El bajo nivel de los embalses no solo amenazó al país con un racionamiento de energía en abril de 2024, sino que provocó un aumento en el precio del kilovatio-hora. Eso significa que los usuarios van a ver un cobro más alto en sus próximos recibos de energía. Pero la posibilidad o la llegada de una sequía no es lo único que hace variar el precio de la electricidad.
Precisamente, un ciudadano le preguntó al Ministerio de Minas y Energías a qué se debían las variaciones en cobro por energía eléctrica que se muestra en su factura: “por qué cuando hay suficiente agua y las turbinas giran más rápido y generan más energía no merma el precio y no afecta el consumo. Pero si no hay agua ahora sí se ve afectado el consumidor”, escribió.
Si bien el nivel de los embalses y la generación de energía juegan un papel importante en el precio que pagan los usuarios, lo que vemos es el resultado de un proceso largo y variable, que depende no solo de la cantidad de energía que consumimos, sino de una cadena de valor que comienza desde el tipo plantas generadoras de energía eléctrica. Además, está sujeto a variaciones en el mercado y la competencia, al índice de precios al consumidor y al sistema de estratificación.
En este explicador te contamos qué es lo que cobra específicamente la empresa de energía en los recibos que llegan mes a mes y a qué se debe la tarifa final que pagan los usuarios. Además, te contamos si cambiar radicalmente la forma cómo generamos y consumimos energía o hacer una transición energética encarecerá el precio de la energía eléctrica para el usuario final.
A cada casa, oficina o edificio llegan principalmente dos tipos de energéticos: la energía eléctrica (electricidad) y el gas natural. Y aunque ambos son fuentes de energía, sus usos y cadenas de valor son distintos, y por eso en algunas regiones vienen en facturas separadas.
El gas natural en nuestros hogares lo empleamos principalmente como fuente de calor: para cocinar o calentar el agua de la ducha. Mientras que en Colombia coloquialmente llamamos a la energía eléctrica como ‘luz’ o ‘corriente’ porque el uso que le damos es para convertirla en otros tipos de energía como luz, calor o movimiento, cuando prendemos un bombillo o usamos la lavadora, por ejemplo.
Todos estos distintos usos que hacemos de la energía se conoce como demanda de energía y, sumando todos los usos comerciales, industriales y de hogares, en 2023 la demanda nacional fue de 79,985 GWh (gigavatio-hora) de acuerdo con XM, la empresa que administra el mercado de energía mayorista en el país.
En cualquier caso, nuestro recibo de la ‘Luz’ lo envía una empresa comercializadora de energía eléctrica, como Enel, Emcali o EPM. Estas son solo tres de las 282 empresas comercializadoras de energía eléctrica que, a 2024, se encuentran activas en Colombia Registro Único de Prestadores de Servicios Públicos.
La función de estas empresas puede abarcar más de un rol dentro de la cadena de valor de la energía. Por ejemplo, EPM no solo comercializa la energía, sino que también opera plantas generadoras y redes de distribución. También existen casos de comercializadoras que abarcan más de un servicio público, como Emcali, que comercializa energía y acueducto y alcantarillado; mientras que Enel, en Bogotá, solamente comercializa energía. Por estas diferencias claves, los recibos y facturas son distintos para cada región.
Como ya dijimos, la demanda de energía se calcula en vatios por hora. Con base en esto, la factura que recibimos en las casas calcula dos componentes: nuestro consumo de energía, calculado en kilovatios por hora (kWh) y el precio de ese consumo, que surge del valor del kilovatio por hora ($/kWh).
“El consumo depende de nuestras acciones diarias, de los electrodomésticos que tenemos y cómo los usamos. Es lo que está bajo el control de las personas y algo que se puede cambiar con acciones cotidianas. Se registra en los contadores y así la empresa sabe cuanto cobrarnos”, explican desde Transforma.
El precio de cada uno de esos vatios que consumimos, sin embargo, no depende del usuario, sino que está sujeto a las dinámicas y procesos del sistema eléctrico colombiano.
Aquí, nuevamente, vuelven a aparecer las empresas comercializadoras. Estas compañías compran bloques de energía eléctrica que ofertan las generadoras de dos maneras:
Con contratos que garantizan un flujo de energía a largo plazo.
Mediante el comercio en bolsa, un mercado diario y con precios y cantidades de energía que varían cada hora.
A todo este sistema se le conoce como Mercado de Energía Mayorista, MEM.
El precio que establecen las generadoras varía por distintos factores. Por ejemplo, en octubre de 2023, los precios subieron ante la inminencia de la llegada de un fenómeno El Niño fuerte en el país. Más tarde, en abril de 2024, este evento climático provocó un nuevo incremento en los precios del kilovatio, debido al bajo nivel de los embalses.
La energía también puede ser más costosa debido a diferentes factores, como el tipo de generación por ejemplo. Juan Felipe Rodas, analista en energía de Transforma, explica que la energía hidráulica es generalmente menos costosa que la térmica por varias razones. La principal es la disponibilidad del agua en Colombia, pues es un recurso abundante y renovable. Por otro lado, las termoeléctricas tienen costos adicionales asociados al transporte, al precio internacional de los combustibles fósiles y su generación puede llegar a exigir más recursos y personal operativo para producir 1 kilovatio-hora (kWh).
Ahora, junto con la generación, existen seis elementos que, sumados, representan el costo por consumo de cada usuario. Estos eslabones están regulados y vigilados por la Comisión de Regulación de Energía y Gas, CREG, una entidad adscrita al Ministerio de Minas y Energía que se encarga de reglamentar la prestación de estos servicios públicos de manera independiente y transparente.
El cobro que se refleja cada mes en las facturas es el resultado de esta cadena de valor de seis componentes:
Cada uno de estos componentes aporta un porcentaje distinto del total del costo de consumo de cada usuario. De acuerdo con Natalia Gutiérrez Jaramillo, presidenta ejecutiva de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía, Acolgen, la generación aporta el 35%, la transmisión un 5%, la distribución 38%, la comercialización el 13%, cobros por pérdidas que suman 7% y restricciones 2%.
Sin embargo, estos porcentajes no son fijos y pueden variar por varias razones. De hecho, en un explicador del 2022 contamos cuáles eran las razones del alto costo de la energía eléctrica en Barranquilla y otras ciudades del Caribe colombiano. En este caso se identificó que los cobros relacionados a pérdidas ocasionadas por el robo de energía de la comercializadora Afinia era del 17% y el de Air-e del 12,7%, mientras que la media nacional era de 6,8%.
La distribución es otro eslabón donde se pueden presentar incrementos, pues el “valor que se paga depende de la cantidad de infraestructura que se requiere para brindar el servicio a todos los clientes de cada zona geográfica”, según explica Enel X.
A pesar de todas las posibles variaciones en los costos de la cadena, el artículo 125 de la Ley 142 de 1994 establece que las empresas solo podrán actualizar sus tarifas cuando la variación mensual sea de al menos un 3%. “Es decir que, aunque cualquiera de los componentes puede variar de manera mensual, las tarifas solo se podrán actualizar cuando la variación acumulada de alguno de ellos supere el 3% con respecto al anteriormente cobrado”, según explica la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG).
También vale aclarar que, por medio de las leyes 142 y 143 de 1994, las empresas de energía pueden acogerse a una ‘opción tarifaria’, que es un mecanismo que busca aliviar a los usuarios de “incrementos abruptos en la tarifa de electricidad mediante la acumulación de saldos que son pagados posteriormente por el mismo usuario a lo largo de un mayor periodo de tiempo”, tal como explicamos en “¿Qué es la ‘opción tarifaria’ y por qué causa ‘chispas’ entre las empresas eléctricas y el Gobierno?”.
Finalmente, con la suma de estos seis elementos se establece el costo unitario de prestación del servicio de energía eléctrica, o CU. Esto es lo que vale la “prestación del servicio al usuario final regulado, expresado en pesos por kilovatio hora”, de acuerdo con la resolución 119 de 2007 de la CREG, que determina la fórmula tarifaria de la energía en Colombia.
En teoría, el costo unitario sería la tarifa que los usuarios pagan por su consumo, pero el valor final de todos los servicios públicos que se ve reflejado en la factura cambia debido a la estratificación socioeconómica. Esta “se realiza principalmente para cobrar de manera diferencial por estratos los servicios públicos domiciliarios permitiendo asignar subsidios y cobrar contribuciones en esta área”, según explica el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Con esto en mente, la fórmula básica para calcular la tarifa final de la energía eléctrica fue establecida por la CREG a través de su Resolución 079 de 1997. Allí se explica que tiene en cuenta el costo unitario, pero también los subsidios o las contribuciones dependiendo del estrato social del inmueble.
Respectivamente para los estratos 1 y 2, el subsidio máximo es del 60% y el 50% del costo costo unitario. Para el estrato 3, el subsidio máximo es del 15%. El estrato 4 no tiene subsidio ni contribución, por lo que estos inmuebles pagan lo que consumen. Finalmente, los estratos 5 y 6 y los usuarios comerciales o industriales pagan un 20% más, para financiar las tarifas de los otros estratos.
Además de la estratificación, el ciclo de facturación también puede afectar el precio final que vemos en la factura. Los ciclos son rangos de tiempo de entre 27 y 33 días en los que se determina el periodo de consumo que se le cobrará al usuario, al final del año la suma de los ciclos de facturación debe dar 365 días o 366 para años bisiestos, tal como explica Enel. Estos ciclos no corresponden a fechas del mes y pueden comenzar en cualquier día, por lo que no es cierto que la factura de febrero, que tiene 28 días, será más barata.
Así las cosas, el precio que nos cobran mensualmente en los recibos de energía se debe a dos factores: nuestro consumo en kilovatios y el valor de esos kilovatios en el mercado de energía.
El precio de la energía depende de factores ajenos al usuario, como una temporada de sequía o el aumento de pérdidas de energía por robos, sin contar con que el precio que paga por su electricidad depende de la cadena de valor de 6 pasos que comienza con la generación de energía, pasa por la transmisión y la distribución y termina en el usuario final.
Sin embargo, cada persona es responsable de la cantidad de energía que consume, por lo que puede tomar acciones pequeñas para reducirla, ¿cómo cuáles? Por ejemplo, reemplazar bombillos por alternativas LED que consumen menos electricidad o cambiar la estufa de gas natural por una eléctrica de inducción, que son más eficientes energéticamente. En nuestro anterior explicador ‘¿La transición energética es un capricho político o un “compromiso de todos”?’ te contamos de algunas otras, como usar un cierto tipo de bombillos o electrodomésticos.
*Esta nota se produjo como parte del proyecto Verdades y Mentiras de la transición energética justa en Colombia, realizado con el apoyo de Transforma.