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Cuestionable
“El COVID, ya es, de acuerdo con los estudios científicos, un resultado del cambio climático por el cambio de migración de los murciélagos, de zonas donde no tenían contacto con ganaderías intensivas hacia zonas donde había enormes ganaderías, y han producido varios virus, que todos tienen el nombre de animales”, afirmó el senador Gustavo Petro en diálogo con Dinero, la sección y antigua revista económica de Publicaciones Semana.
Colombiacheck revisó la evidencia científica al respecto y encontró que estas afirmaciones son cuestionables. El congresista de la coalición Colombia Humana se apresuró con las conclusiones frente a datos que, si bien podrían apuntar en ese sentido, todavía dejan espacio a muchas dudas.
El equipo de prensa de Petro fue consultado para este chequeo pero no respondió cuáles fueron las fuentes en las que se basó para dar estas declaraciones.
A principios de febrero, la revista Science of The Total Environment publicó en línea un estudio titulado “Cambios en la diversidad global de murciélagos sugieren un posible rol del cambio climático en el surgimiento del SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2”, con alguna información sobre los virus causantes de la epidemia del SARS y la actual pandemia de COVD-19, respectivamente, que es similar a la que dijo el senador.
Los autores de la investigación son el matemático experto en ciencias forestales Robert Beyer y el zoólogo Andrea Manica, vinculados a la Universidad de Cambridge en Reino Unido, junto con el biólogo colombiano Camilo Mora, investigador líder de un laboratorio sobre biodiversidad en el Departamento de Geografía de la Universidad de Hawaii en Estados Unidos. Este último le dijo a Colombiacheck, a vuelta de correo electrónico, que “hasta ahora nadie ha publicado nada con críticas que cambien la conclusión de ese artículo”.
Esto, sin embargo, no quiere decir que la metodología y los datos utilizados en dicho estudio no tengan limitaciones. En la misma publicación, los autores aclaran que su conclusión da por hecho información que todavía no está plenamente demostrada, así:
“Por tanto, es importante advertir que nuestra inferencia de que el cambio climático ha desempeñado un papel en el brote se basa en que la evidencia futura siga soportando la sugerencia hecha con base en la evidencia genética disponible a la fecha de que el ancestro del SARS-CoV-2 surgió de un murciélago y que esto ocurrió en la provincia de Yunnan [China] o las regiones vecinas”.
Está claro que este coronavirus es de origen animal. Sin embargo, no hay un consenso definitivo sobre su proveniencia de un género específico de murciélagos a pesar de que su genoma le ha dado fuerza a esa hipótesis.
Así lo informó la noticia que Beyer y compañía citaron como fuente. Esta fue publicada en junio de 2020 por el periodista David Cyranoski, corresponsal de la revista Nature en Shanghái, China, y trata sobre una investigación (en ese entonces en preimpresión) liderada por la bióloga molecular Alice Latinne, asesora técnica en salud de Wildlife Conservation Society, y Ben Hu, del Instituto de Virología de Wuhan.
Además, también se cree que hubo otra especie intermediaria antes de la transmisión del SARS-CoV-2 a humanos y tampoco está claro cuál sería. En términos generales, la situación sigue siendo la misma que la descrita en algunas verificaciones anteriores de Colombiacheck (1, 2).
Otras limitaciones que reconoce el estudio en el que participó Mora tienen que ver con los métodos utilizados para simular la situación en la que estaban las principales variables a principios del siglo XX para compararla con la actual. “Es necesario trabajo adicional, usando modelos alternativos de vegetación y distribución de especies, para aclarar el patrón sugerido por nuestros datos”, dice el artículo.
De hecho, la conclusión defendida por el investigador colombiano ha sido cuestionada por pares científicos. La periodista experta en ciencias del clima Ayesha Tandon lo explicó en un reportaje para el portal especializado Carbon Brief.
Entre los críticos está el ecólogo Matthew Struebig, profesor de la Universidad de Kent de Reino Unido, experto en murciélagos del Sudeste Asiático y miembro de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés), de donde Beyer, Manica y Mora tomaron insumos. Él dice que estos son “insuficientes” para sustentar la explicación que dieron ellos.
“Muchas especies no están completamente evaluadas y hay demasiadas que son tan poco conocidas que sólo están documentadas como unos pocos puntos sobre un mapa. Se sabe muy poco sobre los tipos de vegetación óptimos o preferidos por ellas, especialmente en la región resaltada por este estudio”, afirmó el conservacionista Struebig. Para él, esa relación causal entre la pandemia y el cambio climático está basada en “demasiadas suposiciones”.
A este debate científico, Petro le sumó una inexactitud adicional porque esta investigación, en la que pudo haber basado sus afirmaciones, se refiere a cambios de vegetación por alteraciones en la temperatura, no dice nada sobre zonas con mayor o menor ganadería. Mora cree que el senador podría estar confundido con casos específicos sobre otros virus transmitidos por animales, pero esto no quiere decir que la ruta del SARS-CoV-2 haya sido la misma.
“Quizá se refiere a un caso en el que un contagio fue causado por un murciélago que comió de una fruta que terminó siendo comida por un cerdo y eso desató una epidemia en el sur de Asia. Hay también varios casos reportados en Australia”, señaló el biólogo.
El caso de los cerdos ocurrió en Malasia a finales de los 90 por el virus de Nipah, no por un coronavirus. Los de Australia tienen que ver con el hendra (pariente del nipah), lyssavirus (similar a la rabia) y la enfermedad de Menangle. Las historias aparecen referenciadas en uno de los artículos que la investigación publicada en Science of The Total Environment utilizó como fuentes.
Por tanto, el trabajo de Cambridge y Hawaii aporta elementos que apuntan hacia una posible influencia de los cambios en la temperatura y la vegetación de la región sobre el origen del COVID-19, pero no es evidencia concluyente. Además, está lejos de probar la ruta específica de contagio descrita por Petro.
De acuerdo con lo que dijo el director interino del Centro para el Clima, la Salud y el Ambiente Global de la Universidad de Harvard, Aaron Bernstein, en una entrevista de la misma institución, “el cambio climático altera cómo nos relacionamos con otras especies en la Tierra y eso le interesa a nuestra salud y a nuestro riesgo de infecciones”. Sin embargo, este conocimiento tampoco basta para hacer deducciones específicas sobre la pandemia.
Según este médico y profesor, el calentamiento de los polos y algunas causas profundas de estas variaciones (como la deforestación) contribuyen a que haya contactos entre especies que normalmente no se deberían encontrar y esto les da más oportunidades a los virus u otros patógenos de saltar entre ellas. Aunque menciona tanto los cambios migratorios como las grandes ganaderías entre los posibles factores, no señala ninguno como el causante específico del surgimiento del SARS-CoV-2.
“No tenemos evidencia directa de que el cambio climático influyó en el surgimiento del COVID-19”, le escribió a Colombiacheck la directora de comunicaciones del mismo centro de estudios de Harvard, Liz Purchia, por correo electrónico. “Lo que sí sabemos es que la enfermedad probablemente se originó en murciélagos y que las poblaciones de murciélagos alrededor del mundo han sido forzadas a moverse por la deforestación”, agregó.
Como ejemplo de enfermedades que han llegado a los humanos por esa causa, puso el brote de ébola que hubo en África Occidental entre 2012 y 2013. “Al mismo tiempo, en muchas partes del mundo, la gente puede estar más propensa a encontrarse con animales silvestres, incluyendo murciélagos, por la expansión de la población humana en los bosques, el tráfico de fauna y otras actividades”, explicó. Esto es distinto a lo que afirmó Petro en la entrevista.
Incluso la directora de Salud Pública y Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira, ha recordado los casos del ébola, el SARS e incluso el VIH para resaltar los efectos de la deforestación sobre el riesgo de epidemias, como en esta entrevista de El País de España. Una vez más, esto no implica que el caso del nuevo coronavirus haya sido necesariamente igual.
La biomédica Esabelle Yam, vinculada al Colegio de Salud y Medicina de la Universidad Nacional de Australia, incluso considera que “tal vez nunca se conozca por completo la historia del surgimiento del COVID-19”, como lo escribió en una columna para el Journal of Travel Medicine. Allí expuso algunas posibles causas relacionadas con el cambio climático pero, de nuevo, sin las especificaciones del senador de Colombia Humana.
Un equipo del Politécnico de Milán encabezado por la profesora María Cristina Rulli encontró que China presenta un alto riesgo de transmisión de coronavirus a humanos por la reducción de su distancia con la vida silvestre, causada por la fragmentación de bosques con presencia del mismo género de murciélagos y la alta densidad de personas y de ganado en sus alrededores. No obstante, el artículo todavía está en revisión. Lo que se conoce es la preimpresión y esta no menciona ningún cambio en las migraciones.
La revista Public Health Nursing también publicó en enero una revisión de literatura sobre las intersecciones entre el cambio climático y la pandemia desde el punto de vista de la enfermería. El trabajo, liderado por la profesora Sheryl Zang de la Universidad SUNY Downstate de Ciencias de la Salud en Estados Unidos, cita otros artículos (1, 2) sobre los efectos del calentamiento del planeta y diferentes actividades humanas sobre el surgimiento de diversas enfermedades infecciosas de origen animal.
No obstante, todos los análisis reconocen que, en el caso específico del COVID-19, hace falta mucha más investigación para llegar a las conclusiones que sacó Petro. El senador dio por definitivas algunas hipótesis y las mezcló con otros casos para construir su propia teoría, que presentó como algo que ya estaba comprobado por “estudios científicos”. Por eso es cuestionable.