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Cuestionable
-(sic) aquí no ha habido fuerzas armadas al servicio de dictaduras como lo hubo en otros países de América Latina, lo que me ha llevado a decir que aquí, con muchos problemas sociales, no hubo conflictos ni guerras- es un fragmento de la respuesta de Uribe a la pregunta anterior.
Lo primero que debemos explicar es que en Colombia sí se registró una dictadura, que duró cuatro años, de 1953 a 1957, tras el golpe militar de Gustavo Rojas Pinilla.
Lo segundo es que desde hace varios años, Uribe y su partido, el Centro Democrático, niegan la existencia del conflicto armado en el país. Sin embargo, muchos en Colombia y en organismos internacionales tienen una postura contraria.
Colombiacheck había explicado ya que, según el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, un conflicto armado no internacional o interno se refiere a una situación de violencia en la que tienen lugar, en el territorio de un Estado, enfrentamientos armados prolongados entre fuerzas gubernamentales y uno o más grupos armados organizados, o entre grupos de ese tipo.
También según el CICR, se establece que un país tiene conflicto armado interno bajo dos criterios objetivos del DIH: la organización de las partes y la intensidad de las hostilidades. “Por ‘organización’ se pueden observar, entre otros factores, la cadena de mando, estructura, capacidad para entrenar personal, capacidad para sostener operaciones militares en el tiempo y administración del territorio. Por ‘intensidad’ se pueden tener en cuenta factores como la gravedad, frecuencia y duración de los enfrentamientos, el equipamiento utilizado, el número de heridos y muertos e involucramiento de las fuerzas armadas cuando la policía no es suficiente”. Circunstancias que, técnicamente, se cumplen en Colombia.
Sobre las causas por las que Uribe y su partido niegan la existencia del conflicto armado en Colombia hay varias teorías o explicaciones. El subdirector académico de la Fundación Paz y Reconciliación, Pares, Ariel Ávila, asegura en su libro Detrás de la guerra en Colombia que la administración Uribe se basó en el discurso de la guerra contra el terrorismo, asimilado por gran parte del mundo occidental luego de los ataques de septiembre de 2001 en Estados Unidos (a las Torres Gemelas y el Pentágono), y que una de las líneas de esa estrategia fue la de una “guerra mediática … encaminada a quitarle legitimidad a las guerrillas. Se llegó incluso a hablar de una guerra contra el terrorismo y se negó el concepto de conflicto armado”.
En el libro La batalla por la paz, Juan Manuel Santos, expresidente y exministro de defensa de Uribe, asegura que durante el gobierno del antioqueño prácticamente se proscribieron los términos “guerrilleros” o “subversivos”, que podían dar cuenta del origen político de la lucha de grupos como las Farc y el ELN, y se reemplazaron por términos como terroristas, narcoterroristas o bandidos.
“Aquí es donde entra la doctrina de la negación del conflicto. De acuerdo con ella, en Colombia no había conflicto interno armado por razones como las siguientes: primero, porque Colombia tiene una democracia sólida enmarcada en un Estado de derecho, y no es una dictadura ni ninguna clase de régimen tiránico o de facto. Por eso, cualquier levantamiento armado contra el Estado es un acto de terrorismo y no una sublevación con motivos valederos”, explica Santos.
Las otras razones, según el expresidente, apuntaban a que las justificaciones de una guerrilla que se proclamaba comunista perdían piso luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 y por consiguiente lo que quedaban eran grupos criminales dedicados al secuestro y al narcotráfico. También porque más que ejércitos irregulares enfrentados a las fuerzas legítimas del Estado, las guerrillas se habían convertido en verdugos del pueblo, pues atacaban más a la población civil que a los militares y por eso Uribe y su gobierno los consideraban terroristas.