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Lunes, 10 Agosto 2020

‘Quintuplicamos las energías renovables no convencionales’

Por José Felipe Sarmiento

Este es uno de los chequeos a las afirmaciones del presidente, Iván Duque, en su discurso del pasado 7 de agosto.

“Dos años después del 7 de agosto de 2018 vemos la evolución de Colombia en materia de emprendimiento, quintuplicando las energías renovables no convencionales”, dijo el presidente, Iván Duque, en su discurso de conmemoración de los 201 años de la Batalla de Boyacá, aniversario que también marca la mitad de su gobierno.

El dato es cuestionable porque depende de cómo se cuente, al punto que el mismo mandatario había hecho un cálculo diferente tres semanas antes. Al consultarle al respecto al Ministerio de Minas y Energía, la entidad respondió que “en agosto de 2018, había dos grandes proyectos de energías renovables que sumaban cerca de 30 megavatios de capacidad instalada [...]. En lo que va corrido de este gobierno se ha multiplicado esa capacidad por casi cinco veces: se han instalado 140 MW adicionales”.

No obstante, el mismo presidente había dicho otra cosa el pasado 20 de julio, en la instalación del Congreso: “Ya hemos triplicado nuestras fuentes de energía renovables y aseguramos proyectos por más de 2.000 megavatios de energía no convencional”. En ese entonces, La Silla Vacía calificó la afirmación como cierta porque partía de la base de 50 MW en 2018 y le sumó tres parques solares que entraron en operación en estos dos años, para un total de 167 MW, que efectivamente es más del triple.

“Hemos hablado de menos de 50 MW de capacidad instalada cuando llegamos” [énfasis del mensaje original], insistió la comunicadora del Ministerio que le respondió a Colombiacheck. Aunque esto sí ha quedado registrado así en medios, también es cierto que Duque siempre ha hecho la cuenta con 50 en el denominador, no con 30.

Por ejemplo, en su discurso de 20 de julio de 2019, él mismo dijo que “con la subasta de cargo por confiabilidad, aseguramos 1.398 megavatios de capacidad instalada, 28 veces más que lo que recibimos”. El comunicado de Presidencia publicado el pasado 6 de agosto sobre los logros de estos dos años en materia de transición energética también recuerda que la meta para 2022 es que haya 2.500 MW entre energía solar y eólica, “50 veces más de la capacidad instalada en 2018”.

Los dos proyectos que ya existían cuando Duque llegó al cargo y a los que se refiere el punto de partida son el parque eólico Jepirachi en La Guajira y la planta solar Celsia Yumbo en el Valle del Cauca. El primero es de 19,5 MW y el segundo, de 9,8 MW. La suma de los dos daba 29.3 MW, aunque la capacidad efectiva neta de estas fuentes en conjunto era un poco menor en ese entonces, 28,2 MW, de acuerdo con los registros de XM, la empresa filial de la electrificadora ISA que administra el mercado eléctrico colombiano.

Desde entonces, se han inaugurado los parques solares de El Paso, Cesar, que tiene 86,2 MW; Bolívar en Santa Rosa de Lima, Valle, que aporta 8,06 MW, y Castilla La Nueva, Meta, cuya capacidad es de 21 MW. Estos 115 MW nuevos, sumados a los 29 que había en 2018, dan una capacidad instalada actual de 144 MW que coincide con las cuentas de MinEnergía y con el cálculo que hizo el presidente el 7 de agosto.

Esto, sin embargo, deja por fuera otros factores importantes. Por un lado, que dos de esos tres proyectos son privados (el de Castilla es de Ecopetrol). De acuerdo con el director ejecutivo de la asociación de compañías privadas por las energías renovables Ser Colombia, Germán Corredor Avella, “lo que hace el gobierno es darles impulso con las subastas de energía”.

El gobierno Duque llevó a cabo dos de estas pujas el año pasado, una en marzo y otra en octubre, que sumaron casi 2.700 MW. La frase de su discurso del 20 de julio de 2019 se refería a la primera que, como contó Colombiacheck al calificarla como cuestionable, fue una iniciativa puesta a andar en la administración anterior y reestructurada por esta. En este sentido, el crédito es compartido.

Por otro lado, la definición oficial de las fuentes de energía renovables no convencionales es más amplia y contempla otros recursos diferentes al sol y el viento, que se quedan por fuera de estos cálculos. La Ley 1715 de 2014, que promueve su uso, considera que a este grupo también pertenecen la biomasa, los pequeños aprovechamientos hidroeléctricos, la geotermia y las mareas.

Algunas de estas opciones todavía son poco o nada aprovechadas en Colombia. Por ejemplo, hay un par de proyectos geotérmicos en proceso, pero ninguno se ha incorporado todavía a la matriz energética nacional. El más avanzado es el del Valle de Nereidas en el parque Los Nevados. El otro, que es binacional, corresponde al sistema Tufiño-Chiles-Cerro Negro en la frontera con Ecuador.

En cambio, algunos ejemplos de energía de biomasa, que es la que se deriva de la materia orgánica, están contemplados en los datos de XM. El bagazo representa 141,2 MW de capacidad y el biogás, otros 3,9 MW. Ambos mantienen a la fecha los mismos valores que en 2018 y están por fuera de las cuentas presidenciales.

Pero la exclusión más problemática es la de las pequeñas hidroeléctricas. Según XM, existen 116 centrales de este tipo en el país con una capacidad total de 898 MV. Han sido construidas a lo largo de casi un siglo, pues la más antigua, sobre el río Cali, empezó a funcionar en 1925.

Seis de ellas han entrado en operación después del 7 de agosto de 2018, con un aporte de 71,5 MV, a pesar de que sus procesos de planeación y construcción datan de gobiernos anteriores. La más reciente es la de San Andrés de Cuerquia, Antioquia, que empezó a tramitar su licencia ambiental en 2008 y ya había empezado obras en 2017.

De modo que la afirmación del presidente sobre energías renovables no convencionales es inexacta porque se refiere solo a dos tipos, eólica y solar, dentro de un conjunto más grande. Sin embargo, los datos específicos sobre esas dos fuentes sí corresponden con la realidad, pues su escasa participación en la matriz energética sí se ha quintuplicado desde 2018 gracias a la inauguración de tres nuevas centrales, dos de ellas privadas, impulsadas por las subastas que organizó el actual gobierno sobre las bases que dejó el anterior.