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Falso
Casi a la vez que la llamada Operación Esperanza concluía con el rescate de los hermanos Mucutuy el pasado viernes 9 de junio, aparecieron en redes sociales numerosas publicaciones cuestionando la versión oficial acerca del operativo y sugiriendo, o incluso afirmando, que el Gobierno Nacional ocultó el supuesto secuestro de los niños.
Varias publicaciones virales que impulsaron esta narrativa surgieron de usuarios que han creado, difundido o respaldado desinformación contra el actual gobierno y sectores afines de manera repetitiva en los últimos meses y, por ello, han sido sujetos de nuestras verificaciones. Es el caso de Frank Portilla, la usuaria de Kwai @pqgoc578 o el usuario de Twitter @SegundoLaVerdad.
En suma, las publicaciones asociadas a esta narrativa han conseguido al menos 287.000 reproducciones en Twitter, 15.000 reacciones en Facebook y 4.200 ‘me gusta’ en Kwai. Según la herramienta de monitoreo de redes sociales CrowdTangle, el 9 de junio Facebook experimentó un pico de interacciones en publicaciones que incluyeron las palabras “niños” y “ELN”:
La base de las dudas, según coinciden los usuarios que han especulado al respecto, radica en la pregunta de cómo sobrevivieron en la selva los menores desde el 1 de mayo (fecha del accidente aéreo) hasta que fueron rescatados 40 días después. Además, aventuraron la hipótesis de que el grupo supuestamente responsable del secuestro sería el ELN, dado que los contenidos que auparon la teoría conspirativa ligaban el rescate con el coincidente anuncio de cese al fuego que negoció el gobierno de Gustavo Petro con ese grupo insurgente en Cuba.
En Colombiacheck abordamos ambas conjeturas y concluimos que no fue posible una acción del ELN sobre los niños, dado que este grupo no hace presencia en la zona del siniestro del avión. Además, consultamos con expertos la versión oficial acerca de la supervivencia de los niños durante el tiempo que duraron extraviados.
Según lo reportado en el informe preliminar emitido por la Dirección Técnica de Investigación de Accidentes Aéreos (DIACC), adscrita a la Aeronáutica Civil, el 1 de mayo de 2023, una avioneta que cubría la ruta Araracuara–San José del Guaviare sobrevolaba el río Apaporis, en la selva entre Caquetá y Guaviare, cuando la tripulación notificó una falla en el motor de la aeronave y declaró la emergencia a las 7:17 a.m. Así mismo lo replicaron distintos medios de comunicación (1, 2, 3, 4).
Secuencia del siniestro según el informe de la DIACC
Sin embargo, tras llegar al lugar del accidente, solo fueron encontrados en la avioneta los cuerpos de los tres adultos fallecidos y ningún rastro de los cuatro niños (Lesly Mucutuy de 13 años, Soleiny Mucutuy de 9, Tien Noriel Ronoque Mucutuy de 4 años y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy de 11 meses), integrantes de la etnia indígena muinane, del pueblo uitoto, quienes residían con su madre cerca del río Cahuinarí y de Araracuara, en Caquetá.
Los equipos de búsqueda, conformados por miembros de las Fuerzas Militares y de la Guardia Indígena, siguieron pistas de la supervivencia de los menores de edad, hasta comunicar, el pasado 9 de junio, que los cuatro menores fueron hallados con vida. El hecho fue anunciado por el presidente Petro a través de su cuenta de Twitter a las 6:56 p.m.
¡Una alegría para todo el país! Aparecieron con vida los 4 niños que estaban perdidos hace 40 días en la selva colombiana. pic.twitter.com/cvADdLbCpm
— Gustavo Petro (@petrogustavo) June 9, 2023
Mientras se adelantaba la búsqueda de los niños en inmediaciones del río Apaporis, se llevaba paralelamente a cabo en Cuba el tercer ciclo de conversaciones entre el Gobierno Nacional y el ELN, que inició el pasado 2 de mayo. La narrativa del secuestro de los cuatro menores de edad por parte de esta insurgencia tomó más fuerza dado que, justo el viernes 9 de junio en el que estos fueron hallados los menores, las conversaciones en La Habana concluyeron con un acuerdo de cese al fuego durante 6 meses.
En la plenaria del senado, el pasado 13 de junio, se informó que los acuerdos con el ELN incluyeron la creación de un Comité Nacional de Participación, el cese al fuego bilateral temporal y los pasos para la implementación de los acuerdos de paz, con fecha límite en mayo de 2025. No se mencionaron crímenes, víctimas ni compromisos de liberación de secuestrados, como puede comprobarse en las alocuciones de los senadores Iván Cepeda y María José Pizarro:
Ahora bien, frente a la supuesta participación del ELN en la desaparición temporal de los niños, hay que precisar los actores armados ilegales allí presentes en esta zona. Aunque el cubrimiento mediático de la búsqueda se refirió a la zona como “selva del Guaviare”, el siniestro realmente ocurrió en límites del departamento de Caquetá, cerca del río Apaporis, donde de hecho este se separa del Guaviare, como explica el informe de la DIACC.
La confusión pudo surgir por el destino al que se dirigía la avioneta Cessna U206G de matrícula HK2803 el 1 de mayo: San José del Guaviare. Sin embargo, el mapa de búsqueda de las fuerzas militares demuestra que el operativo se realizó predominantemente en Caquetá y fue allí, aproximadamente 5 kilómetros al oeste del siniestro, donde los niños fueron encontrados.
El mapa muestra el trazo que cubría el vuelo, las coordenadas del sitio en el que se encontraron los restos de la avioneta y el lugar aproximado en el que se encontró a los niños.
Con esta información, consultamos sobre la presunta presencia del ELN en la zona a Francisco Daza, investigador nacional de la línea de paz, posconflicto y derechos humanos de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), que monitorea la evolución del conflicto armado en los distintos territorios de Colombia. De esta manera descartó dicha presencia:
“El ELN tiene presencia en otros departamentos, principalmente en Arauca, en Norte de Santander, en la situación del Catatumbo. También en una zona del sur de Bolívar, parte del Cesar y la conocida presencia en el departamento del Chocó. También tenemos una presencia de ELN en el sur del Cauca, principalmente en Argelia, donde actualmente hay una disputa armada con disidencias de las FARC”.
Precisamente estas disidencias, divididas en las grandes agrupaciones de Estado Mayor Central (EMC) y Segunda Marquetalia, son quienes regentan la presencia armada detectada durante este año en los departamentos de Caquetá y Guaviare, como evidencia el mapa publicado por Pares a finales del mes de abril.
Los informes del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) en 2021 (1, 2) y 2022 dan cuenta de que no hay una relación homogénea entre el ELN y los llamados “grupos pos-FARC” o disidencias, si bien constantemente se encuentran enfrascados en enfrentamientos con determinados frentes por control territorial. En cualquier caso, no existen registros recientes que documenten acciones del ELN en los departamentos involucrados en el siniestro de la aeronave que transportaba a los 4 niños.
“Tenemos que en el departamento del Guaviare hay una presencia hegemónica de las disidencias de las FARC, especialmente el Frente 1°, que está comandado por alias Iván Mordisco. Este Frente 1° haría parte de lo que conocemos como EMC. Todo lo que es Guaviare, Vichada, el cinturón Caquetá hacia el Cauca, tiene una presencia casi que permanente y hegemónica del EMC pero, también de algunos frentes y estructuras de la Segunda Marquetalia”, concluye Francisco Daza.
La distribución nacional del ELN elaborada por Pares coincide con la detectada por la Defensoría del Pueblo, pero no solamente para el año en curso sino de manera sostenida desde 2018, cuando la entidad ya alertaba sobre la recomposición del conflicto en territorios abandonados por las extintas FARC, que dejaron las armas en 2017.
Al deslizar el puntero (en negro) se compara la presencia del ELN en el territorio nacional para 2018 (varios colores) con su evolución para 2023 (naranja).
Para el 29 de mayo, a casi un mes de búsqueda, El Brigadier General Pedro Arnulfo Sánchez Suárez, quien estuvo a la cabeza de la Operación Esperanza, mencionó precisamente la acción de las disidencias comandadas por Iván Mordisco en la zona:
“A 2,8 kilómetros de donde ocurrió el accidente —al oriente y a orillas del río Apaporis— encontramos un campamento narcocriminal abandonado hace año y medio donde hacían labores para atacar a la población más vulnerable. Allí delinque la estructura primera del grupo narcocriminal de alias Iván Mordisco”.
Por último, al consultar las alertas tempranas relativas a Caquetá y Guaviare, emitidas por la Defensoría del Pueblo desde ese entonces hasta la fecha, encontramos cada año reportes de afectaciones a los derechos humanos de la población local por parte de grupos armados ilegales. Sin embargo, ninguna de ellas menciona evidencia de acciones perpetradas por el ELN, como sí de otros grupos insurgentes y de crimen organizado.
Así pues, no hay presencia del ELN en la región en la que ocurrió el siniestro de la aeronave que transportaba a los cuatro niños indígenas el pasado 1 de mayo. En los departamentos de Caquetá y Guaviare operan predominantemente grupos pos-FARC o disidencias, a los que pertenecen frentes con los que el ELN se disputa por la vía armada el control territorial en otras zonas del país.
Luego del hallazgo de Lesly, Soleiny, Tien y Cristin el 9 de junio de 2023 y en medio de la alegría de todo un país por la noticia confirmada, en el debate público predominaba una sola pregunta: ¿cómo pudieron sobrevivir los niños tanto tiempo?
Las imágenes dadas a conocer por el Ejército colombiano mostraban que los cuatro hermanos habían sufrido los rigores de la selva, con un evidente grado de desnutrición y sus cuerpos picados por los mosquitos.
Según los reportes iniciales de los rescatistas que encontraron a los niños, gran parte de ese tiempo se habían alimentado de frutos del bosque como el maracuyá. Esto también lo afirmaron los uniformados de las Fuerzas Militares, quienes encontraron cáscaras de esta fruta al seguir sus huellas.
También se alimentaron con fariña, una harina hecha con yuca amarga. Es un alimento ancestral de los pueblos indígenas de la Amazonía poco conocido fuera de la selva, que, al parecer, llevaba su mamá en la avioneta que se accidentó.
Henry Guerrero, un indígena uitoto que formó parte del equipo que los encontró, dijo que los Mucutuy lograron construir una pequeña tienda de campaña con una lona y toallas y que siempre se quedaban cerca a un río donde la mayor recolectaba agua para sus hermanos.
También contó que los niños se alimentaban de una semilla de una fruta conocida como milpesos (Oenucarpus bataua aracaceae), una de las palmas más comunes en los bosques húmedos de los llanos del país y las tierras bajas, según el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi). La cosecha de esta semilla se da entre febrero y junio, justo en la misma época en la que ocurrió el accidente.
“Al niño pequeño se le encontró con una pepa que nosotros llamamos milpesos, que ahorita estamos en cosecha. Esa pepa se machuca y da un buen jugo, muy bueno. Ellos se mantenían comiendo eso porque la ración de comida que encontraron (en el avión y de las raciones que les lanzaron los militares) se les acabó, entonces se mantenían comiendo frutas silvestres. Lo que nos dimos cuenta es que las frutas que están en cosecha en esta época son el juan soco y el milpesos”, dijo Guerrero en una entrevista.
La subdirectora general del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Adriana Velásquez Lasprilla, también explicó en medios que la supervivencia de los hermanos fue posible gracias a que, además de los frutos de la selva, encontraron varios kits que fueron desplegados en la zona de búsqueda desde la segunda semana de su desaparición.
“En la Operación Esperanza se estimó el tiempo máximo de supervivencia en un contexto de selva, así que a partir de la segunda semana de búsqueda se conformaron unos kits de supervivencia que incluían suero, galletas, líquido y fariña. Los niños nos cuentan que recibieron varios de esos paquetes en puntos estratégicos de acuerdo al cálculo territorial que se hizo en el despliegue de la búsqueda y encontraron los kits”, narró la funcionaria.
De acuerdo con Velásquez, estos kits, sumados a las frutas en cosecha de la selva, fueron los que permitieron que los cuatro fueran hallados todavía con vida, pese al alto grado de desnutrición en el que se encontraban.
Finalmente, el 9 de junio los niños fueron ubicados por uno de los cuerpos de búsqueda en un pequeño claro de la selva, gracias a que un equipo de rescatistas escuchó llorar a uno de los hermanos.
Aunque, para muchos, las condiciones en las que se extraviaron los niños podrían representar un verdadero reto de supervivencia, para la cosmovisión indígena el mayor reto no es la selva sino encontrar comida en ella.
Álex Rufino, indígena ticuna, fotógrafo y profesor de la Universidad Nacional, en donde da cursos a niños sobre el cuidado y la vida en la selva, ha explicado que, aunque en estos 40 días los niños estuvieron vulnerables, también estaban sintonía con la naturaleza y “protegidos por la selva”.
“Los niños, por intuición, aprenden mucho de sus padres. Cuando van a cazar, a recolectar frutas. Su observación es fundamental. Van aprendiendo lo que les puede servir y lo que no. A veces se enferman por probar cosas que no deberían, pero ahí es donde están los hermanos mayores, que los ayudan a determinar qué es perjudicial”, le dijo a la prensa internacional.
Según Rufino, es normal para la cultura conocer cada árbol, planta o animal de la zona, que a su vez les permite ubicarse, saber qué alimentos hay disponible y cuáles son las amenazas. “Además de su aprendizaje, se ayudan de los animales. Por ejemplo, de los micos, que como se alimentan parecido a nosotros, con muchas frutas dulces, sirven de guía. Hay una convivencia entre nosotros y ellos, que, como están en los árboles, van tirando alimento al piso. El reto es adaptarse a su movimiento, que es rápido”.
Según el experto en cuidado y vida en la selva, muy posiblemente los niños encontraron pequeños riachuelos (de los que no necesariamente se puede beber), pero también hojas que permiten purificar el agua. Además, pudieron usar técnicas de limpiarse el cuerpo con hojas que sirven para que los zancudos e insectos no te ataquen tan fuerte.
“Seguro encontraron una pequeña mata que permite limpiar los pies para evitar que las serpientes los vean o los piquen. A esa edad, los 14, ya se tienen ese tipo de sabidurías claras. Es posible que hayan tenido que comer algún tipo de gusano. Desde una hormiga hasta un ave es comida. Lo que deja detrás un jaguar es otra opción”, afirmó.
Por su parte, Narciso Mucutuy, abuelo de los rescatados, en una entrevista con Semana el 12 de junio, contó que, según el testimonio de Lesly, estuvieron cuatro días al lado de la avioneta accidentada por si alguien iba a buscarlos. “Ellos traían como fiambre, tres libras de marinitas, polvo de yuca, eso comían ellos ahí. A lo que ellos terminaron eso, porque ya no llegaron por ellos, entonces comenzaron a andar buscando pepas, o sea frutas silvestres”, relató.
El abuelo de los menores también aseguró que, durante el tiempo que estuvieron internados en la selva, sus nietos no se encontraron con serpientes, tigres ni osos y que Lesly, pese a estar en completa soledad e incertidumbre con sus hermanos, nunca sintió miedo. Aseguró que a los niños de la comunidad indígena se les enseña a sobrevivir en medio de la selva y a conocer todo su entorno.
“Nosotros los indígenas desde los tres años ya empezamos a enseñar poquito a poquito, cuando ya tienen cinco años nosotros los sacamos a la selva, los llevamos en un potrillo, acá se dice lancha. Los llevamos por el río enseñándolos a pescar, por el monte enseñamos a comer frutas, qué fruta se come, qué fruta no se come, hay frutas venenosas. Lo mismo, les enseñamos cuándo se saca la piña; cuándo está madura, cuándo está verde, cuándo es astillosa, cuándo puede chuparse, todo eso les enseñamos”, explicó.
También dijo que a los niños se les enseña desde muy pequeños a hacer un rancho, cómo se tiende, cómo sentarse y acostarse en él y eso fue lo que hizo su nieta mayor, quien estaba al cuidado de sus hermanos.
Pero no fueron solo los aprendizajes que desde muy pequeños recibieron los niños indígenas lo que contribuyó a su supervivencia, sino también los espíritus guías del territorio que son parte de la cosmovisión indígena.
“En el Apaporis (donde cayó la avioneta) hay un tema espiritual bastante fuerte. Ahí se concentran todas las comunidades o grupos no contactados, que tienen todo el manejo espiritual y territorial. Muchas veces, cuando alguien se pierde en zonas tan profundas, se encuentra con una comunidad no contactada, que son humanos, como nosotros, en general personas pacíficas, no como las pintan las películas; ellos los acogen, los adoptan de alguna forma. Y luego, sabiéndolos a salvo, a través de sus saberes tratan de mandar hacia afuera una especie de enfermedad, para que los que estén atrás, siguiéndolos, no puedan llegar rápido”, le dijo Rufino al diario español El País, frente a lo “rápido” que se movían los niños durante su búsqueda, según las Fuerzas Militares y la Guardia Indígena, que iban tras ellos.
Sobre el poder de la cosmovisión indígena, Narciso Mucutuy precisó que, el día anterior al hallazgo de sus cuatro nietos, los miembros de su comunidad indígena tomaron yagé, una bebida sagrada para los pueblos que les permite curarse de enfermedades, incluso las desconocidas. “Ellos se concentraron, tomaron yagé, Rubio, el anciano de mi pueblo, se tomó; los Murui se tomaron. Entonces Rubio les dijo: ‘hoy los van a encontrar, están en tal punto’, y así fue dicho y hecho. Se fueron, se fueron y así encontraron el rastro, y del rastro que ellos encontraron estaban a 10 metros”, recordó.
Finalmente, el abuelo de los menores aseguró que ninguno de los niños se encontró en ningún momento con otra persona en el camino hasta que fueron hallados por el equipo de rescate. “Es una selva virgen, ahí no hay gente, los vivientes de ese territorio dicen que sí hay gentes nómadas, pero eso es difícil para encontrar con ellos, difícil”, advirtió.
Clemencia Mayorga, médico pediatra de la Universidad Militar Nueva Granada y expresidenta de la Sociedad Colombiana de Pediatría Regional Bogotá aseguró en una entrevista con el diario El Tiempo, que probablemente fueron dos los factores clave en la supervivencia de los cuatro niños: el acceso al agua y el conocimiento de los mayores como niños indígenas.
“Una parte importante de la supervivencia, hablando de la fisiología de los niños, es la hidratación. La falta de agua a los niños los lleva a una situación peligrosa muy rápidamente, en apenas pocas horas. Esto quiere decir que ellos, durante 40 días tuvieron, puede uno pensar, siempre agua disponible. Agua de lluvia o de arroyos, que debe ser de buena calidad y eso evitó que pudieran llegar a la deshidratación, que en el niño de 1 año de edad puede darse en cuestión de horas”, enfatizó Mayorga.
Según la pediatra, fue el conocimiento previo del territorio lo que les permitió mantenerse con un mínimo aporte calórico, y lograr mantenerse pese al grado de deshidratación y desnutrición con el que fueron encontrados. “Al ver las imágenes de los niños, con las fotos que recientemente hemos conocido, es evidente que tienen un alto grado de desnutrición. Pero que, afortunadamente, al encontrarlos vivos da la posibilidad de que se haga un proceso de recuperación nutricional como es debido en estos días siguientes”, agrega.
Mayorga explica además que en la medida en que un niño es más pequeño, la posibilidad de sobrevivir, sin agua, sin hidratación y sin aporte nutricional es menor, por eso es de suponer que los niños más pequeños, sobre todo el bebé de 1 año, tuvieron, aunque mínimo, un aporte de líquidos, pues según la experta, de no ser así en dos días ya había estado en riesgo de muerte.
Actualmente, los niños se recuperan según lo esperado por los médicos en el Hospital Militar de Bogotá. La entidad emitió un comunicado el pasado 13 de junio, informando que "los menores desde el día 10 de junio de 2023, se encuentran bajo asistencia profesional interdisciplinaria, recibiendo atención integral y manejo articulado por parte de las diferentes especialidades clínicas de acuerdo con las necesidades particulares de cada uno de los niños”.
En conclusión, Colombiacheck califica como falsas las desinformaciones en redes sociales que afirman que los cuatro niños indígenas perdidos en la selva amazónica en realidad fueron secuestrados por miembros del ELN. Como hemos explicado, no hay presencia de este grupo armado en la región en la que ocurrió el siniestro de la aeronave que transportaba a los cuatro niños. Además, según distintas fuentes cercanas a los niños y expertos, fueron los frutos en cosecha, kits de supervivencia y conocimientos ancestrales desde la cosmovisión indígena los que les permitieron a los cuatro niños mantenerse con vida.