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Chequeo Múltiple
Desde las últimas semanas de agosto de 2021 circuló en redes sociales y cadenas de mensajería privada un video en el que se convoca a una movilización contra la vacunación contra el COVID-19 el 18 de septiembre en ciudades como Bogotá, Medellín, Cartagena y Barranquilla y en más de 150 ciudades en 40 países.
Al revisar el video, encontramos que está repleto de datos falsos o cuestionables acerca de las vacunas.
La pieza promocional inicia con una invitación del actor Marcelo Dos Santos, quién previamente ha publicado en su cuenta de Instagram material publicitario de este tipo de protestas y algunas desinformaciones, como que las vacunas contra el COVID-19 producen disfunción eréctil.
A su intervención se suma la de Marco Fidel Suárez, quien se presenta como secretario general del Concilio de las Naciones Unidas por la Verdad y la Vida en Colombia (Conuvive), que según su página en Facebook, es una “organización humanitaria” que defiende “los derechos humanos de la población mundial, contra la plandemia y vacunas transgénicas”.
En el video también aparece Guillermo Amador, director jurídico de la Coalición Mundial por la Salud y la Vida (Comusav), una organización que promueve el consumo de dióxido de cloro, como explicamos en esta investigación. Así como el influencer político de derecha Alejandro Bermeo, el médico Raúl Salazar, a quién hemos verificado en varias oportunidades, los actores Maribel Camacho y Juan Pablo Obregón, y Esteban Ramírez.
Este último, de acuerdo con una investigación de La Silla Vacía, además de ser el principal vocero de Familias por la Verdad, un grupo de activistas que difunden desinformaciones contra la vacunación, es hijo del exconcejal de Bogotá Marco Fidel Ramírez, un líder cristiano evangélico conocido como el ‘Concejal de la familia’.
Debido a la amplia difusión que ha tenido el video que invita a la nueva marcha en Twitter, Facebook y Telegram, en Colombiacheck nos dimos a la tarea de verificarlo y encontramos que incluye tres argumentos falsos y uno cuestionable sobre el COVID-19 y la vacunación.
Esta afirmación es de Guillermo Amador, quien es presentado como el director jurídico de la Coalición Mundial por la Salud y la Vida (Comusav), un grupo de activistas a quien hemos verificado previamente por sus declaraciones engañosas sobre la pandemia.
Cómo explicamos en este artículo, el Código de Nuremberg es una lista de principios de ética que establece lineamientos para la experimentación con seres humanos luego de los Juicios de Nuremberg, en los que se juzgó a los nazis por sus crímenes contra la humanidad.
Este código parte del principio de que, aunque los nazis hicieron experimentos “médicos criminales” a “gran escala sobre ciudadanos no alemanes, tanto prisioneros de guerra como civiles, incluidos judíos y personas ‘asociales’”, hay pruebas de que “ciertos experimentos sobre seres humanos, cuando se mantienen dentro de límites razonablemente definidos, son conformes a la ética general de la profesión médica” y “proporcionan resultados que benefician a la humanidad”
Entonces establece diez principios básicos para la realización de esos experimentos entre los que están, por ejemplo, que:
Por su parte, como anotamos en esta verificación, la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, es un documento que resultó de la Conferencia General de la UNESCO realizada en París el 19 de octubre de 2005 y que tiene el objetivo de “proporcionar un marco universal de principios y procedimientos que sirvan de guía a los Estados en la formulación de legislaciones, políticas u otros instrumentos en el ámbito de la bioética”.
En palabras de Eduardo Díaz, director del Instituto de Bioética de la Universidad Javeriana, dicha declaración “incluye postulados sobre la relación entre ciencia y sociedad, sobre la autonomía de las personas y sobre la disposición de las personas en los avances de la ciencia”.
Dentro de los principios que incluye están, por ejemplo, “el respeto de la dignidad humana y las libertades fundamentales”, la importancia del consentimiento libre e informado de la persona interesada para la realización de cualquier intervención “médica preventiva, diagnóstica y terapéutica”, la autonomía y la promoción de los comités de ética.
Sin embargo, según las verificaciones que hicieron previamente tanto nuestros colegas de AFP Factual y Newtral y como nosotros en abril de 2021, la vacunación contra el COVID-19 no es incompatible ni viola estos dos códigos bioéticos.
De acuerdo con Newtral, las vacunas contra el COVID-19 “no son experimentación clínica” porque “cuando se aprueban para su uso, han pasado tres fases de ensayos clínicos y han sido aprobadas por las autoridades competentes. Estas pruebas se hacen en humanos, pero saben a qué se enfrentan y su salud es monitoreada”. Las pruebas en humanos para estas vacunas no se hicieron de manera forzada como en los experimentos nazis, sino que quienes participaron lo hicieron de forma voluntaria. Entonces no incurren en una violación al Código de Nuremberg.
Además de esto, según le explicaron al medio desde la Sociedad Española de la Historia de la Medicina, aunque se impusiera la vacunación obligatoria -que hasta este momento no es el caso en Colombia-, hay que tener en cuenta que el principio de autonomía que recoge la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos “puede tener limitaciones en su aplicación para proteger la salud pública y salvaguardar los derechos y libertades de los demás”.
Esto aparece consignado en los artículos 26 y 27 de la misma declaración:
Alvaro Hevia, profesor de bioética en la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, le explicó a AFP Factual Chile que “la vacunación vulneraría el consentimiento libre e informado solo si se realizara de manera obligatoria y esa obligatoriedad no estuviera éticamente legitimada”. Pero aclaró que una persona al rechazar una vacuna pone en riesgo la salud de otros, entonces se debe priorizar la salud de la población y no la postura de este individuo en particular.
“Es decir, se valora más la salud pública que la decisión autónoma de un individuo, cuando esa decisión puede poner en riesgo a la población. De esa estimación surge la obligatoriedad éticamente fundada de vacunación”, agregó.
Además de esto, en Colombiacheck consultamos a Diana Bernal, abogada, doctora en Bioética y Biojurídica de la Universidad Rey Juan Carlos (España) y profesora de bioética de la Universidad del Rosario, quien sumó otras razones al análisis.
En sus palabras, “el primer error es decir que se incumple Nuremberg y se incumple la Declaración porque hay un vicio en el consentimiento y se está experimentando con las personas sin su consentimiento. Esta afirmación solo sería válida si estuviéramos hablando de la fase 1 o, incluso, de fase 2 del desarrollo de vacunas y ese no es este caso. Acá ya estamos hablando de la fase tres del desarrollo de vacunas porque ya se hicieron los primeros estudios que dieron seguridad y eficacia”.
Como explicamos en este artículo, las vacunas contra el COVID-19 han demostrado ser seguras y han pasado por un proceso cuidadoso y riguroso de al menos tres fases en las que se hicieron pruebas en laboratorios y en animales para evaluar su toxicidad y en miles de humanos en todo el mundo.
Así mismo, de acuerdo con Bernal estos dos códigos que contienen principios importantes para hacer investigación, “implican que esa investigación tiene que pasar por un comité de ética y en este momento los comités de ética que han autorizado los protocolos clínicos que dieron lugar a las vacunas que hoy tenemos revisaron el cumplimiento de esos requisitos”.
El médico y homeópata caleño, Raúl Salazar, quien durante la pandemia ha difundido desinformación sobre tratamientos para el COVID-19 e ideas antivacunas (1,2,3 y 4) transmite aquí otro mensaje falso.
Contrario a lo que él afirma, las cifras de la pandemia revelan que el COVID-19 es una enfermedad que puede llegar a ser mortal. Al 17 de septiembre de 2021 se ha reportado la muerte por COVID-19 de 4.672.629 personas en el mundo y de 125.782 en Colombia según el Centro de Recursos del coronavirus de la Universidad de Johns Hopkins.
Desde la OMS señalan que la mortalidad por COVID-19 se ha asociado a edad mayor de 60 años, hipertensión arterial, diabetes mellitus, obesidad y/o inmunosupresión, entre otros factores y a pesar de las investigaciones aún no hay un tratamiento como “cura”para esta enfermedad.
Ahora bien, Salazar habla de un supuesto “tratamiento temprano” que evita las muertes, pero no da ninguna evidencia. En Colombiacheck buscamos en bases datos científicas en inglés y español (Pubmed, Scielo, Latindex, Hinari, Lilacs) por publicaciones que respalden sus señalamientos, usamos palabras como ‘Raúl Salazar + coronavirus + covid-19’, pero la búsqueda fue fallida.
De hecho el Colegio Médico Colombiano en una carta abierta en julio de 2020 verificó a Salazar por sugerir un tratamiento único para el COVID-19, y resaltaron que el médico “concluye posturas equívocas y dañinas”.
“Los protocolos para los casos leves, difieren de aquellos para los casos graves y críticos. No hay un protocolo único y universal; a los pacientes de las UCI se les trata de acuerdo con su gravedad y a las enfermedades concurrentes, según cada condición individual, incluyendo la utilización de esteroides como la dexametasona cuando está indicada” enfatizaron desde el Colegio Médico. Y así también lo incluyen los lineamientos basados en evidencia científica para el COVID-19 del Ministerio de Salud de Colombia.
En Colombiacheck previamente hemos verificado y alertado sobre los presuntos “tratamientos” que Salazar ha recomendado e igualmente colegas de Newtral, La Silla Vacía, otros medios nacionales y de otros países latinoamericanos lo han desmentido.
Pues el médico ha defendido el uso indiscriminado de ivermectina, el antiparasitario cuyos estudios no han demostrado que sea efectivo en COVID-19 y las autoridades en salud han alertado evitar su consumo (1 y 2). También recomendó la hidroxicloroquina, un medicamento antimalárico que tampoco demostró eficacia en reducir la mortalidad y cuyos ensayos clínicos fueron suspendidos por la OMS por los riesgos detectados para la salud, e incluso ha defendido el uso del cuestionado dióxido de cloro que tiene alerta sanitaria del INVIMA y cuya ingesta o inhalación están contraindicadas.
De ese modo el COVID-19 sí es una enfermedad que en algunos casos puede ser mortal y Raúl Salazar no ha demostrado con evidencia científica que haya un tratamiento que evite las muertes en todos los casos.
El médico caleño continúa invitando a la marcha difundiendo otro falso mensaje sobre las vacunas: “Te invitamos a la marcha del 18 de septiembre próximo donde vamos a estar reunidos a nivel mundial luchando por la vida y evitando el genocidio que prácticamente va a generarse por una vacuna en ensayo en un experimento que prácticamente va a ser mortal”.
Pero afirmaciones como estas, usadas por los antivacunas, ya han sido verificadas porColombiacheck y otros colegas verificadores de Salud con lupa, Animal Político y Maldita, ya que las vacunas contra COVID-19 que se están aplicando no son ningún ensayo o experimento.
Estos biológicos cumplieron las fases de experimentación e investigación, que incluyeron estudios en el laboratorio, en animales y en miles de humanos voluntarios a través de las que se garantizó su seguridad y se demostró la eficacia frente al COVID-19.
Aunque los tiempos de esas fases se aceleraron, por la urgencia de enfrentar la pandemia, se cumplieron todos los requisitos. Los resultados de tales estudios son de acceso libre y fueron evaluados rigurosamente antes de ser autorizados, recalcan desde la OMS, la FDA y los CDC, autoridades en salud que aún vigilan estos biológicos para seguir garantizando su seguridad.
Por ejemplo, los estudios de la vacuna de Pfizer / BioNTech incluyeron a 46.331 participantes en 153 países del mundo y sus resultados se publicaron aquí. Los ensayos clínicos de AstraZeneca involucraron a 23,848 personas en Reino Unido, Brasil y Sudáfrica según publicaron en The Lancet. Johnson & Johnson así como Moderna reclutaron a más de 30.000 voluntarios y publicaron sus resultados en New England Journal of Medicine (1 y 2)
Ignacio Zárate, médico genetista, profesor de la Universidad Pontificia Javeriana de Bogotá, enfatizó sobre este tema: “Ante el impacto económico global vimos que los capitales para desarrollar una vacuna fueron casi ilimitados y eso hizo que todos los procesos que se requieren se pudieran acortar. Esto no quiere decir que el periodo para medir la seguridad disminuyó, sino que se mantuvo igual. Los 2 o 3 meses de seguimiento después de la inoculación se cumplieron para todos sin poner en riesgo a los voluntarios. Esta estrategia de vacunación es uno de los elementos fundamentales en la detención de la pandemia".
De hecho, gracias a los planes de vacunación contra COVID-19 que siguen avanzando, al 15 de septiembre de 2021 la plataforma Our World In Data registró que el 42,4 % de la población mundial ha recibido al menos una dosis de la vacuna y se han administrado 5.790 millones de dosis en todo el mundo.
En oposición a lo que Salazar señala, reportes científicos nacionales e internacionales (1, 2, 3 y 4) han demostrado la reducción de casos graves y muertes por COVID-19 gracias al avance en la vacunación, tanto en Colombia como en otros países, por todo esto el médico se equivoca en los señalamientos sobre estas vacunas.
Al verificar esta frase pronunciada por esta mujer, quien es presentada como periodista e influencer, encontramos que es cuestionable pues aunque parte de una verdad y es que algunas vacunas contra COVID-19, como la de Janssen y Astrazeneca, han usado líneas celulares en algunas fases de su desarrollo o producción, estas líneas no se obtienen continuamente de fetos como se puede llegar a interpretar erróneamente de tales afirmaciones.
Las líneas celulares son cultivos de células que tienen la habilidad de multiplicarse continuamente y debido a esa capacidad se han usado en el desarrollo de medicamentos y de vacunas para prevenir enfermedades como rubéola, varicela, hepatitis A y ahora el COVID-19. Pero aunque tales líneas como la HEK-293, la PER.C6 y la MRC-5 provienen de células de fetos de embarazos interrumpidos entre las décadas de 1970 y 1980 del siglo pasado, desde entonces se han multiplicado continuamente en el laboratorio. Por lo tanto, las que se usan actualmente no son las originarias de los fetos sino derivadas de posteriores y múltiples divisiones celulares de estas.
El tema de las líneas celulares y las vacunas contra COVID-19 es otro de los argumentos del movimiento anti-vacunas por lo cual también hemos hecho aclaraciones en chequeos previos que puede leer aquí: 1 y 2.
De ese modo, los biológicos de Astrazeneca/Oxford y de Johnson y Johnson contra COVID-19 que están basados en la tecnología de vector viral, sí utilizan en la fase de producción las líneas celulares (PER.C6 y HEK.293) para cultivar en su interior los adenovirus, que son los vectores a los cuales se les introduce la información genética del nuevo coronavirus para que al ser inyectada la vacuna en el cuerpo humano se produzca una respuesta inmune que proteja frente al SARS-CoV-2.
Pero a través de procesos de purificación durante la producción de tales vacunas, esas células donde se cultivaron los adenovirus se retiran y por eso las vacunas no contienen tales líneas celulares, explican expertos en Salud Pública de la Universidad de Harvard en el portal Health Desk.
Ahora bien, sobre los datos numéricos que incluye la afirmación que estamos verificando y señala que “de 52 terapias transgénicas de emergencia... de las cuales 26 usan líneas celulares”, es difícil saber a qué tipo de vacunas exactamente hacen referencia con el término “terapias transgénicas de emergencia”. No obstante, este es inadecuado para cualquier tipo de vacuna, pues como hemos señalado previamente (1 y 2) ni las vacunas de ARNm ni el resto de vacunas son una terapia transgénica ya que no modificarán nuestro ADN o información genética.
Por lo tanto, la afirmación es cuestionable y desinforma, pues se refieren erróneamente a las vacunas contra COVID-19 como terapias transgénicas de emergencia, y aunque algunas de las vacunas han usado líneas celulares en diferentes fases, tales células se obtuvieron de fetos abortados hace más de tres décadas y no hacen parte de los ingredientes de las vacunas contra COVID-19.
El 11 y el 27 de agosto de 2021 ya habían sido citadas jornadas de protestas en algunas ciudades del país en contra de la vacunación y la posibilidad, en ese momento, de que el Ministerio de Salud lanzara el Certificado Digital de Vacunación, que se puede descargar desde el pasado 31 de agosto.
Estas manifestaciones, de acuerdo con esta investigación de La Silla Vacía, han sido convocadas por Familias por la Verdad, que se describe a sí mismo como un “un grupo multidisciplinario de activistas cristianos provida y profamilia” que tiene el propósito de “demostrar” lo que ellos consideran “la nocividad e inconveniencia” de las vacunas, que para ellos son “en realidad peligrosos inóculos transgénicos experimentales”.
Como lo mencionamos al principio de este artículo, la cara visible de este grupo de activistas es Esteban Ramírez, médico veterinario y especialista en educación religiosa, e hijo del exconcejal de Bogotá Marco Fidel Ramírez, mejor conocido como el “Concejal de la familia”.
De acuerdo con La Silla, “Apadrinado por su papá, Esteban fue candidato a la Cámara por Bogotá en 2018 con Opción Ciudadana, el viejo Partido de Integración Nacional (PIN), del parapolítico Luis Alberto “El Tuerto” Gil; un partido reconocido por ser el puerto de llegada de parapolíticos y rechazados de otros partidos”. Su lema de campaña fue “#DefendamosLaFamilia del socialismo y la ideología de género”. Pero se quemó con menos de 6 mil votos.
Vamos con toda!!! CÁMARA POR BOGOTÁ #DefendamosLaFamilia
— Esteban Ramírez Activista Cristiano (@EstebanRamirezH) December 13, 2017
👉No al aborto!
👉No a la Ideología de género! 👉No al Socialismo!
Partido #OpciónCiudadana 101@7MarcoFidelR pic.twitter.com/aNbErxaWdH
En su página web, Familias por la Verdad amplifica información de desinformadores como la salvadoreña María Eugenia Barrientos, la médica argentina Chinda Brandolino, y Andreas Kalcker, un pseudocientífico alemán quien ha sido promotor del consumo del dióxido de cloro durante la pandemia.
Así mismo, su canal de Telegram, con más de 4.700 suscriptores, está lleno de desinformaciones sobre el uso del tapabocas, noticias sacadas de contexto e invitaciones a eventos en los que se dan recomendaciones en contra de la vacunación con invitados de países como México, Paraguay y Argentina.