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Lunes, 26 Septiembre 2022

No hay una solo forma de ser diverse: trans y otros términos para entender las identidades de género

Por Maritza Palma Lozano / La Cola de Rata

Aproximarse a la diversidad implica reconocer que hay formas de construcción individuales y sociales del sexo/género más allá del binarismo femenino/masculino.

Cuando se elevan a la esfera pública debates que involucran a las personas con identidades o expresiones de género que disienten de lo que se considera la norma, suelen replicarse contenidos falsos o tergiversados que se fundan en el desconocimiento sobre ellas. En Colombiacheck hemos identificado que algunas desinformaciones parten de ahí, por lo que realizamos este explicador.
 
Sucedió con los proyectos sobre salud menstrual, presentados ante el Congreso, en Chile y Colombia: en redes sociales y medios señalaron que se pretendía reemplazar la palabra mujeres por personas menstruantes.
 
En el caso de Chile, medios como el portal infoCatólica hicieron viral la afirmación: “el Congreso chileno aprueba nuevo proyecto que reemplaza la palabra «mujer» por «persona menstruante»”, sin embargo, el proyecto no reemplazaba un término por otro, realmente consistía en aprobar un “Proyecto de ley para la promoción, resguardo y garantía de los derechos menstruales de las personas”. En Colombia, la página de Facebook @DeBocaenBoca29 difundió un video con la intervención de la representante Susana Gómez −quien hablaba del proyecto de ley 332 de 2021 sobre derechos menstruales− añadiendo el texto “#DeBocaEnBoca #LoÚltimo En #colombia ya no dirán Mujeres, sino ‘Personas Mestruantes’” (sic); pero realmente tampoco se pretendía reemplazar el término, de hecho se aprobó la proposición de adicionar en el artículo 1 la palabra “mujeres”, al lado de “personas menstruantes”.
 
Ese tipo de afirmaciones, además de engañosas, ignoran que hay identidades como las transmasculinidades que, aunque no se identifican como mujeres, tienen órganos sexuales y reproductivos asignados como femeninos.
 
En otros casos, la frase ‘ideología de género’ ha sido tergiversada para desinformar, planteando que pretende imponerse para homosexualizar a otras personas, omitiendo qué es la ideología, como se detalla en el Explicador: ¿Qué es la ‘Ideología de género’?, además de limitar el género a una orientación sexual, lo cual es distinto entre sí.
 
Asimismo, en junio se armó una polémica en redes sociales cuestionando la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos sobre el aborto. La actriz y tuitera Margarita Rosa de Francisco escribió: “no perjudica a las mujeres con pene. Tal vez por eso convenga que a las que nacimos con matriz y coño nos llamen ‘mujeres’, y a las mujeres trans, mujeres trans”. Aunque lo borró, medios como KienyKe replicaron el trino.
 
Esto se suma a otros comentarios en Twitter en los que se habló de personas trans y de las TERF (feministas radicales trans excluyentes). Carolina Sanín expresó frases como “las mujeres tenemos vulva y vagina. Agradezco que me hayan cancelado tanto que me quitaron el miedo de decirlo” (1); “voy a seguir diciendo que la teoría queer es antifeminista y que la ‘elección de los pronombres’ es un delirio infantil e imbécil. Entre otras, lo hago porque hay muchísimas personas que opinan lo mismo y que no lo dicen por miedo. Que el amor a la razón venza el temor” (2); y “sí es por eso que el dogma del género es una patraña y que nadie que tenga mente crítica y lógica, y que sea veraz, puede aceptarlo −o fingir que lo acepta, como hace la mayoría por miedo a que lo ‘cancelen’−” (3). 
 
Sanín fue señalada de TERF, recibiendo críticas y explicaciones como una videocolumna de El Espectador. La también escritora Gloria Esquivel trinó: “cuestionar la identidad de género de alguien es transfobia. Excluir a alguien de los movimientos sociales por su identidad de género es transfobia. Cuestionar los pronombres con los que alguien quiere ser llamada (dizque por amor a la verdad y la razón) es transfobia y payasada” (4).
 
En este explicador, Colombiacheck intenta aportar algunas nociones sobre varias identidades, expresiones de género y orientaciones sexuales, además de ofrecer unas pistas mínimas para que no caiga en desinformar o ser desinformado sobre estos temas.


¿Cuáles son las diferencias entre orientación sexual, identidad y expresión de género?


La orientación sexual “es independiente del sexo biológico o de la identidad de género; se refiere a la capacidad de cada persona de sentir una profunda atracción emocional, afectiva y sexual” por otras personas, según definición de la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos) y los principios de Yogyakarta sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos con relación a la orientación sexual y la identidad de género.
 
Aunque en una de las orientaciones conocidas no hay atracción sexual hacia ninguna otra persona, más sí emocional, afectiva y estética: la asexualidad. Otras orientaciones son: 

  • Heterosexualidad: atracción entre personas con identidades sexuales opuestas.
  • Homosexualidad: atracción entre personas con las mismas identidades sexuales. Entre estas gay y lesbiana.
  • Bisexualidad: atracción entre personas tanto con las mismas identidades sexuales como con identidades sexuales opuestas.
  • Pansexualidad: también nombrada omnisexualidad, concierne a quienes sienten atracción por cualquier persona independientemente de su identidad, expresión de género y orientación sexual.
  • Demisexualidad: atracción sólo hacia personas con quienes se construye un vínculo emocional. 

La identidad de género, por su parte, es la experiencia psicológica, emocional y física que engloba las maneras en que una persona se percibe y habita su cuerpo en medio de la sociedad. De acuerdo con el enfoque doing gender −explicado en la relatoría La construcción de la identidad de género, de la misoginia histórica a las nuevas perspectivas psicológicas de análisis− es una construcción “social en el que se mezclan elementos históricos y culturales, como roles, costumbres y estereotipos, con aspectos presentes y concretos de una situación particular que actúa como escenario y que desencadena unas conductas”. Y en palabras de los principios de Yogyakarta “es la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la experimenta profundamente”.
 
En este sentido se reconoce que existen otras formas posibles de ser que transgreden las construcciones tradicionales de masculinidad y feminidad o que no se limitan a las manifestaciones binarias (masculino/femenino) predominantemente aceptadas en la sociedad.
 
Paul Beatriz Preciado, escritora, filósofa y activista queer, en su texto Manifiesto contra-sexual explica cómo “la contra-sexualidad supone que el sexo y la sexualidad (y no solamente el género) deben comprenderse como tecnologías socio-políticas complejas” considerando que “el cuerpo es un texto socialmente construido, un archivo orgánico de la historia de la humanidad como historia de la producción-reproducción sexual, en la que ciertos códigos se naturalizan, otros quedan elípticos y otros son sistemáticamente eliminados o tachados”; los últimos corresponden a las diversas identidades que rompen las estructuras tradicionalmente aprendidas. Sin embargo, puntualmente sobre las nociones de sexo y género hay otras expertas que, en cambio, enuncian al sexo como las características biológicas de los cuerpos humanos y solo al género como las construcciones sociales.
 
Estas son algunas identidades de género: 

  • Trans: no hay una correspondencia entre el sexo biológico y cultural con su identidad y expresión de género. Entre ellas se encuentran transexuales, travestis y transgénero, diferenciadas entre sí por las formas en que manifiestan su transición. Se reconocen mujeres trans, hombres trans y trans no binarios.
  • No binaria: personas que no se identifican dentro del binarismo femenino/masculino ni como trans. Entre ellas también hay personas agénero (sin género) y de género fluido.
  • Dos espíritus (Two-Spirit): propio de comunidades indígenas norteamericanas, el cual agrupa a las personas no binarias o que se reconocen como parte de un cuarto género. Cada comunidad indígena tiene su propio término acorde a sus creencias.
  • Género queer: aquel que acoge a las identidades y expresiones de género que no se adecúan a ninguna construcción histórica y social de cómo vivir y manifestar la identidad, es decir, que se salen de cualquier norma social dominante.
  • Intersex: aunque es una manifestación corporal congénita en la cual las gónadas, el aparato reproductor y/o los genitales nacen ambiguos, en algunos casos se asume como identidad, mas no siempre.
  • Cisgénero: aunque no hace parte del acrónimo, representa las identidades de género asumidas tradicionalmente dentro de la norma. Personas que tienen una correspondencia entre cómo se identifican y el sexo que se les asignó o reconoció al nacer.  

Por último, las expresiones de género son las manifestaciones a través de las cuales una persona exterioriza su identidad de género, ya sea desde su aspecto físico, comportamiento o como se autodenomina.
 
Estas diferencias dejan a la luz algo más: la identidad y expresión de género no determinan ni condicionan la orientación sexual ni viceversa.
 
¿Cómo prevenir la desinformación? Superar el desconocimiento, no generalizar y evitar el estigma
 
Chris Niño, licenciade en comunicación e informática educativa, persona trans no binaria, explica que la desinformación en estos temas “siempre empieza a raíz del desconocimiento que hay sobre las identidades y las expresiones de género no hegemónicas, que se salen del binarismo hombre, mujer y que además se salen del determinismo biológico de que los hombres tienen pene y las mujeres tienen vagina y vulva”. Agrega: “somos una sociedad que todavía no ha concebido colectivamente que hay un espectro mucho más amplio de identidades y expresiones de género”.
 
Valerie Parra, directora de PeTra (Periodismo Trans), líder social y mujer transgénero, plantea que otro aspecto que lleva a la desinformación es “suponer y generalizar que todos todas y todes (las personas diversas) son iguales, se portan de la misma manera o les gusta que sean mencionados de la misma manera”. Señala “que la sociedad debería informarse y aceptar que muchas veces no sabe todo y preguntar o indagar acerca de lo que se quiere emitir (…) porque muchas veces se enfrentan con lo desconocido y prefieren hacer una burla, una crítica, a preguntar, a reaprender”.
 
Niño también considera que entre las cuatro identidades y orientaciones más conocidas (LGBT) las personas trans (T) son quiénes se enfrentan a mayores vulnerabilidades relacionadas con el desconocimiento de su identidad, a situaciones de desinformación y en algunos casos estigmatizaciones, sin desconocer que todas las identidades y orientaciones sufren vulneraciones particulares. 
 
Niño ilustra que “se puede ser trans siendo una persona binaria: como una mujer trans o un hombre trans, (...) es decir que hicieron o están en un proceso de transición que se sale de la norma cisgénero (correspondencia entre los genitales y la identidad y expresión de género)”, pero también se puede ser una persona trans no binaria: “que incluso rompemos con esa pretensión de tener que ser hombre o mujer”. Aclara que existen creencias en relación a que lo trans no binario o trans femenino tiene la meta de convertirse en mujer y no necesariamente es así.
 
Otro caso en el cual las identidades trans son estigmatizadas y no reconocidas, según Niño y Parra, es cuando los documentos de identidad y la identidad de género no se corresponden y la prensa, por ejemplo, “invalida nuestra autonomía de decidir qué somos, qué queremos ser y cómo queremos ser nombrades ante el mundo y únicamente se nos está nombrando con base en lo que la sociedad espera de nosotros”, expone Niño. De ahí, que el uso de los pronombres también sean una forma de “reconocer el lugar de enunciación de la otra persona”, menciona. En este aspecto juega un papel importante el lenguaje inclusivo explicado en otro artículo por Colombiacheck.
 
Respecto al tratamiento por parte de medios de comunicación y periodistas, Parra también considera que “han tomado como estrategia de publicidad hiperfemizarnos, hipersexualizarnos o muchas veces (usar) ese morbo de tergiversar las identidades o violentar el mencionar las personas sexualmente diversas”. Reflexiona que para superar estas formas de comunicación es primordial que la prensa “se instruya o se eduque a partir de la identidad sexual y la orientación sexual y la identidad de género, ya que es fundamental conocer e identificar para poder transmitir una noticia real sin violencia”.
 
Debemos “dejar esta idea, que está tan arraigada en nuestra cultura, de pensar que las personas nacen heterosexuales, (...) que la heterosexualidad es la norma y que lo cis es la norma (…) eso nos va a llevar a una comprensión más profunda y empática de las diferencias”, resalta Niño.
  
¿Qué es TERF?
 
Otro término muy usado recientemente en discusiones relacionadas con las categorías de mujer y trans, es TERF: este hace referencia a las feministas radicales trans excluyentes −por las siglas en inglés de trans-exclusionary radical feminist−. 
 
José Vázquez González y Christian Cárdenes Hernández indican en un análisis comparado que esta corriente dentro del feminismo “se fundamenta, básica y teóricamente, en que el género, en tanto que una construcción social radicada en el patriarcado, ha sido únicamente padecido por quienes han nacido y socializado como mujeres. Así, la idea de desigualdad iría directamente relacionada con el sexo, y excluiría a las personas trans de ser consideradas mujeres por el hecho de no haber nacido bajo el constructo social ‘mujer’”.
 
Niño, por su parte, agrega que estos feminismos evaden que el sujeto de mujer no es biológico y el sujeto político del feminismo ya no es la mujer cisgénero, porque la lucha de los feminismos es más amplia, involucra el antirracismo, antiespecismo, entre otras posturas “contra el patriarcado, que es la misma estructura que nos oprime a todos, (aunque) no por igual porque no son las mismas opresiones”.
 
Definiciones más amplias de algunas identidades de género
 
Pese a que el acrónimo más reconocido es LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), existen otras identidades y orientaciones sexuales como TIQAP2S (transgénero, intersex, queer, asexuales, pansexuales y dos espíritus), porque como explica Parra, se trata de “una construcción social que cada día va avanzando y la gente va conociendo y se va auto mencionando” en la medida que surgen otras palabras para identificar sus identidades y expresiones de género. Otras letras sobre las que no hay consenso como la K (kink) y siempre al final el signo + (más), el cual deja una puerta abierta a nuevas identidades que surjan o se reconozcan, explica Parra, porque “parte de una gran violencia es decir: es esto y no hay más y no hay paso para que existan más”. Igualmente hay acrónimos que incluyen más identidades, expresiones y orientaciones sexuales.
 
“A mí me parece muy problemático ese acrónimo porque engloba cosas que no son lo mismo, engloba orientaciones sexuales, engloba identidades y expresiones de género”, explica Niño. Sin embargo, considera que englobarlas permite “que las personas cis heterosexuales reconozcan la diversidad y la diferencia en términos de sexo, género e identidad; y reconocerlas puede permitir aceptarlas, entenderlas en la vida pública”, pese a que su uso aún no ha garantizado el reconocimiento y respeto esperado.
 
En algunos acrónimos se utiliza solo una T mientras en otros la doble T, esto se hace para diferenciar la referencia a las personas transgénero y transexuales, además que con la T también se reconoce a las personas travestis. Todas tienen en común lo explicado por Niño: no hay una correspondencia entre el sexo biológico y cultural con su identidad y expresión de género, por esto “la esencia del ser trans está en nombrarse por fuera de esa correspondencia”. Se diferencian entre sí por las formas en que manifiestan su transición. Para las personas transexuales la intervención quirúrgica y/u hormonal es fundamental para construir su identidad de género, en estos casos, de acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México (CNDH), lo hacen para “adecuar su apariencia física-biológica a su realidad psíquica, espiritual y social”. Las personas travestis expresan su identidad fundamentalmente a través de sus comportamientos y vestimentas, aunque “ello puede incluir la modificación o no de su cuerpo o sus características sexuales, de forma permanente”, según CNDH. Por último, transgénero es la expresión que engloba las formas de transición anteriores y cualquier otra variante posible de identidad de género como el trans no binario. 
 
Niño indica que, si se quiere una definición más pragmática, trans es “toda persona que se sale de la cisnorma, entendiendo que ese concepto (…) se empieza a usar para poder definir mejor a las personas trans, los cis es justamente esta correspondencia biológica y cultural que hay entre los órganos genitales que porto en mi cuerpo y mi identidad y expresión de género”. Aunque, sostiene que “tampoco es necesario que una persona asuma su transición en términos quirúrgicos (…) o una transición hormonal −que decida consumir estrógenos o testosterona− para ser reconocida como una persona trans”.
 
Existen identidades no binarias que no se reconocen como trans. En otro informe de CIDH y la Organización de Estados Americanos (OEA) explican: “cualquiera sea su configuración física de nacimiento, existen personas no binarias que se identifican con una única posición fija de género distinta de hombre o mujer. Otras personas no binarias no se identifican con ningún género en particular, en ocasiones denominándose personas “agénero”. (…) Estas personas se consideran a sí mismas personas sin género, o bien disienten con la idea misma de género. Por su parte, las personas de “género fluido” vivencian el género de manera fluctuante, sin un género fijo y permanente”.
 
En su experiencia personal Niño narra: “desde que yo asumí mi transición y me reconocí como persona no binaria siento que he habitado mi masculinidad de una forma mucho más amorosa y más empática conmigo misma, también mi feminidad porque la he aprendido a reconocer dejando que aflore en mi cuerpo y en mi vida cotidiana. Me encanta habitarme con esas dos energías: la femenina y la masculina, que también son la dualidad que está presente en todo el universo. (…)  O si me siento por fuera de esas dos energías o en medio de las dos también voy a permitirme explorar”.
 
La intersexualidad es una condición biológica y congénita, que puede llegar a ser una identidad de género mas no lo es per se. Laura Inter y Eva Alcántara sostienen, en el artículo Intersexualidad y derechos humanos, que si bien “la intersexualidad puede o no incluir dilemas de identidad”, lo común entre las personas intersexuales “es la manifestación en el cuerpo: (…) una expresión congénita en donde la información genética prenatal produce diferencias en la conformación de las gónadas, el aparato reproductor, y/o los genitales”, es decir, cuerpos que nacen ambiguos.
 
El género queer, distinto a lo ya definido, se enmarca en el movimiento político queer el cual acoge a las identidades y expresiones de género que no se adecuan a ninguna construcción histórica y social de cómo vivir y manifestar la identidad, es decir, que se salen de la norma social dominante. Preciado, en otro artículo titulado “Queer”: historia de una palabra, recalca que “se trata (…) de un movimiento post-identitario: ‘queer’ no es una identidad más en el folklore multicultural, sino una posición de crítica atenta a los procesos de exclusión y de marginalización que genera toda ficción identitaria”. Esto no siempre fue así, inicialmente se usó de manera despectiva para segregar a toda persona asumida como extraña que confrontaba el binarismo; Preciado narra que “desde su aparición en el siglo XVIII, ‘queer’ servía para nombrar a aquel o aquello que por su condición de inútil, mal hecho, falso o excéntrico ponía en cuestión el buen funcionamiento del juego social”, pero su uso cambió cuando activistas disidentes se apropiaron del término para reivindicarlo “anunciando una ruptura intencional con la norma”. Hoy por hoy, “para ser ‘queer’ es necesario someter su propia identidad a crítica”, enfatiza. 
 
Existen otras identidades de género propias de pueblos indígenas de América, también documentadas por CIDH y OEA. Como la muxhe, en la cultura zapoteca de Oaxaca, la cual “trata de arropar el término de hombre-femenino y con el cual se nos nombra a todas las personas que nacemos varón y crecemos con identidades genéricas femeninas, es una identidad similar a la gay y lo transgénero, pero con características sui generis”, según relata Amaranta Gómez en el texto Trascendiendo. Las organizaciones interamericanas agregan que con sui generis se hace referencia a una tercera identidad. O los omeguit entre los guna de Panamá y los two-spirit (dos espíritus) en las comunidades indígenas de Estados Unidos y Canadá.
 
Dos espíritus, según Carolina Gavilán en La tradición Two Spirit, es una categoría que agrupa a las personas no binarias o asumidas en un tercer o cuarto género, quienes además pueden ser cambiantes a lo largo de la vida, asumir múltiples roles, o autodeterminarse así durante alguna etapa. Dentro de la categoría, cada comunidad norteamericana tiene su propio término sujeto a sus creencias y tradiciones, como los Cheyenne heataneman entre los Mohave de Arizona. Para les nativos, explicado por Gavilán, esta identidad de género les permite “entender el mundo desde dos perspectivas al mismo tiempo”.
 
En este sentido se puede hablar de muchas más identidades de género y cada una se constituye entre el sentir personal y los contextos sociales, culturales, históricos y sistemas de creencias.