.Veinticuatro estudios también han demostrado que reduce el coeficiente intelectual de los niños” (sic).
En relación a la afirmación de que los nazis utilizaban el flúor en los campos de concentración para controlar a los prisioneros, no existe prueba. Miremos: un chequeo de nuestros colegas de Politifact se refiere a esto como un rumor sin ningún tipo de soporte científico. La historiadora Patricia Hereber, del Museo Memorial del Holocausto en Estados Unidos, afirma en esa verificación que no existe un registro detallado de este tipo de prácticas en la Alemania Nazi.
En la tesis “Fluoración del agua pública” de la dentista Jessica Fohay en la Universidad del Norte de Iowa, publicada en mayo de 2009: “Después de una extensa búsqueda de múltiple información científica, fuí incapaz de encontrar alguna información o datos médicos de la Alemania Nazi para defender o refutar las afirmaciones de que los nazis usaban fluoruro en el agua de los campos de concentración” (página 34).
Algo parecido sucede con la frase que señala al régimen soviético en Siberia como el responsable de utilizar la fluoración para el control social. Tampoco existen pruebas verificables. De hecho, en 1988, The Washington Post publicó un artículo que muestra cómo esta desinformación se generó en el marco de la Guerra Fría pero desde entonces los datos apuntaban en sentido contrario.
El reportaje detalla que, de 47 muestras tomadas por el odontólogo estadounidense Richard Abrams en Rusia entre 1983 y 1986, solo tres tenían niveles de fluoración efectivos: una del Palacio del Congreso, otra del aeropuerto del Aeropuerto Internacional Sheremétievo y otra de la Embajada de Estados Unidos, todos ubicados en Moscú. Según la publicación en la revista de la Sociedad Internacional para la Investigación sobre el Flúor basada en este estudio “informal”, hubo una directiva de 1964 del Presídium del Sóviet Supremo para aumentar los niveles de flúor en el agua del país, pero nada demuestra que se haya cumplido.
Además, el reportaje del Post cuestiona las creencias negativas sobre la fluoración y, por el contrario, entrevista a varios expertos sobre sus beneficios para la salud dental.
Resulta que el flúor es un mineral que se encuentra de forma natural en el suelo, el agua y el aire. Según la Biblioteca Nacional de Medicina y el Instituto de Investigación Dental y Craneofacial de los Estados Unidos, se ha demostrado que, en pequeñas cantidades, ayuda a prevenir las caries y es beneficioso tanto para los niños como los adultos.
Las dosis adecuadas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), oscilan entre 0,7 y 1,2 miligramos por litro para evitar un sobreconsumo continuado de flúor, que también puede conllevar algunos problemas para la salud. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), en Estados Unidos, tienen una recomendación actualizada en el límite inferior de ese rango.
El artículo “Justificación actual de la fluoración del agua”, escrito por Isabel Martínez Izán, profesora asociada de la Facultad de Odontología de la Universidad de Barcelona, y citado en una verificación similar de Maldita, “el flúor en el agua es el método de aplicación de flúor más equitativo para reducir la prevalencia y severidad de las lesiones de caries en grandes poblaciones, independientemente de su edad y nivel socioeconómico”.
Ahora bien, sobre su contenido en la crema dental, Colombiacheck ya hizo un chequeo en 2021 en el que explicó que es cuestionable asegurar que se trata de un producto “tóxico”.
Respecto al mismo tema, la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR) señala que “pequeñas cantidades de fluoruros se añaden a la pasta de dientes o al agua potable para prevenir las caries dentales”. Es comer, beber o respirar cantidades altas de fluoruros lo que puede causar fluorosis del esqueleto, con consecuencias como el aumento de la densidad de los huesos, dolor de las articulaciones y limitaciones en el movimiento de la articulación.
Esta misma institución advierte que la fluorosis también puede afectar los dientes en la infancia. Sin embargo, para esto también es necesario que haya una exposición excesiva a la sustancia.
Por eso, en uno de sus resúmenes de salud pública, la ATSDR señala que los productos dentales domésticos como la crema dental, enjuagues y geles “contienen concentraciones altas de fluoruros (entre 230 y 12.300 ppm) y no deben ser ingeridos. Los productos dentales de mayor uso, las pastas dentales, contienen entre 230 y 1.100 ppm de fluoruro, generalmente en la forma de fluoruro de sodio. Si usted se traga estos productos, se expondrá a cantidades más altas de fluoruro”.
Además, por ejemplo, entre las razones para la actualización de las ya citadas dosis recomendadas en agua por los CDC no dice nada sobre afectaciones al coeficiente intelectual (CI). Un estudio hecho en la India en 2012, que es el primer resultado en Google al buscar por “flúor” y “pérdida de CI” en inglés, arrojó una correlación negativa entre la concentración del producto en el agua y esa medición de habilidades cognitivas, pero no demostró que hubiera una relación causal entre ambas cosas.
El segundo resultado, de hecho, es una crítica publicada en Forbes en 2019 sobre otro estudio de características similares en el que se encontró que “la exposición materna a niveles más altos de fluoruro durante el embarazo se asoció con puntajes de CI más bajos en niños de 3 a 4 años”. El autor del artículo que cuestiona la utilidad de este hallazgo es el médico experto en análisis y modelamiento de datos Bruce Y. Lee, profesor de la Ciudad Universitaria de Nueva York, quien advierte con humor y vehemencia lo siguiente:
“Si usted cree que estos hallazgos prueban que el fluoruro en el agua potable conduce a una menor inteligencia, recuerde que las asociaciones no significan que una cosa cause otra. [...] Los estudios observacionales, como este de JAMA Pediatrics, no pueden, no pueden, no pueden, no pueden demostrar causa y efecto. Las personas que viven en áreas donde el agua del grifo está fluorada también podrían estar expuestas a otras cosas o tener comportamientos que pueden afectar los puntajes de coeficiente intelectual de sus hijos. Por ejemplo, ¿podrían ellos o sus hijos comer más alimentos procesados con ingredientes artificiales? ¿Podrían estar expuestos a más químicos en el ambiente? No sabemos lo suficiente sobre los detalles de la vida de los participantes del estudio para saber lo que realmente está sucediendo”.
Además, Lee señala que los puntajes de CI son una medida imperfecta y pueden ser engañosos. Según su escrito, “una sola medida no puede capturar toda la cognición. Hay una serie de otras medidas”.
En Colombia, a través del Decreto 2024 de 1984 se aprobó la adición de flúor a la sal de consumo humano, en una proporción de 180 a 220 ppm, con el propósito de disminuir la prevalencia de la caries dental. Esto empezó a ejecutarse en 1989 y se consolidó de forma definitiva en 1992. En 1993, se creó el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) que, dentro de sus funciones, tiene como tarea la de hacer vigilancia y control de la sal para consumo humano.
El Documento Técnico Política de Flúor y Fluorosis Dental en Colombia del Ministerio de Salud y Protección Social menciona que en 1963, a raíz de la propuesta del Comité de Investigaciones Médicas de la Organización Panamericana de la Salud en el que se evaluó la fluoruración de la sal como medida de prevención masiva de la caries dental, se seleccionó a Colombia para realizar un estudio en procura de establecer una mezcla estable de fluoruro en sal, tomando como base una concentración de 1,0 partes por millón (ppm) de flúor, según la encuesta dietética y el consumo diario.
El documento técnico “Perspectiva del uso del flúor vs caries y fluorosis dental en Colombia”, elaborado por MinSalud en 2016, también detalla el panorama de estas medidas en el país. Aclara, por ejemplo, que no se le añade flúor al agua para consumo humano y que el nivel máximo recomendado es de un miligramo por litro. También menciona que es el principal componente terapéutico de las cremas dentales en el mercado desde la década de 1960 y que, como ya se dijo, hace décadas que el Gobierno escogió el enriquecimiento de la sal con este producto como vehículo para administrarlo a la población para prevenir las caries.
Lo cierto es que, si bien el flúor puede ser dañino para la salud en exceso (como cualquier sustancia), su uso en las cremas dentales o su adición al agua potable en algunos países, como a la sal en Colombia, se hace en dosis seguras para prevenir las caries dentales en la población. Los efectos que la publicación le atribuye, como la supuesta reducción del CI en la infancia, no están demostrados científicamente y tampoco hay evidencia de la utilización de esta sustancia para controlar a las víctimas de los campos de concentración nazis o soviéticos. Por tanto, el contenido de la publicación es falso.