En mayo de 2023, el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, preso en Estados Unidos, revivió el horror de la desaparición forzada a través de la incineración de los cuerpos de las víctimas de las antiguas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en hornos para producir panela o ladrillo.
Con su declaraciones, en la audiencia única de aporte a la verdad ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que se desarrolló durante cuatro días, también resucitó el discurso negacionista de un sector del país que, pese a las evidencias, insiste en que estos hechos jamás ocurrieron.
Ante familiares de víctimas y en videollamada desde su sitio de reclusión en Georgia, el exparamilitar explicó que la práctica de incinerar cuerpos en hornos se inició en la zona del Catatumbo, Norte de Santander, por órdenes del jefe máximo de las AUC, Carlos Castaño, para no despertar sospechas entre las autoridades por los asesinatos. “Así que Jorge Iván [Laverde, alias El Iguano], con tropas nuestras, bajo nuestro mando, decide utilizar los hornos para quemar ladrillos y convertirlos en una desafortunada máquina de incinerar personas”, indicó.
En sus declaraciones, explicó que los hechos ocurrieron entre 2000 y 2001 en coordinación con militares colombianos, pero que, por denuncias de organizaciones defensoras de derechos humanos, familiares de víctimas y personas de la zona se tuvo que detener la práctica.
“Se nos informa, por parte de la Fiscalía en Cúcuta, que trabajaba con nosotros, que iban a hacer una operación para buscar estos cuerpos inhumados para hacer la exhumación. Entonces, Jorge Iván sacó los restos que estaban en una fosa y los incineró también. Decidió destruir el horno que había recompuesto y empezó una práctica diferente: las víctimas fueron arrojadas a territorio venezolano”, contó.
A partir de su relato, la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) inició la intervención en los municipios de Cúcuta y Villa del Rosario, pero mientras en medios de comunicación se daba la noticia, en redes sociales, especialmente en X (antes Twitter) se desataba una oleada de tuits que intentaban negar la denuncia o la relacionaban con una cortina de humo del petrismo.
En Colombiacheck analizamos las narrativas negacionistas en este caso y contestamos estas preguntas:
El pasado 6 de octubre de 2023, uno de nuestros lectores nos pidió verificar un tuit de la cuenta Byviral24, a la cual le hemos chequeado varias publicaciones que han desinformado.
Al analizar esta publicación encontramos que, por un lado, usaba fotos que no tenían ninguna relación con el hallazgo de la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos. Las imágenes del tuit eran una de la fabricación de panela en Caluma, en Ecuador, y otra utilizada por medios de comunicación en artículos de 2014 y 2021 para hablar de la panela.
Las imágenes reveladas por la UBPD eran diferentes a este tuit.
También encontramos que se trataba de una narrativa de negar la existencia de estos hornos en los que fueron incineradas personas, que estaba siendo repetida por múltiples cuentas de Twitter, algunas de ellas de tuiteros uribistas que habíamos verificado en otras ocasiones.
Al realizar búsquedas en X con las palabras hornos, panela, petrismo, hornos de panela y resultaron ser un trapiche encontramos múltiples publicaciones (1, 2, 3, 4, 5) que ponían en duda el hallazgo y en muchos de los casos aseguraban que se trataba de una cortina de humo para esconder el proceso contra Nicolás Petro, hijo del presidente.
Entre los tuiteros que compartieron esta narrativa aparecieron integrantes de la ‘bodeguita uribista’ (revelada en una investigación de la Liga contra el Silencio de 2020), como Argiro Castaño. También cuentas de X como la de Renata Sokolov y Fernando Vargas Quemba.
Estos dos últimos hacen parte de los tuiteros que publicaron desinformaciones acerca del informe final de la Comisión de la Verdad.
Vargas Quemba, quien se autodenomina defensor de derechos humanos y “vocero de las víctimas del comunismo en Colombia” y fue asesor en el Ejército durante el gobierno de Iván Duque, dijo que es un “despropósito científico” decir que en los hornos para hacer panela se puede incinerar cuerpos humanos.
Argiro Castaño, quien publica columnas en varios portales afines al uribismo, dijo en su tuit: “en la escombrera en Medellín solo encontraron huesos de perro, de pollo, la quijada de un burro y una muñeca de carey con la cuca pelada después de mucho buscar y mucho dinero invertido. en los hornos crematorios de estos días ya encontraron “restos “de panela disecada”.
Las narrativas negacionistas de La Escombrera, han sido difundidas por figuras del uribismo, que lo han llamado “un mito”. En este vertedero de escombros de la comuna 13 de Medellín, según testimonios de familiares de desaparecidos, los paramilitares arrojaban los cadáveres de personas asesinadas, incluyendo desaparecidos de la Operación Orión.
En 2022 en Colombiacheck y El Armadillo publicamos el chequeo ‘Es engañoso decir que en La Escombrera es un mito y que solo hay restos no humanos’. Esta narrativa fue difundida en redes sociales por cuentas afines al Centro Democrático luego de una visita que el expresidente Álvaro Uribe hizo a la zona y en la que entrevistó a dos habitantes de esta comuna que intentaron negar la existencia de esta supuesta fosa .
Cómo explicamos en el chequeo, la realidad es que La Escombrera no es una historia ficticia. Las denuncias de desapariciones en la Comuna 13 son reales. Incluso, exparamilitares han reconocido que en ese sitio se arrojaron cadáveres. Además, en el trino se utilizó solo un fragmento de un boletín de la Fiscalía para llegar a esta conclusión engañosa de decir que La Escombrera es un mito.
Los hornos crematorios son cámaras de aire usadas en los cementerios, de manera técnica y por personal capacitado para incinerar cuerpos como alternativa para quienes han fallecido. Para realizar el procedimiento es necesario tener el certificado de defunción y la declaración por parte de un familiar que lo autorice.
En la preparación del cuerpo se retiran elementos electrónicos y se introduce en la cámara a temperaturas que pueden alcanzar los 900 grados centígrados hasta por dos horas y media. Luego, las cenizas se dejan enfriar y, en caso que corresponda, se separan de restos del féretro, y continúa el proceso de pulverización para entregar lo que fueron los despojos mortales a la familia, con certificado de cremación que identifica al difunto.
Sin embargo, en Colombia en el marco del conflicto armado en la década de los 2000, los paramilitares adoptaron la práctica ilegal para desaparecer cadáveres y así evitar el incremento de víctimas en los lugares donde tenían presencia. Así lo han declarado algunos de los comandantes de esa agrupación como el mencionado Jorge Iván Laverde, alias El Iguano, y lo confirmó Mancuso. El último especificó que la práctica fue recurrente por parte del Bloque Catatumbo, Frente Frontera de las AUC.
Según los testimonios, los hornos que inicialmente fueron creados para la producción de ladrillo o panela se convirtieron en lugares para desaparecer personas vivas o cadáveres a temperaturas de hasta 1000 grados centígrados.
En el texto académico ‘Identificación de cadáveres sometidos a altas temperaturas, a partir de las características macroscópicas de sus órganos dentales: aplicabilidad en genética forense’, publicado por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, se indica que “la carbonización de un cuerpo es igual que una quemadura de cuarto grado: ocurre cuando los tejidos blandos son sometidos a temperaturas mayores de 200 °C”. Temperaturas superiores a esa llevan a la incineración que consiste en la reducción del cuerpo a cenizas y en la calcinación se somete al calor “para que desprenda toda sustancia volátil o se reduzca a cal viva”.
Incluso, como resultado de su investigación, presenta los cambios que ocasionan las distintas temperaturas en piezas dentales. “. Diversos autores coinciden en afirmar que las características macroscópicas de órganos dentales quemados varían según el grado de temperatura implementado, incluso algunos han llegado a alcanzar desde 100 °C hasta más de 1000 °C; igualmente, según sea la modalidad de quema, si se emplean aceleradores de combustión (gas, gasolina, petróleo, etc.), entre otras sustancias volátiles (38-45) (figura 2)”, precisa el documento.
La Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria explica en el capítulo 5 de la Guía tecnológica para el manejo integral del sistema productivo de la caña panelera el procesamiento de la caña para la producción panelera. Allí muestra de manera minuciosa y con gráfico cómo debe ser la infraestructura de los trapiches, la localización de accesos, el diseño y la construcción según sus tipos, cómo se extrae el material que se necesita la fase de hornilla.
Aquí, detalla la cámara de combustión donde se quema el bagazo y otros combustibles empleados en la producción de la panela, puede construirse de diversos materiales y formas, pero el uso más común es el hierro fundido porque soporta temperaturas medianamente altas sin deformarse. La parrilla se construye en ladrillo común o rieles de ferrocarril.
En la página 58, la guía precisa que hay cuatro tipos de cámara de combustión para hornillas paneleras que son los más conocidos: el tradicional, el tradicional mejorado, el tipo Ward y el tipo Ward-Cimpa. Indica que las temperaturas en estos espacios del trapiche pueden variar entre los 650 grados centígrados hasta los 1100 grados centígrados.
En 2008 se conocieron las primeras versiones de ‘El Iguano’ y Rafael Mejía, alias ‘Hernán’, sobre la incineración de cuerpos para evitar que fueran encontrados en fosas comunes. En ese momento, ante un fiscal de Justicia y Paz, los exjefes paramilitares dijeron que sus hombres usaron un horno para incinerar 200 cuerpos en el corregimiento Juan Frío de Villa del Rosario entre 2001 y 2003.
Las versiones fueron confirmadas en mayo pasado en la audiencia única ante la JEP por Mancuso. A partir de esos cuatro días de sesiones, la Sección de Ausencia de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad emitió el auto AT343 de 2023 de medidas cautelares sobre los ‘hornos crematorios’ en esa zona. La decisión, de 35 páginas, busca proteger tres haciendas de la vereda Uchema, en Juan Frío: Miraflores, Juan García y Agua Sucia; y también reseñó (aunque sin esta protección) el predio Pacolandia en el corregimiento Banco de Arena, de Puerto Santander, donde habrían ocurrido más desapariciones.
En esos lugares se realizaron, entre el 26 y el 30 de mayo, “acciones humanitarias de caracterización no intrusivas por parte de equipos de antropología forense de la Dirección Técnica de Prospección, consistentes en la identificación de los predios denominados Juan García y Agua Sucia”, precisa el escrito. Desde el 26 de septiembre, agrega, se están adelantando, por parte del equipo forense de la UBPD, el diseño de las metodologías arqueológicas prospectivas que requiere cada uno de sitios, donde podrían identificarse los restos de cinco víctimas, todos ellos hombres.
En la primera sentencia de Justicia y Paz del 20 de noviembre de 2014 se hace mención a los hechos ocurridos en el departamento de Norte de Santander, que actualmente se verifican por parte de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas. No se menciona el término ‘hornos crematorios’, pero sí se expone en el ‘Capítulo VI del contexto en el que fueron perpetrados los cargos formulados’ situaciones en las que las víctimas fueron incineradas en los departamentos de César, Magdalena y Antioquia.
Verdad Abierta, entre tanto, reportó en 2010 la comisión de este tipo de crimen en Antioquia. La publicación dio cuenta de los testimonios que habría dado un exparamilitar ante Justicia y Paz: “Hay muchos muertos que no se han encontrado porque aquí en Medellín, a las afueras, a una hora, se encontraban unos hornos crematorios. Hubo mucha gente quemada. Yo presencié esos hechos”.
Marlon Ayrton Sánchez, antropólogo forense de la UBPD, aseguró que sí es posible que en los lugares que se intervengan se encuentre evidencia forense.
Explicó para Colombiacheck que hay experiencia en Colombia y en el mundo sobre la búsqueda de personas que han documentado que es posible recuperar estructuras óseas o piezas dentales aunque estén en estado de calcinación. Sin embargo, aclaró que otros factores pueden afectar su preservación: “El grado de incineración, pero también de otros agentes humanos o ambientales, principalmente de todos los eventos que pasaron posterior a esa incineración de cuerpos”.
Sánchez indicó que, por ello, es necesario que los levantamientos sean técnicos con documentación fotográfica, topográfica y también documental.
Por su parte, el médico forense Carlos Valdés, exdirector del Instituto Nacional de Medicina Legal, dijo que la tecnología y detección de ADN está bastante avanzada y que hay procedimientos con los que se pueden descubrir fragmentos de ese material genético. Estos, a su vez, permiten reconstruir parte de la información que sirve para identificar si los hallazgos corresponden a un ser humano, su sexo y hasta identificar a la persona.
“En la cremación hay estructuras muy resistentes, como los dientes y algunas partes de algunos huesos. Hay que pensar que, a pesar de que el calor destruye la molécula, en Colombia hemos logrado tener resultados, por ejemplo, 33 años después en el caso de las víctimas del Palacio de Justicia, que en promedio, sufrieron temperaturas de 1.500 grados centígrados”, comentó el exfuncionario.
Valdés fue enfático en advertir que el personal que se encargue de la labor debe ser experto, que tenga conocimiento, técnica: “La recolección debe ser cuidadosa porque no se puede volver al sitio que ya fue manipulado”.
Sobre el tiempo que puede pasar para que el país conozca los resultados de los hallazgos, el antropólogo Sánchez, de la UBPD, sostuvo que no hay un tiempo estimado ni para el levantamiento de las muestras ni para la identificación de los hallazgos forenses. “Todo depende de la complejidad que representa el escenario, el contexto en el que estén dispuestas las evidencias, su estado de conservación, preservación o deterioro”, explicó.
El exdirector de Medicina Legal reforzó que quien se atreva a decir que se demora un día, un mes o una semana está equivocado porque en este proceso de identificación hay que empezar a “jugar al ensayo y el error”. Y concluyó: “Puede que las muestras estén tan degradadas que, inicialmente, los primeros análisis no den resultados, pero las técnicas se pueden modificar. Aquí los tiempos no existen, lo que debe haber es dedicación”.
Aunque haya quienes se niegan a aceptar las desapariciones forzosas a través de los hornos crematorios, la justicia ha documentado el accionar del paramilitarismo en distintos escenarios.
El 20 noviembre de 2014 se conoció la primera macrosentencia en la que se da cuenta del fenómeno de la desaparición forzosa. De los casi 1.000 cuerpos de seres humanos que fueron desaparecidos por los paramilitares al mando de Salvatore Mancuso, 6% fueron incinerados.
Ese primer fallo reconoció a 8.518 víctimas de las AUC. Además de las incineraciones, en el documento se menciona la responsabilidad de los bloques Córdoba, Catatumbo, Norte y Héroes de Los Montes de María en 94 masacres, 975 desapariciones forzadas, 140 homicidios y el reclutamiento de menores de edad, entre otros hechos.
El periodista Javier Osuna agregó que también están las condenas en firme de los exparamilitares Laverde y Mejía, entre otros integrantes del Frente Fronteras y el Bloque Catatumbo.
Con relación a los miembros de la Fuerza Pública mencionados en las sentencias de Justicia y Paz “lo que existe hasta la fecha es una compulsa de sus casos, algunos de ellos hoy en día comparecen ante la Jurisdicción Especial de Paz, pero no comparecen para explicar su participación en los crímenes de los hornos crematorios específicamente sino respondiendo por casos de falsos positivos”, indicó.
En la JEP, por ahora, está el testimonio de Mancuso recogido durante la audiencia única de verdad. Allí se le advirtió que “su ingreso a esta jurisdicción depende de la potencialidad de lo señalado por usted a lo largo de estos cuatro días, así como del cumplimiento de las obligaciones a las que se comprometió".
Y agregó que la verdad que las víctimas y la sociedad demandan “debe ser una verdad que reivindique, que reconozca los sentires y experiencias de las víctimas, que nombre y visibilice el daño, sus dolores, sus pérdidas”.
La verdad de las víctimas que fue documentada en la Comisión de la Verdad en el capítulo de desaparición forzada, donde explica que este delito “es un crimen que busca eliminar cualquier prueba de que se cometió, que deja el círculo cercano de las víctimas sin información alguna de su ser querido y que se basa en el ocultamiento del paradero de la persona, el miedo y la zozobra”.
Por su parte, el antropólogo forense Marlon Ayrton Sánchez reveló que, aunque hasta ahora se ha hecho la intervención de ‘Trapiche viejo’, en zona rural de Villa del Rosario, la UBPD “tiene conocimiento de que aparte de ese trapiche para la producción de panela es posible que también hayan sido usadas otras estructuras de generación de fuego en hornos asociados a ladrilleras en el país”.